Terrorismo
La rutina de los atentados
En Estados Unidos calculan que pueden sufrir al año hasta diez ataques como el de Boston
En marzo el director nacional de Inteligencia americano dijo que estimaba que los intentos de ataque generados domésticamente bajo inspiración de Al Qaeda continuarían a razón de unos diez al año. Nada, pues, sorprendente en Boston. Lo intentan muchas más veces de las que nos llegamos a enterar y, por supuesto, no sólo en Estados Unidos. Algunos fueron desbaratados espectacularmente, como el coche bomba en Times Square, la bulliciosa plaza en el centro de NY, o el que volaba a Detroit con explosivo líquido en su ropa interior. El único tanto para los trabajadores de la muerte había sido el del comandante médico –psiquiatra- Nidal Hassan que en 2009, en Fort Hood, Texas, mató a varios compañeros. Ahora han conseguido su mayor triunfo en América desde el 11-S, aunque, con tres muertos, bastante inferior a otros casos, casi nimio para Pakistán, no digamos Irak, donde hubo 55 muertos el mismo lunes 15 de abril del maratón de Boston.
El continuo acoso a la cúpula de la organización de Bin Laden ha reducido casi a la nada sus operaciones directas, aunque algunas de sus franquicias que actúan en un país o una zona más amplia siguen siendo temiblemente letales. Individuos de origen islámico bien arraigados en Occidente, a veces ya de segunda generación, como los que perpetraron los ataques de Londres en julio del 2005, que en un momento dado se radicalizan sin indicios previos, como Tamerlán Tsarnaev, el mayor de los dos hermanos chechenos, muerto en enfrentamiento con la Policía tres días después de haber llevado a cabo su hazaña, son un problema muy complicado, y hasta irresoluble, para las Fuerzas de Seguridad. Algunos de los éxitos de éstas pueden ser producto de la suerte, otros, de la colaboración ciudadana. Su vigilancia aborta atentados sin que ellos mismos lleguen a ser conscientes. Naturalmente, les gusta publicitar sus logros, pero las exigencias de secreto para proteger fuentes, métodos, continuidad en las investigaciones, hacen que muchos permanezcan completamente ignorados.
En el caso de Boston, Tamerlán había sido interrogado por el FBI a petición de los rusos, tras un viaje al Daguestán, república autónoma colindante con Chechenia y semillero de islamistas. No se advirtió ninguna peligrosidad y la propia Policía rusa desechó el caso. ¿Fracaso de los interrogadores? Es posible, pero más grave es que a los pocos meses de su regreso comenzó a colgar vídeos islamistas en diversos sitios web. No parece que estuviera siendo objeto de un seguimiento. Un asunto embarazoso para el FBI.
En cuanto a la protección in situ de los que llegaron a ser víctimas hay que decir que tiene límites insuperables y que probablemente fue todo lo buena que pudo ser, pero es más fácil ejercer control en un estadio abarrotado en el que la masa entra por un cierto número de puertas, que en el caso de una muchedumbre que se extiendo a lo largo de kilómetros. La zona de la meta había sido rastreada por perros adiestrados en detectar explosivos y se había hecho todo lo que se podía hacer cuando no hay ninguna alarma específica.
Reacción policial modélica
Modélica ha sido la instantánea reacción policial y médica, por lo que se puede decir que el dispositivo preparado era de primer orden. Sin duda ha salvado vidas. Modélica igualmente, la reacción ciudadana, aceptando disciplinadamente encerrarse en sus casas, para dejarle la calle a la Policía, y colaborando de otras muchas maneras, incluyendo la decisiva de entregar miles de vídeos y fotografías que condujeron al descubrimiento de los asesinos. El mejor éxito, y arma, antiterrorista es no dejarse aterrorizar. También ha sido excelente la reacción de los políticos.
Por más que en la lucha antiterrorista Obama ha seguido, sin reconocerlo, el modelo de Bush, empezando por incumplir todas sus perentorias promesas respecto a Guantánamo, y acentuando el modelo en algunos aspectos, como en el sistemático uso de bombardeos contra objetivos individuales desde aviones teledirigidos, los republicanos critican el desmantelamiento de otras medidas necesarias para la eficacia policial y la seguridad ciudadana. Pero nada de eso se ha esgrimido mientras se llevaba a cabo la caza a los autores, a pesar del disgusto por la inicial y significativa repugnancia del presidente en calificarlos de terroristas, corregida al día siguiente.
¿Y el arma? En sitios islamistas se pueden encontrar minuciosas instrucciones: «Para hacer una bomba en la cocina de tu mamá», evitando tener que adquirir productos químicos que puedan alertar a la Policía. Las instituciones antiterroristas americanas llevan más de una década advirtiendo de las potencialidades de las ollas a presión para ser usadas como bombas «tan simples o complejas como decida el constructor». Tampoco nada nuevo bajo el sol por ese lado.
Lo que ahora importa son los interrogatorios del superviviente, para el que el estatus legal de enemigo combatiente de Bush es mucho más adecuado que el de delincuente común de Obama.
Manuel Coma Presidente de GEES (Grupo de estudios estratégicos)
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