José María García

Gresca entre Mercedes Milá y José María García

Fue el plato fuerte de los Premios Pata Negra Guijuelo.

Mercedes Milá, junto a José María García
Mercedes Milá, junto a José María Garcíalarazon

Fue el plato fuerte de los Premios Pata Negra Guijuelo.

Fue el plato fuerte de los Premios Pata Negra Guijuelo, que

institucionalizó Álvaro Luis, radiofonista con el programa más veterano de las ondas, más aún que las exquisiteces «Nouvelle cousine» poco raciales que componen el habitual menú del Corral de la Morería. Es bastión firme e inalterable del buen flamenco. Un gran tablao que

conserva esencias sin adulteraciones turísticas. Blanca del Rey mantiene la magia de sus brazos incluso sin pasear el mantón de Manila como ya nadie hace en un escenario.

Mercedes Milá por fin cedió el condado del Montseny concedido en 1926 al abuelo de la periodista y a su hermano. La felicitaban y ella respondía con un «me basta con mi carrera. Son los títulos que ganas a pulso», subrayó ante una Antonia dell’Atte disfrutando de lo lindo y dándole a las palmas desacompasadas. Lo hizo con la renacida Natacha de Santis, hija de María Cuadra, revivida con «Vuelve San Valentín». Una cara anticipada a su tiempo como Mercedes Milá retomando antiguas polémicas no deportivas –lo de sus comienzos– con el imbatible José María García.


Entienden y comparten su adelgazamiento físico, nadie comprende lo que está pasando. Pero lo apoyan «a morí», repetían de esquina a esquina mientras Manuel de la Calva, también premiado, excusaba a Ramón Arousa «por compromisos en Miami».

Premios con sustituciones: hasta tres presentadores fallaron por incompatibilidades entre ellos, y el reparto lo guió Inma Soriano bajo encaje rojo muy entonado con la sala. Roberto Carlos rebrilló no solo por gloria futbolera, también lo hizo con su alianza de centímetro y medio en brillantes. Y como somos país de altura, sorprendieron las medidas del bailaor, con 1,86 –rozaba el techo si levantaba los brazos– y las del torero López Simón, con 1,76. Embobó a Mercedes Milá antes de engrescarse con García por Rafael Ansón.

Ex-Butanito hizo honor a su historial bélico retomando bravío,

discusiones radiofónicamente históricas. Fue un gran polemista. Mantiene genio y figura siempre añoradas. Resultó una gozada verlos garrote en mano, cual personajes goyescos, sosteniendo posturas encontradas sobre las repetidas manipulaciones de TVE. Inesperada co-protagonista de estos «pata negra». Caldeó la temperatura y los miraron pasmados de cómo conservan brío y combatividad:

–Rafa Ansón manipuló mucho el Ente porque lo obligaban, afirmó García, que hizo saltar a Mercedes y casi se le soltó el jamonazo recién recibido. Por poco lo convierte en lonchas.

–Pero, ¿qué dices, bárbaro? Ansón fue un magnífico director general y, aunque él no me contrató como algunos dicen, lo hizo de puta madre–.

Luego, ya más calmada por el taconeo floreado de Eduardo Guerrero, me comentó que «Carlos Lozano es su favorito en Gran Hermano». Y el de la mayoría. Tiene experiencia manipuladora bien administrada y no estalla tal Mercedes o la contradictoria Laura Matamoros, sin la doblez de su hermano Diego.


Cuadro flamenco con el mágico braceo de Blanca del Rey en cuarteto con Arcángel y el resto de la troupé, esencia actualizada hasta con el barbudo cantaor. «No es normal un flamenco con barba», le dije y me remitió a Camarón. No le falta razón ni facultades, observó Miriam

Díaz-Aroca, otra de las premiadas. Irónica como su radiante sonrisa iluminando mientras García seguía en sus trece demoledoras:

–Hoy en día en la tele no se hacen entrevistas sino felaciones. Rafa Ansón es un genio menos cuando estuvo en TVE.


Pensamos que el «anda jaleo, jaleo», pero suerte hubo del braceo de Blanca del Rey con elegancia insuperable bajo su cintura de veinteañera aunque pronto festejará los 70. Se habló del fracaso mexicano de José Tomás –al que le ofrecen revancha compensadora– y del fiasco esperadísimo del Fran Rivera, que mejor haría entregándose «al cuore».