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Álex Lequio no se mueve de Nueva York

El optimismo no es tanto como se ha querido transmitir en España. El conde Lequio asegura a LA RAZÓN que ni su hijo volverá para navidad, ni se traslada a Nueva Jersey ni nada ha variado en el curso de su enfermedad

Álex Lequio no se mueve de Nueva York
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Los últimos días dispararon el positivo rumor de que Álex Lequio cambiaba su tratamiento en el reconocido Memorial Sloan Kettering Cancer Center neoyorquino, que ya no dirige tras dimitir el doctor Josep Baselga, una eminencia mundial para estos enfermos, por otro en Nueva Jersey. Era un rayo de esperanza, algo positivo que inspiraba confianza. «¡Pasará las Navidades aquí!», llegó a certificarme exultante y convencido un amigo íntimo de mamá Obregón, ya ejemplo de entrega total al hijo de sus entrañas, igual que el conde Lequio, que vuela allá a la primera oportunidad. El rumor se extendió y provocó suspiros optimistas, quizá demasiado precipitados o ligeros ante el doloroso caso. Poco duró la euforia.

–¿Es cierto que vuestro hijo vendrá a pasar las Navidades con vosotros?, le pregunté al italiano con la tranquilidad de una vieja amistad y la confianza de haber sido su valedor cuando llegó a España y todos lo dejaban de lado. Monté una comida con la Prensa para que opinasen del matrimonio, Alessandro y Antonia Dell'Atte, tras tenerlos al lado. Cautivaron. Incluso cuestionaban si era sobrino o no del Rey Don Juan Carlos. Con la dignidad y el distanciamiento propio de la familia, hizo caso omiso de esa rumorología rebajadora de estirpe. Y le costó, estando casado con la llamativa Dell'Atte, elegante pero a veces estridente para la clasicorra normalidad capitalina. Les costaba creer que fuese un Borbón de los muchos que pululan. Poco les importaba que «Caro» Dado mostrase el desenfadado carácter familiar, que no fuese envarado y los encandilara con su físico y simpatía.

Almuerzos en Zarzuela

Los círculos chismosos llevaban agenda de cuántas veces almorzaban en la Zarzuela, un añadido «con clase» para los aún reticentes. Algo que la «jet» capitalina tenía entrecomillado. Luego, cuando lo visitó su abuela, la infanta Beatriz, hija de don Alfonso XIII, y su madre, arriaron velas, igual que nosotros ahora ante el tan solo supuesto –¡ay!– regreso de Álex, el hijo que colmó las ansias maternales de Anita. Se prendaron el uno del otro en una fiesta de Joy Eslava. Flechazo fulminante del que fui testigo, un enamoramiento romántico que condujo al aristócrata que resultó tan donjuán, a deshacer lo jurado ante Dios y ante los hombres. El idilio con Ana culminó en el más que veinteañero Álex, que hace cuatro años remató sus estudios universitarios.

–¿Qué quieres que te diga? ¿Qué puedo añadirte que ya no sepas? La cosa está como está y la enfermedad sigue su curso. No hay mucha novedad.

Lequio lo tiene claro. Él sabe lo que sabe e intuye y tiene conocimiento de que esa reunión pascual no se producirá, pese al optimismo que se había generado sin hablar con ninguno de los implicados.

–¿Entonces, lo de que cambiaba de tratamiento para aplicarle otro más nuevo y más intenso que no emplea el profesor Baselga?

–Esto es lo que hay, nada de lo que otros inventan. Mi hijo seguirá en Nueva York el tiempo que necesite y, hasta que los médicos decidan, siempre acompañado de su madre, que no se separa de él. Nos sostiene la esperanza. Yo viajaré cuando me lo permita el trabajo televisivo con Ana Rosa que, como sabes, es obligación diaria. Es otra fase del tratamiento en otro centro del mismo hospital, que es mejor, más moderno y dispone de unas técnicas que el otro no usa. Eso es todo. Seguirán viviendo en el apartamento de Nueva York, en el que han estado todo este tiempo, e irán a Nueva Jersey y volverán cada vez que sea necesario.

Los mensajes de la confusión

«Hoy nos vamos de Nueva York a Nueva Jersey para la última etapa del tratamiento. No quería dejar pasar más tiempo sin deciros que vuestros mensajes de apoyo nos dan la vida, gracias de corazón», fue lo que escribió Ana Obregón en Instagram y no tardó en interpretarse como un regreso inminente de su hijo a España. A la par, el propio Álex escribía de forma parecida lo que se interpretó como una mudanza a Nueva Jersey, que Alessandro aclara a este periódico que no es tal: «Capítulo segundo: hoy en españoles por el extrarradio se cierra el telón en la ciudad de los puentes, edificios eternos y calles que pecan de insomnio. Ponemos rumbo a Nueva Jersey para emprender una nueva y quisquillosa etapa del tratamiento. Siempre agradecido de vuestros mensajes de apoyo. Un beso muy fuerte a todos los luchadores y luchadoras».

Agradecimiento bajo el lema #fuckcancer

La familia e íntimos de Álex Lequio llevaron con el máximo secretismo su dolencia. Una vez que trascendió guardaron silencio durante cuatro meses hasta que madre e hijo, al unísono, agradecieron a través de sus redes los mensajes de ánimo. Repitieron hace seis días, esta vez junto con el hashtag #fuckcancer.