Familia

Campanario, desde el hospital: «Me molesta que digan que he estado entre la vida y la muerte»

María José, a su salida del hospital, tras uno de los últimos ingresos
María José, a su salida del hospital, tras uno de los últimos ingresoslarazon

Trece días lleva María José Campanario ingresada en el Hospital Puerta del Sur de Jerez de la Frontera. 312 horas eternas metida en la habitación 146, situada en la primera planta del centro hospitalario. Cuando llamas a la puerta, situada al final del pasillo, da la sensación de que vas a entrar en la suite de un hotel. Llamo flojito para no molestar. No me abren. Lo intento más fuerte, dos y hasta tres veces. Al final lo hace Remedios Torres, la madre de María José. «Pasa hija, no te habíamos oído», me dice. Efectivamente, parece una suite. A la izquierda hay un saloncito con dos sofás oscuros y una mesa. Los padres de Campanario tienen abierta la ventana y entra muchísima luz. Saludo al padre, Pepe. «Aquí estamos. Venimos a sustituir a Jesús, que ha pasado la noche con mi hija. No creo que le den el alta porque ha pasado mala noche», me informa.

Remedios me conduce hacia otra habitación. Contrasta su oscuridad. La persiana está bajada y no penetra ni un solo rayo de sol. Jesús Janeiro está de pie despidiéndose de su mujer. Cuando se da la vuelta y me ve, le cambia la cara y dice: «Adiós mami, ahora sí que me voy. Que ésta (refiriéndose a mí) lo larga todo». María José está al fondo, tumbada de lado en el sofá. En el brazo tiene una vía abierta con suero. «Te lo dice de broma», me dice cómplice en voz baja. «Ven, siéntate a mi lado», me indica para comenzar a conversar.

–¿Cómo se encuentra? Pensé que ya le habrían dado de alta.

–Yo también lo esperaba así, pero ayer el día fue horrible. Tuve fiebre y he pasado una malísima noche.

–De hecho, tiene la cara hinchada. ¿Por qué está acostada en el sofá en vez de en la cama?

–Porque es muy dura para mí. No la soporto. Además, el sofá, al tener respaldo, me sirve de apoyo para estar acostada de lado. Estoy más cómoda y Jesús, que se pasa todas las noches conmigo, puede descansar mejor. Ahora estoy mucho menos inflada. Es por la medicación.

–Pero ¿qué le ha pasado exactamente?

–Pues que fui un poco bruta. Me fui al extranjero a hacer un curso. Ya sabes que soy muy alérgica y algo me dio reacción. Acudí al ambulatorio y me pusieron una inyección. Notaba como cierto picor y pensé que era una picadura. Me volví del curso y notaba molestias, pero seguía pensando que era una picadura. De hecho, creo que el termómetro de casa está estropeado porque sentía fiebre y sudaba mucho por la noche, pero cuando me lo ponía no tenía. Así que lo dejé pasar. Incluso iba a trabajar. Hasta que un domingo le dije a mi marido que me llevase al hospital que no podía más. Me dolía muchísimo el bulto que yo creía que era una picadura.

–Un poco bruta, sí... He visto el bulto que tenía. ¿Cómo lo dejó crecer tanto?

–La verdad es que no lo sé. Pero el domingo, cuando el médico me dejó ingresada y al día siguiente me operaron, me asusté. Me dijo que no era una picadura. Todo lo ha provocado la inyección que me pusieron en el extranjero. Se contaminó con una bacteria, un estreptococo de la piel.

–También se ha dicho que podría estar ingresada por una cirugía estética...

–Ya, bueno, estoy muy cabreada con ciertas publicaciones, pero no por eso. Mira. (Me muestra en su móvil una noticia titulada: «Campanario, entre la vida y la muerte»). Es que no es verdad. No he estado a punto de morirme. Y deberían pensar que mi hija Julia está en una edad en la que lo puede leer en internet y asustarse mucho».

Remedios entra en la habitación, asiente dando la razón a su hija y comenta que ellos se asustaron mucho cuando lo leyeron.

–Menos mal que mis hijos vinieron el martes a verme y con sus propios ojos vieron cómo me encontraba.

–La verdad es que llama la atención que lleve tantos días ingresada.

–Los médicos están bajándome la medicación poco a poco y voy a permanecer en el hospital hasta que la tolere bien por vía oral. Ya me encuentro mejor. Doy paseos. Aunque estoy hasta las narices de estar aquí. Me quiero ir a casa.

–Lleva un año horrible de ingresos hospitalarios...

–Y las veces que he estado y no os habéis enterado. Sí, es verdad que he tenido mala suerte y parece que me han echado un mal de ojo, pero creo que el descubrir que soy alérgica a la profilina me va a ayudar a estar mejor. ¿Sabes que hoy han intentado colarse en mi habitación dos personas?

A María José poco a poco se le van cerrando los ojos. Se está quedando dormida. Recuerdo que me dijo que no había pasado buena noche. Abandono el hospital tranquila. Lo peor ya ha pasado.