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Hilaria Thomas confiesa que sufrió bulimia y anorexia en su juventud

Hilaria Thomas confiesa que sufrió bulimia y anorexia en su juventud
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La obsesión de la guapa profesora de yoga por la danza le llevó a perder peso en su adolescencia, hasta que comenzaron a rompérsele las uñas y caérsele el pelo

Haciendo gala una vez más de su sinceridad absoluta cuando se trata de compartir con sus seguidores la trayectoria vital que le ha llevado a convertirse en una gurú de la vida sana y activa, Hilaria Thomas, conocida por su exitosa carrera como profesora de yoga y por ser la esposa de Alec Baldwin, ha decidido pronunciarse ahora acerca de uno de los capítulos más oscuros de su vida marcado por los desordenes alimenticios.

Los problemas de la guapa española, que padeció bulimia y anorexia, nacieron a consecuencia de su obsesión con el baile, una disciplina a la que se dedicaba en cuerpo y alma desde su infancia.

“Sin que yo me diera cuenta, la relación hasta ese entonces sencilla y liviana que mantenía desde niña con la danza cambió y dio paso a una dinámica más oscura. Forzaba mi cuerpo hasta el límite, sin importarme el dolor o el cansancio. Ahí fue cuando, poco a poco, la anorexia y la bulimia me enredaron en sus garras”, confiesa la esposa de la estrella de cine en su libro, ‘The Living Clearly Method’.

La pérdida paulatina de peso y el castigo físico al que se sometía acabaron por pasarle factura.

“Cuando cumplí los 20 años, y con una estatura de 1’60, pesaba casi diez kilos menos de lo que debería. Las uñas se me rompían con facilidad, se me empezó a caer el pelo, no tenía el periodo y mi nivel de energía estaba por los suelos. Me sentía totalmente miserable y deseaba ponerme mejor como fuera”.

El descubrimiento de su pasión por el yoga, que muy pronto convirtió en una profesión para cumplir su sueño de abrir su propio estudio donde impartir esta disciplina milenaria, no consiguieron que comenzara a prestar más atención a su salud, sino todo lo contrario.

“Me gustaría poder decir que desde ese momento todo fue como la seda, pero algunas veces la situación tiene que empeorar mucho más antes de tocar fondo y empezar a mejorar. A pesar de que me dedicaba a ayudar a otros, no prestaba atención a mi propio cuerpo. Mi rutina consistía en largas jornadas de trabajo, y saltar las comidas se convirtió en algo habitual”.