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Rayo Vallecano

Los líos del Rayo Vallecano

El Rayo Vallecano está siendo noticia por temas extradeportivos.

‘No hay un mes tranquilo’. Esa frase que se repite constantemente en el entorno del Rayo Vallecano podría ser un buen resumen para definir a un club que, por mucho que pase el tiempo, parece vivir en un permanente estado de convulsión y que más allá de sus resultados deportivos siempre está en el foco mediático.

El último episodio de este serial que se prolonga año tras año llegó esta semana con la negativa de los jugadores de la primera plantilla a entrenar si seguían estando metidos en un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE).

La solución costó resolverla el tiempo que tardó la directiva en rectificar, casi dos días. Entre medias un cruce de declaraciones públicas del entrenador Paco Jémez, una respuesta del club vía comunicado justificando sus decisiones y unas reuniones muy tensas entre el técnico y el director deportivo, David Cobeño, que está ejerciendo de hilo directo con el vestuario.

A relajar el ambiente que ya venía caldeado desde inicio de temporada no ayuda el momento personal que está viviendo el máximo mandatario y presidente, Raúl Martín Presa, que se recupera en casa tras superar el coronavirus y anímicamente está pasando el duelo por la muerte de su padre, fallecido el pasado 12 de abril.

Todo esto forma parte de una cronología de desencuentros, despropósitos y situaciones que dotan al Rayo de un carácter atípico y especial en el que si entra la pelota dentro de la portería o no parece muchas veces lo de menos.

Deportivamente la temporada no pudo comenzar peor. En las diez primeras jornadas el equipo solo sumó dos victorias y la primera vuelta la cerró como decimocuarto clasificado, a siete puntos de la promoción y a once del ascenso directo.

La suerte tampoco contribuyó con una lesión de gravedad en pretemporada del central internacional uruguayo Emiliano Velázquez y otras tres más antes de Navidad del portero Alberto García, el extremo portugués Bebé y el centrocampista Santi Comesaña. Tanto infortunio hizo que Paco Jémez no cesara de pedir públicamente unos refuerzos que no llegaban y que mermaron a una plantilla que también comprobó como en el mercado de invierno su capitán y máximo asistente, Adrián Embarba, fichaba por el Espanyol.

Hasta el 11 de marzo que fue cedido al Deportivo, en esa plantilla estuvo el central senegalés Abdoulaye Ba, al que Paco Jémez se encargó de recordar desde pretemporada que no contaba con él y al que no se le dejó salir al no llegar ofertas que satisficieran a la directiva, pese a que el jugador llevaba también meses pidiendo salir por no contar para su técnico.

La relación personal entre Paco Jémez y Raúl Martín Presa no pasa por su mejor momento desde hace meses. Más tiempo lleva un sector muy mayoritario de la afición pidiendo la marcha del presidente, al que se le acusa de mala gestión, poca transparencia, opacidad en sus decisiones y tener abandonada a la cantera y otras categorías inferiores.

En protesta por su gestión, el estadio de Vallecas permaneció los tres primeros meses de temporada en silencio debido a una huelga de animación que solo se resolvió con una petición expresa de la plantilla para que les ayudaran en los partidos.

El estallido definitivo entre afición y directiva se produjo el 15 de diciembre, cuando aterrizó en Vallecas el Albacete. Lo hizo con un viejo conocido, el ucraniano Román Zozulya, que llegó cedido en enero de 2017 al Rayo y duró unos días, al no poder debutar ni entrenar por la oposición frontal de la afición debido a sus ideas políticas.

En ese duelo contra el equipo manchego se escucharon los cánticos 'Zozulya, puto nazi', el jugador se quejó y el árbitro decidió que no se jugara la segunda parte ante las protestas del equipo visitante para "salvaguardar la integridad" del futbolista.

Raúl Martín Presa condenó esa actitud de una parte de su afición ubicada en el fondo del estadio y la sanción llegó unos días después. 18.000 euros y clausura parcial del estadio durante dos partidos, una sanción que no gustó a la directiva, que recurrió y de la que espera decisión del Tribunal Administrativo del Deporte.

Por ello, el Rayo tiene en este final de temporada, para cuando se retome la competición, doce partidos, los once del resto de equipos y el suyo aplazado frente al Albacete.

Aunque sea a puerta cerrada, para afrontar este tramo final el ambiente no es el mejor. La plantilla está descontenta, la relación entre Paco Jémez y Martín Presa no pasa por su mejor momento y las peñas del Rayo, a través de un comunicado común, han pedido directamente la marcha del presidente. El siguiente capítulo de este club de los líos se escribirá en breve.