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Jon Spencer Blues Explosion, grupo salvaje

Vuelven tras ocho años los padrinos del «garage» con nuevo disco y gira por España

«Somos parte de una tradición de bandas que nos gustan por su actitud», dice Jon Spencer
«Somos parte de una tradición de bandas que nos gustan por su actitud», dice Jon Spencerlarazon

Pocas bandas tienen un respaldo tan unánime de los seguidores del rock & roll. Por actitud, por canciones, por filosofía de vida y por carrera musical... pero sobre todo por sus conciertos, que de tan alto voltaje, advierten algunos, son peligrosos.

Pocas bandas tienen un respaldo tan unánime de los seguidores del rock & roll. Por actitud, por canciones, por filosofía de vida y por carrera musical... pero sobre todo por sus conciertos, que de tan alto voltaje, advierten algunos, son peligrosos. Jon Spencer Blues Explosion son como un trío de indios nativos americanos descontrolados que claman venganza por siglos de la opresión de su cultura. Y tienen un rehén: la tradición musical americana, que se han empeñado en poner patas arriba. Sólo que estos indios se han criado en la ciudad (y no en cualquiera: en Nueva York) y no llevan hacha de guerra, sino linaje «underground». Punk y hardcore para construir un paisaje musical después de la revuelta que no quiere exterminar lo anterior, sino amarlo a su manera, danzando alrededor de una hoguera.

Anoche actuaron en Barcelona, hoy en Madrid y mañana en Bilbao, en las primeras fechas de su extensa gira europea. «Somos, de alguna manera, estudiantes. Seguimos investigando en la raíz y en la música nueva. Escuchamos muchísima, y, aunque queremos ser una banda de "garage"porque admiramos a los Stooges, también nos interesan otros grupos que no tienen nada que ver con ellos, como Public Enemy, por ejemplo. De alguna manera, nos sentimos como parte de una tradición de bandas que nos gustan por su actitud, más allá del tipo de música que hagan», dice Jon Spencer, que volvió a reunirse con Judah Bauer y Russell Simins para grabar su primer disco en ocho años, un tiempo en el que cada uno se dedicó a sus proyectos personales.

¿Las influencias? Nosotros

La clave para volver a tocar fueron las reediciones de su discografía que han salido en los últimos años. «Es curioso, porque aunque no nos importa hablar de la tradición, en este disco nos hemos olvidado de ella. Después de tantos años, teníamos que escuchar otra vez nuestros primeros discos para preparar las reediciones de Pussy Galore y Boss Hog, y tomamos la inspiración y la energía de esos lugares donde hemos estado, de esas canciones que hemos hecho. Con todo ese material fresco, la mayor influencia para ''Meat & Bone'', el nuevo álbum, hemos sido nosotros mismos». Por eso, ni siquiera buscaron un productor para el trabajo. «Hacemos canciones de rock & roll y eso es suficiente para hacer un disco crudo», asegura Spencer en un insólito tono relajado para quienes le han visto en escena.

«Todavía tenemos ese pegamento mental entre nosostros. En cuanto hemos pasado un tiempo girando y componiendo juntos, hemos redescubierto nuestra historia común como banda», asegura Spencer. Su apuesta en «Meat & Bone» es la de siempre: energía, fraseo chulesco, algo de ruido y música de los sesenta. «Nuestra filosofía es la del ''hazlo tú mismo''. ¿Quieres hacer un disco? ¡Vamos! ¿Quieres tocar? Pon carteles. Eso lo seguimos manteniendo, asumimos las responsabilidad, nunca hemos esperado a que alguien nos diera una oportunidad o permiso para hacerlo», dice Spencer. Tampoco le piden a la música nada especial. Siguen tocando en salas de mediano aforo, recorriendo el planeta, como en su día hacían The Black Keys antes de pegar el pelotazo y llenar pabellones. ¿Eso es bueno para el rock & roll? «Eeemmm... Supongo, ¿por qué no?», dice entre risas. En España se sienten bien: la mujer de Spencer y compañera de banda en Pussy Galore, Cristina Martínez, nació en Badajoz. «Siempre es especial, por la familia y el público, que está lleno de energía. Hey, ¡dile a todo el mundo, que vamos para allá!». Cuidado, están avisados.

Cuándo: hoy, 21:00 horas.

Dónde: Sala But. Calle Barceló, 11. Madrid.

Cuánto: de 21 - 25 euros.