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Kirchner sella la paz con España tras el pacto con Repsol

La Razón
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La presidenta argentina, Cristina Fernández, parece otra. Tras seis semanas de descanso para recuperarse de la intervención quirúrgica a la que fue sometida, la viuda peronista abandonó el luto riguroso y volvió mucho más conciliadora. Atrás quedaron los exabruptos dedicados al Gobierno español, como cuando se refería en tono jocoso al ministro de Economía, Luis de Guindos, como el «pelado ese». Durante el pasado año, la mandataria siempre estuvo dispuesta a hurgar en la herida de la crisis española. Pero los tiempos han cambiado y el contexto de los mercados ha obligado a la diplomacia austral a mostrar su lado más amable.

Ayer, la mandataria se comunicó telefónicamente con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, para agradecer «la participación activa» del ministro de Industria, Energía y Turismo español, José Manuel Soria, en el acuerdo que alcanzaron esta semana en Buenos Aires entre el Estado argentino y Repsol por las acciones de la petrolera YPF.

Cristina Fernández hizo lo propio el pasado miércoles con el presidente mexicano Peña Nieto, como gesto de gentileza por el papel que jugó la petrolera Pemex en las negociaciones. Posteriormente, en la tarde de ayer recibió al embajador de Argentina en España, Carlos Bettini.

Los negociadores, a Argentina

Ayer, el jefe de Gabinete de la presidenta, Jorge Capitanich, confirmó que habrá «un proceso de negociación» con «aspectos financieros y legales» para compensar a Repsol por la nacionalización de YPF, mientras se espera la llegada al país de representantes de la empresa española.

En su habitual conferencia de prensa, Capitanich se expresó respecto al «proceso de negociación» que se inició para determinar el monto de la compensación a la compañía española por la expropiación de sus acciones.

Sobre YPF, en respuesta a una pregunta, Capitanich precisó que se han logrado a través de su programa 37.000 millones de dólares de inversiones para exploración y explotación y está avanzando en incrementar la capacidad productiva de los hidrocarburos, vía convencional o no. «Argentina tiene un programa muy importante de inversión que se podrá concretar, que significa el incremento de la capacidad de YPF», dijo.

No han trascendido detalles del preacuerdo aprobado en Madrid, pero se apunta al pago de 5.000 millones de dólares en bonos soberanos argentinos y la retirada de los numerosos litigios interpuestos por Repsol en diferentes tribunales.

En ese sentido, el ministro argentino de Economía, Axel Kicillof, rechazó dar detalles sobre el pacto por tratarse de un tema «confidencial». «A veces, periodistas sin escrúpulos [hablaron de un] acuerdo con Repsol como contradicción, pero básicamente lo que tengo que decir es que es imposible [no pagar] porque es ilegal. La ley de soberanía remite a la ley de expropiación para indemnizar o compensar al dueño anterior, que en este caso es Repsol», explicó.

«La intervención fue quirúrgica, se tomó el 51% [de las acciones], para tomar el control de la compañía por parte del Estado, pero no se avanzó mas allá de eso porque tampoco la idea era perjudicar a Repsol», agregó.

El niño bonito de la presidenta también parece otro. Cuando expropió YPF no escatimó en insultos hacía los españoles, a los que calificó de «ladrones». De hecho, aseguró que no pagaría un peso por la nacionalización y que, más bien, era Repsol la que debía dinero a las arcas argentinas por haber contaminado. Es lo que se denominó pasivos ambientales, valorados dijo, en 6.000 millones.

Los lapsus de memoria pueden ser buenos. Sobre todo cuando Argentina apuesta por el cierre del conflicto para sumar socios en la exploración de sus recursos petroleros y reducir una factura energética que roza los 15.000 millones de dólares al año.