Televisión

Fundido en negro

Después de años de éxito, Telemadrid vive un momento crítico. Hay un ERE del 80 por ciento de la plantilla. Muchos empleados han denunciado la presión y humillación que sufren por parte de los sindicatos para secundar las protestas

Un grupo de periodistas protesta por el ERE de Telemadrid
Un grupo de periodistas protesta por el ERE de Telemadridlarazon

Telemadrid lleva tiempo en una situación difícil, pero tras las últimas decisiones, la dirección ha presentado un ERE que contempla la salida de 925 personas de una plantilla de 1170. El ambiente no puede estar más caldeado: trabajadores convertidos en lobos para otros trabajadores en una situación laboralmente insostenible. «Los trabajadores llevamos mucho tiempo pidiéndoles a los sindicatos que actúen. Pero en este caso y en esta casa se han extralimitado. El derecho a la reivindicación no puede vulnerar la dignidad individual». Así se expresa Marisa, periodista de Telemadrid, que hace años estuvo afiliada a CC OO –sindicato mayoritario de la televisión autonómica– hasta que «colgué mis bártulos este año, cansada de las acciones represivas: amenazas, insultos, piquetes que se extralimitan y hacen lo imposible por impedirte acudir a tu puesto de trabajo. Aunque estemos de acuerdo en luchar por nuestros empleos, ¿quién puede soportar la merma de 80€euros por día de paro, tantas jornadas seguidas?». Por propia petición aclaramos que este nombre ficticio no corresponde a la periodista Marisa de la Cruz.

El drama del despido colectivo –el 80% de la plantilla– está lejos de toda duda. Sólo son reprobables –de ser ciertas– las formas coercitivas en las que podría haber derivado la reivindicación de esa lucha. «Compañeros contra compañeros, al más puro estilo hobbessiano –cuenta otro periodista que prefiere mantenerse en el anonimato–. Lo que estamos soportando de aquellos que hasta ayer eran colegas, cómplices, compañeros y amigos es una muestra más de los horrores de los que es capaz la humanidad para consigo misma... Para con el que está enfrente». «Se nos quiere criminalizar –nos explican desde CGT– porque estamos ejerciendo mucha presión. Quieren que saltemos la línea, y haya violencia... Pero nosotros también hemos tenido que aguantar muchas barbaridades, como ir a negociar con la dirección y pararte vigilantes armados».

Voluntarios y a la fuerza

Un ejemplo de esta violencia. El director de Informativos, Agustín de Grado, ha recibido correos intimidantes por los que ha presentado una denuncia ante la Policía para que dilucide de dónde procede uno en concreto, por el que fue amenazado con la imagen y características técnicas del fusil de asalto AK-47, acompañado de un comentario en el que se sugería descargarlo, con sus treinta cartuchos, por cada despedido de los que se quedaran... «Los sindicatos se comportan aquí como mamporreros de la izquierda política», subraya el responsable de informativos, mientras que José Ángel Jiménez, portavoz de CGT, apostilla en otra dirección: «Telemadrid está secuestrada por el PP, por eso dejó de ser pública». Quizá por ese motivo, en su hoja semanal de los viernes, CC OO proclamaba «mejor cerrada que con nosotros fuera» (el sindicato no ha contestado a nuestra solicitud de entrevista). Lo verdaderamente cierto es que recuperar la audiencia perdida en estos paros y «negros» (por la pantalla en negro) será una tarea titánica para la «estrella». «Lo único que queremos decirle a la casa es el daño que se le puede hacer, debido al que se nos hará a nosotros –prosigue el sindicalista de la CGT–, de esa forma, sábado, domingo y lunes no habrá ninguna emisión por la cadena, debido un paro total». Pero, ¿cuántos la secundan voluntariamente y cuántos coaccionados?

«Yo la secundaré porque tengo miedo», manifiesta Juan, trabajador de Telemadrid. «Ya viví otros momentos de tensión y cómo los días de paros tenemos que ir al baño de dos en dos, aterrados, y no pienso arriesgarme a pesar de la merma de mi sueldo». Las entradas al recinto «son terroríficas –explica Jorge, redactor de la cadena– y atravesar una masa humana que trata de coaccionarte es terrible. Hubo compañeros que tuvieron que entrar escoltados, pese a las furgonetas antidisturbios que hay fuera. "Sinvergüenza"es lo más suave que te pueden llamar. Tildarte de "hijo de puta", amenazarte por email, señalarte con el dedo gritándote "culpable"o humillar a una compañera en un ascensor diciéndole con sorna "¿hoy vienes a chupar pollas?". "¿Las chuparás bien?". Es el pan de cada día», concluye.

El «día del señalamiento»

«Pero sin duda, el momento más duro –prosigue Jorge–, fue el llamado "día del señalamiento". Yo estaba allí. Fue horrible. Como estar en un paredón». Se refiere al martes 27, cuando al salir unas seiscientas personas de la Asamblea «alguien decidió que el resto –unos voluntariamente y otros obligados– fuesen a Informativos para señalarnos a todos los que no habíamos secundado la huelga. ¡Seiscientos contra cuarenta!: ¡Qué valientes! Trabajadores contra trabajadores. Y arrancaron en silencio una procesión lúgubre. Seiscientas personas, desfilando ante unos pocos: primero los militantes más duros, señalándonos con el dedo a pocos centímetros de nuestras caras. Otros llevaban carteles que rezaban "sinvergüenza", algunos portaban cruces fúnebres, unos pocos las fotos de sus hijos con leyendas como "eres culpable de que echen a mi papá"... Uno de los más beligerantes apuntó al subdirector con la mano en forma de pistola cerca de la sien, reproduciendo el chasquido de un disparo... La verdad, llegamos a sentirnos como un pequeño grupo de judíos en la Alemania nazi. Algunas chicas estallaron en llanto y otros muchos se han quedado noqueados desde aquel día».

Tres días después, se publicaba en el «Cocotero» –hoja informativa de CC OO que se difunde todos los viernes–: «Su miedo es nuestra victoria», en clara alusión a la satisfacción que les provoca ver el terror que producen.

Pero se produce una paradoja: la escasa penetración que los sindicatos tienen entre los periodistas, precisamente en una empresa de comunicación con programas informativos desde las 6,30 de la mañana hasta las 01,00 de la madrugada. Sólo hay dos periodistas en un comité de empresa formado por 21 personas. Es decir, apenas un 10 por ciento de la representación sindical en una empresa volcada en su parrilla a ofrecer programas de corte informativo.

«Los abucheos, broncas o ruideras no se les hace a los trabajadores de base –aclara el sindicalista José Ángel Jiménez–, aunque no niego que se les pueda hacer a los jefes». Minimiza lo sucedido el día del «señalamiento» y, pese a estar publicado en los foros y distintas redes sociales, tampoco tiene idea de las amenazas recibidas por el director de Informativos. «La lucha está en otros términos», afirma, «aunque no niego que, en una situación tan desesperada, alguien pueda llegar a desmandarse».

«El hostigamiento ha llegado a tal punto –explica Jorge– que no sólo pueden llamar a un gay "maricón de mierda"o a una compañera "puta", sino que se han delimitado las zonas en las que se puede o no estar. La cafetería es suya. Si uno de nosotros entra a por un café, te empiezan a gritar y a insultar, de tal suerte que retumba en todo el edificio. Golpean las mesas al ritmo de "hijo de puta", "ladrón"o "culpable", tanto tiempo como estés». Con los rostros conocidos es más fuerte: algunos han llegado a acudir escoltados a los platós y otros han sido microfonados antes de salir al aire por una técnica de sonido con guantes de látex, «para no tener que tocarlos».

«La estrategia de coacción es continua y tiene reflejo en las paredes de intramuros: carteles con rostros de personajes conocidos de la cadena sobre leyendas insultantes, letreros amenazantes y fotos de supuestos hijos de trabajadores con frases como «no voy a tener qué comer». Imágenes que están colgadas de las redes sociales pero que no hemos podido fotografiar por habernos sido denegado el permiso desde el Gabinete de Comunicación del canal.

Todo lo referido, sumado al abuso de la herramienta sindical del «negro», está terminando de hundir el canal autonómico. ¿Desean los sindicatos arruinar la marca que fue rigurosa, entusiasta y solvente. Una cadena que alumbró nuevos formatos y forjó nuevos profesionales? «O con nosotros, o nada» rezaba un «tuit» de CGT la semana pasada. Es decir: o nos quedamos o hundimos el barco.

No en vano, es la única televisión –junto con Canal Sur en alguna ocasión– que ha anulado la señal reiteradas veces. En otros medios, durante las huelgas generales, se opta por emitir programas enlatados e informativos, pero en Telemadrid se prefiere bloquear la emisión incluso renunciando a informar sobre los propios paros y sus motivos. Ayer, hoy y mañana, veremos nuevas entregas de terrible congelado «en negro».

Los privilegios: El «convenio del marqués»

El conocido popularmente como «convenio de los marqueses» permitió este verano que un par de realizadores se fueran de vacaciones durante dos meses. CGT llegó a prometer en una campaña electoral que los trabajadores más veteranos tendrían dos meses de vacaciones de verano. Una trabajadora de baja corrió una maratón. Al quedar entre las primeras concedió una entrevista a televisión. Hay técnicos que esta Navidad se van de vacaciones desde el 20 de diciembre hasta el ocho de enero. Hay representantes sindicales que llevan más de dos décadas sin pisar su puesto de trabajo. El día del accidente de Spanair, dos operarios no perdonaron su hora de comida y eso obligó a interrumpir un directo desde el lugar de los hechos. La televisión autonómica madrileña interrumpió la narración del mayor accidente aéreo de toda la historia de Madrid.