Hollywood
Grecia deja sin trabajo a Amal Clooney
El Gobierno de Tsipras puede cambiar la estrategia para recuperar los mármoles del Partenón.
Aristides Baltas, el nuevo ministro de Cultura del recién elegido Gobierno heleno, ha acaparado estos días todos los titulares. «Nuestra campaña para recuperar los mármoles del Partenón continuará, pero la estrategia para conseguirlo puede ser modificada. Estamos analizando la situación y en las próximas semanas anunciaremos si hay necesidad de cambios», recalcó. Acto seguido, «The Times» sacaba sus propias conclusiones: «Grecia se resiste al coste que supone contratar a la esposa de Clooney para salvar las piezas». La pregunta es: ¿se ha quedado Amal sin trabajo?
Pese a su glamurosa boda con el actor de Hollywood, Amal Alamuddin, convertida ya en Amal Clooney para ser correctos– ha querido seguir centrada en su labor en el prestigioso despacho de abogados Doughty Street Chambers, con sede en Londres. El currículum de la letrada es impecable. Entre sus clientes destacan Julian Assange, fundador de Wikileaks, Abdullah al-Senussi, jefe de inteligencia en Libia, y Yulia Tymoschenko, antigua primera ministra ucraniana. También es consejera de Kofi Annan y de la Liga Árabe en Siria. Mientras que unos dicen que fue su interesante personalidad lo que cautivó al galán americano, otros mantienen que el enlace es un calculado plan para preparar la entrada de éste en política. Tener al lado una mujer especializada en asuntos humanitarios no puede ser mejor carta de presentación. Y si se puede resolver además antiguos expolios, mejor.
El pasado octubre, tras su flamante boda, Amal reaparecía en el nuevo Museo de la Acrópolis para ver las metopas y el friso interior del Partenón arrebatados en 1803 por el Reino Unido. Fue el embajador británico en el Imperio otomano Thomas Bruce quien decidió que aquellas joyas de la antigüedad estarían más seguras en Londres. Amparado por la impunidad que en aquella época tenían los británicos, no sólo se llevó las esculturas sino otras pertenecientes al templo de Atenea Niké, una de las cariátides del Erecteion y varias piezas de los Propileos. En 1816, se lo vendía todo al Gobierno de su Majestad por 35.000 libras y desde entonces se exponen en el Museo Británico como las grandes estrellas de la colección.
La visita de la letrada ocupó portadas. Las autoridades griegas no se habían visto en otra igual. La foto de la mujer más buscada del momento era la mejor publicidad que podrían haber imaginado. Sin duda, un importante golpe de efecto de cara al papel que debe tomar la Unesco ante la batalla legal-cultural que desde hace cuatro décadas enfrenta a Grecia y Reino Unido.
Pero ahora todo ha quedado en «stand-by» y la abogada de origen libanés se ha centrado en la liberación del periodista de la televisión catarí Al Yazira Mohamed Fahmi, quien ha renunciado a la nacionalidad egipcia para poder ser deportado a Canadá y seguir así los pasos del australiano Peter Greste. Amal ha vuelto a ser el centro de atención tras enviar una carta al presidente egipcio Abdelfatah al Sisi pidiéndole audiencia para hablar del futuro de su cliente.
Su currículum sigue ampliándose. No obstante, la Prensa se resiste a dejar a un lado su parte más glamurosa. Lo que se pone marca estilo y las fotos de su primer San Valentín junto a su marido han llenado las páginas de los periódicos a ambos lados del Atlántico.
Visita al museo
Con todo, los mármoles del Partenón siguen siendo objeto de debate. ¿Cuál será ahora su futuro? ¿Es posible que el nuevo Gobierno heleno tire la toalla? Las autoridades guardan silencio, pero el titular del «The Times» no era del todo preciso. Primero porque Amal nunca ha sido la abogada principal en este caso. Aunque su entrada en el Museo de la Acrópolis levantó una expectación sin precedentes –los testigos describieron la escena como «un Moisés dividiendo el mar»– iba acompañada por sus compañeros Geoffrey Robertson y Normal Palmer, ambos expertos en derecho internacional y en patrimonio y herencia cultural, y que ostentan además la distinción honorífica de pertenecer al Consejo de la Reina de Inglaterra. Eran ellos realmente los que llevaban el peso. Por otra parte, el equipo de abogados se encontraba en Atenas para «asesorar» al Gobierno sobre las opciones legales disponibles. Los expertos señalan que sería «muy ingenuo» pensar que en la primera reunión se vaya a firmar ya un contrato sobre un tema tan complejo como la reunificación del Partenón. En el gobierno de coalición anterior a Syriza, varios ministros eran letrados y habrían querido dar su plena consideración y evaluarlo con sus propios asesores antes de firmar cualquier documento.
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