Teatro

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La vida perruna de Joglars

La compañía estrena una versión libre de la cervantina «El coloquio de los perros» dentro de la programación de la CNTC. Cuándo: del 26 de marzo al 28 de abril. De martes a domingo. Dónde: Teatros Pavón. Madrid. Cuánto: de 20 euros. Tel. 91 528 28 19.

La vida perruna de Joglars
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Joglars, ¿año cero? Esto es lo que podría pensarse después de que, tras 50 años al frente de la compañía, Albert Boadella abandonase su dirección hace algunos meses para centrarse en sus tareas al frente de los Teatros del Canal. Sin embargo, hoy es siempre todavía, y ni Boadella se ha apartado del todo, ni la compañía –que por cierto, es Joglars, a secas, sin el artículo Els, que hace algunos años aparcaron– ha querido desviarse de su estilo. Fieles a sí mismos, aseguran, los comediantes regresan a la obra de su admirado Cervantes. Tras haber estrenado sus particulares «En un lugar de Manhattan» –un «Quijote» contemporáneo– y «El retablo de las maravillas», ahora abordan una de las novelas ejemplares más conocidas del manco complutense: «El coloquio de los perros». Lo hacen por primera vez dentro de la programación de la Compañía Nacional de Teatro Clásico –la institución coproduce el montaje– y al frente de la compañía, no podía ser de otra manera, está Ramón Fontserè, el primer actor de Joglars, que ha «heredado» la batuta de Boadella. «Ya hacía tiempo que habíamos hablado de esto y decidí que, tras tantos años pasándomelo bien aquí, valía la pena que la cosa continuara. No sé si 50 años más, lo dudo, pero sí como mínimo que esto no acabara aquí», cuenta Fontserè sobre los motivos que lo animaron a tomar las riendas del grupo.

La España de hoy

Sobre su devoción por el autor de «El Quijote, Fontserè explica: «Cervantes es un excelente compañero de viaje y esta novela ejemplar sobre dos perros que tienen el don del habla y que aprovechan para decir lo que piensan de los humanos, a nosotros nos interesa muchísimo. Hacemos una traslación de las cosas actuales a lo que decían esos perros en el siglo XVII, y tampoco es que haya cambiado mucho el tema: el hombre sigue siendo el mismo, con sus miserias y sus pasiones. Tecnológicamente se ha avanzado muchísimo, pero continuamos adoleciendo de las mismas virtudes y defectos que observaron esos perros». Además de dirigir, Fontseré, que ha sido Dalí, Plá y Franco anteriormente, se mete en la piel pulgosa del can Cipión, acompañado por Pilar Sáenz como Berganza, su compañera de pillerías.

Asegura el intérprete que también les gusta en Cervantes la visión de la realidad que tienen sus obras. «Es el padre de la novela moderna, del realismo. Era un moralista: detrás de cada novela hay un ejemplo de cómo se tienen que corregir las bajas pasiones y la condición humana. Una filosofía que a nosotros nos gusta mucho, igual que su visión desacralizadora sobre los temas tabúes». Así, explica, en contra de la idea bucólica imperante en la época acerca de los pastores, Cervantes «los presenta como unos auténticos mafiosos». No es el único estamento al que el novelista dio un repaso: nobles, criados, guardias, todos desfilan por esta novela picaresca dialogada que tanto recuerda en algunos pasajes al «Lazarillo de Tormes» y otros referentes. Y, en su versión Joglar, todo está traído a la España de hoy.

Hay una cosa, en cualquier caso, que sí ha cambiado desde entonces, asegura el actor: «Esa manía de los bípedos de tratar a los animales como personas. En la época de Cipión y Berganza las mascotas eran un privilegio de los reyes, los demás cumplían su misión funcional. Actualmente, en el mundo rural, los antiguos payeses, los viejos del mundo rural, aún tratan a los animales funcionalmente. Es decir: el gato tiene que cazar para alimentarse, el perro cumple una función de vigilancia o es cazador...». Algo, que ha dado un giro que no comparte: «El asunto se desmadró. Veo a perros a los que pasean con chalecos o abrigos. O te encuentras con un perro de Alaska en Sevilla, como si fuera un trofeo. Eso ha cambiado respecto a la época de Cipión y Berganza: se ha pasado de que vivían atados a una cadena de dos palmos a que tienen el mismo tratamiento que una persona, con sus clínicas, su Prozac... Adolecen de las enfermedades del siglo XXI. Imagino que en la época de Cervantes no había perros con depresión, porque se tenían que buscar la vida como fuera». Aunque confiesa que, llegada la hora de la verdad, él es el primero que cae en incongruencias: «Tengo una gata, que encontramos abandonada en la masía, y hago exactamente lo mismo que critico en el espectáculo: le digo unas tonterías enormes, le damos paté y la tratamos como si fuera la reina de Saba. Por eso firmo como "bípedo"en el programa de mano».

Aunque no dirige, Albert Boadella sí que ha colaborado en la adaptación de la novela junto a Martina Cabanas y el propio Fontserè. Y asegura el director sobre el lenguaje y el tono de la obra: «Es Joglars cien por cien. Hay de todo: el elemento canalla, el poético, el lírico, esa mezcla que nosotros hacemos». El sarcasmo de Joglars, en ese sentido, transforma y actualiza los episodios cervantinos para hacer pasar a los protagonistas por una sociedad de perros discapacitados de razas autóctonas y por las manos de una pareja de defensores de los animales. «Nos reímos de todo eso porque los animales se han mantenido al lado de la naturaleza. Los que se han pasado tres pueblos han sido los racionales. Ellos, Cipión y Berganza en este caso, son dos dignos perros que sólo tratan de ser eso. Bueno, y que poseen el don del habla por una noche para contar lo que ven y lo que han sufrido con sus diferentes dueños. En eso también hay ironía y humor, que en Cervantes también son elementos muy importantes».

También hay en escena un uso del teatro de máscaras, como en «La torna» y tantos otros montajes de la compañía. «Queríamos buscar la visión de los perros: la máscara da una animalidad al hombre. Resultan más animales los hombres que los perros, que parecen dos viejos sensatos hartos de recorrer el mundo».

Boadella, la «mosca cojonera»

Reconoce Fontserè, entre risas, que a lo largo de su vida se ha cruzado con mucho personaje bastante animal. «Nosotros decimos que hay muchos que ya nacen siendo bestias. Me he encontrado de todo». Aunque es optimista: «He tenido la suerte de estar en este mundo del teatro y de en esta compañía, con gente fantástica con la que nos hemos reído muchísimo durante años». Una «utopía» que ha vivido durante años «jugando a hacer teatro en Els Joglars en unas condiciones extraordinarias». Y, aunque Boadella se haya apartado, tranquiliza a sus incondicionales: «Creo que siempre seguirá vinculado y yo siempre le voy a pedir colaboración,. Faltaría más. Él dijo que sería una mosca cojonera. Y lo es, pero muy agradable».