Artistas

El artículo de Carmen Lomana: Un país cainita

Carmen Lomana en los premios de moda Telva
Carmen Lomana en los premios de moda Telvalarazon

Entre las muchas carencias espirituales que padecemos hoy está la que antes se llamaba caridad y respeto al prójimo. Parecen ya palabras en desuso ante la chulería en las formas y la manera de faltar al respeto al prójimo y humillarlo. Estos días he podido contemplar y escuchar a un conocido presentador de televisión, que no soporta que lo cuestionen o simplemente que lo ignoren y no le rindan pleitesía, tratar a un personaje –a una gran artista, una mujer– de la forma más dura y despiadada. Imagino que todos ustedes ya saben de quién estoy hablando. Isabel Pantoja, después de su entrevista y actuación en «El Hormiguero», que dio unos índices de audiencia impresionantes, ya que era la primera vez que hablada en un medio tan potente como la televisión desde su salida de la cárcel.

Isabel es una mujer que en un momento dio un consejo un poco desafortunado a una periodista, diciéndole: «Cómprate una vida». Ella ha tenido como siete. Siempre rodeada de polémica, y en muchos casos de tragedia, con todos los ingredientes para convertirla en un mito, en un icono flamenco-pop. Te podrá gustar o no, pero nunca te deja indiferente. Ha sido una fuente continúa de información para los programas y revistas amarillistas y del «cuore». Y, como mínimo, merece un respeto. Estas reacciones inquisitoriales hacia ella quizá sean producto de la rabieta de la competencia entre cadenas, no lo sé. De lo que estoy segura es de que son inadmisibles. Yo, que nunca he sido muy flamenca en mis gustos, tengo que reconocer que la primera vez que la vi actuar en el Casino de Aranjuez me emocionó. Sí, como lo oyen. No he visto a nadie moverse como ella en un escenario, cantar maravillosamente con un vestuario espectacular cuidando hasta el mínimo detalle. Desde entonces decidí que estaba completamente entregada al «Pantojismo».

Hay un pasodoble que me llega al corazón y emociona «Francisco Alegre». Se preguntarán por qué: muy sencillo, mi madre siempre me decía que cuando estaba embarazada de mí se escuchaba en todos los sitios. Isabel lo cantó de una forma que me llegó a lo más profundo de mi sensibilidad. Recuerdo que pedí bailarlo en el programa «Mira quién baila» y se lo dediqué a mi querida madre. Disfruté muchísimo bailándolo. Por estas cosas, y porque siempre que nos hemos visto ha sido adorable conmigo, me ha dolido y molestado ese trato despiadado hacia ella. Lo peor del caso, o lo mejor, según cómo se mire, es que ese programa que todo el mundo ve –aunque todos lo nieguen– estaba de capa caída y con este tirarse a la yugular de Pantoja ha pegado un subidón estos días hasta un 21% de «share». Somos un país muy cainita, que se regocija demasiado en la desgracia ajena. Pero Isabel Pantoja siempre vende, es indestructible y así se mostró en «El Hormiguero», como si nada hubiese pasado, feliz y triunfante. Resistiendo como debe ser.

Otra bronca que me tiene perpleja es la de Podemos, ensimismados en ellos mismos. Tienen un enorme narcisismo y todos los vicios de la vieja política con un endiosamiento desbordado. Su rápido crecimiento les ha sobredimensionado su rol mediático. Tan ensimismados están en su propia contemplación que ni se dan cuenta de hasta qué punto se parecen a los demás partidos, no sólo en las intrigas y conspiraciones, sino también en la guerra de facciones y en el más descarnado «quítate tú para ponerme yo». Lo más patético es que creo que esta gente no sabe qué hacer con su invento y produce pánico pensar que estuviesen, hace sólo cuatro meses, a punto de gobernarnos.