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Alba Carrillo podría ser vetada por varias firmas

La ex mujer de Feliciano López va de escándalo en escándalo con tal de seguir en primera línea, aunque sea con la imagen deteriorada

La ruptura de la pareja, que estuvo casada diez meses, está haciendo mella en la carrera de la modelo
La ruptura de la pareja, que estuvo casada diez meses, está haciendo mella en la carrera de la modelolarazon

La ex mujer de Feliciano López va de escándalo en escándalo con tal de seguir en primera línea, aunque sea con la imagen deteriorada.

«Esta chica de qué va, pero quién se ha creído», fue la frase mas repetida durante la rimbombante gala del 30 aniversario de «Elle». Si ayer comentamos lo que tuvo de brillante, hoy va el claroscuro. Lo protagonizó Alba Carrillo, parece que insoportable y distante con la Prensa, incluso sin la guardia pretoriana que cercó a Gwyneth Paltrow. Alba estuvo a su altura alejadora, como si la tuviera de modelo. La intérprete no respondía a quienes se le acercaban elogiando el favorecedor traje rojo que remarcaba su delgada figura alargada por altísimos tacones. Pudo con todos y nadie se interesó por la oscilante carrera cinematográfica de la oscarizada actriz de «Shakespeare in love», tampoco por los vaivenes sentimentales de la aparentemente dulce Elizabeth Hurley. Tampoco se preocuparon, diría que más bien se despreocuparon, del aire ausente de Olivia Palermo, que sólo aparenta no haber roto un plato en su vida. Las apariencias engañan. Pero no en la dejada por Feliciano López. Aseguran que el tenista estaba más que harto de sus pretensiones, algunas compartidas por su señora madre, que es de armas tomar como corresponde a una profesional militar.

Alba bate marcas inexistentes. Cuentan que distintas firmas de ropa la han vetado, sabiendo de los escándalos que arrastra. Además, no se habla con periodistas que supuestamente la criticaron y quizá sólo opinaron. Podría dar el nombre de un amigo, más que colega, de «Diez Minutos». Demandó a Europa Press y les pide un pastón por atentar contra su profesionalinalidad. Va de alboroto en alboroto, en programas de televisión propios y ajenos, amén de otros medios de comunicación, casi batiendo récords de enfrentamientos para seguir en primera línea, aunque sea con la imagen deteriorada, y no parece reparar en cuánto le está perjudicando todo para cuando quiera ponerse de nuevo a trabajar.

Algo de eso intuí, y no soy Rappel ni Esperanza Gracia, al coincidir con ella durante un vuelo Madrid-Miami cuando empezaba con el tenista que las vuelve locas. Las colas de emigración para entrar en Estados Unidos dan de sí y duran horas. Alba se explayó y no perdí ripio. Aunque soy dueño de una imaginación desbordada, no creí que llegase a tal grado de altivez, prepotencia y rechazo generalizado. Quizá está mal aconsejada por su representante, a la que conoció gracias a un fotógrafo que le abrió camino vía sucursal valenciana. Todavía le deben 600 euros de comisión. Los mánagers rompieron y heredó su contacto quien ahora la empuja abundando en hechos desafortunados, que en tiempos intentó inculcarme como delegada de mi entonces representante. Acabé hasta el gorro y reconozco sus modos en cada uno de los tropezones que pega la rubia, a quien María José Suárez intenta llenar de buenas intenciones, le recomienda un largo retiro espiritual.

w por encima de todos

Ni los caprichos de García Obregón, ahora abatida por el fracaso de la serie que tanto la ilusionaba (el reality «Algo pasa con Ana»); ni la soberbia de Carmen Ordóñez cuando se ponía burra, pero le podía su generosidad y señorío; ni siquiera la Antonia dell’Atte de los primeros tiempos, también tras ser dejada por el conde Lequio, nadie llegó a tal grado de insensatez imaginándose por encima de todos. Le puede la autosuficiencia, aunque a ninguna de las recordadas le llega al tacón, taconazo tratándose de Anita. No razona aunque lo parezca y prodiga los despropósitos que la han convertido en noticia, siempre desagradable o escandalosa. Esa no es la forma.

Después de ser dejada, tras diez meses de matrimonio digno de ser revelado en su intimidad –bueno, ya lo han hecho las siete empleadas de hogar que la soportaron hasta decir «¡basta!»–, inspiró simpatía y hasta lástima. Recriminamos al jugador su forma de despedirla, en actitud parecida a la que demostró cuando empezó a tener fama en esto del corazón. Primero lo hizo con el encanto de Alejandra Prat y luego durante cinco años subiendo y bajando con la mujeraza que es María José Suárez, que aún restaña aquellas heridas. A Alba Carrillo mal futuro le veo, incluso si hiciese propósito de enmienda. Ya es una mujer marcada.