Estados Unidos
Jerry, ¿qué será lo que tiene Murdoch?
Cuatro meses han sido suficientes para que Rupert Murdoch, de 84 años, se decidiera a pedirle matrimonio a Jerry Hall, de 59. El anuncio, como en los viejos tiempos, fue publicado en la página de nacimientos de «The Times»
Cuatro meses han sido suficientes para que Rupert Murdoch, de 84 años, se decidiera a pedirle matrimonio a Jerry Hall, de 59. El anuncio, como en los viejos tiempos, fue publicado en la página de nacimientos de «The Times»
La noticia de que Rupert Murdoch, de 84 años, dirá sí quiero a Jerry Hall, 25 años más joven, amenaza con eclipsar la posibilidad de que los científicos hayan captado por vez primera las célebres y esquivas ondas gravitacionales, predichas por la teoría de la relatividad de Albert Einstein. Ni el reciente show lactante del bolivarismo en el Congreso, ni siquiera el prodigio de haber disfrutado de varios días sin borderías tuit del filósofo Piqué (y disculpen si no es así: escribo a jueves y mi capacidad visionaria tiene límites sujetos a la tiranía del espacio/tiempo) puede equipararse al compromiso entre el hombre sinónimo de magnate y la rubia metálica que acompañó a Mick Jagger durante la guerra civil en los Stones e, incluso, durante la ulterior reconciliación. Sentimental y romántico, el anciano Murdoch anunció su dicha en un clasificado de «The Times», uno de sus (muchos) periódicos.
Claro que los rumores arreciaban desde que la pareja fue vista en el palco de la final del mundial de rugby, con Hall acaramelada y Murdoch reventón de ego y guapa texana. Lo siguiente ha sido el paseíllo por la alfombra roja de los Globos de Oro. «The Rupert and Jerry Show», reza el titular de un artículo sacamuelas en el «Guardian». Nadie en el Reino Unido olvida la desmadrada separación protagonizada hace un par de años por el dueño de la Fox y la ejecutiva china Wendi Deng. Aquellas notas manuscritas que supuestamente Deng se escribía a sí misma y en las que con fulgurante prosa, entre el lírico intimismo de Virginia Woolf y el experimentalismo locuaz de Finnegans Wake, homenajeó los muslos y el culo de Tony Blair, buen amigo de la entonces dorada dupla. De modo, pensaron algunos, que esto fue el Nuevo Laborismo. Hipotéticas fantasías animadas entre la musa del emperador y el increíble hombre menguante de una supuesta izquierda que por (de)generación no del todo espontánea acabaría en nuestro ZP.
La boda entre Hall y Murdoch me ha recordado el día, del año 2005, en que la afilada supermodelo presentó «Kept». Algo así como «Mantenido», un programa de telerrealidad donde 12 maromos, a cada cual más tonto, competían por los favores de la guapa madura. Todas las semanas Hall expulsaba a uno de los joveznos, enzarzados en una guerra por conseguir un piso de lujo, un caro deportivo y el título, oh, de acompañante oficial de Hall. El ganador, un tal Seth Frye, se quejaría luego de que había recibido un suculento cheque, pero en cuanto apagaron las cámaras no volvió a ver a Hall. También le quitaron las llaves del piso y las del coche. ¿Qué esperaba? ¿Enamorar a la que fuera Primera Dama de los Rolling Stones con hombreras pistacho que hicieron de los ochenta su particular via crucis creativo? ¿Competir seriamente con el fantasma de Mick Jagger y embrujar a la mujer que inspiró «Miss You», antigua reina del Studio 54, compañera de piso y cabaret de Grace Jones? La capacidad de autosugestión de los analfabetos funcionales que pululan por televisión no conoce aduanas. Tal vez al pobre Frye le confundió la publicidad con la que meses antes habían promocionado Kept: aquella Hall que paseaba a sus chicos/florero en una estampa que horrorizó al metro de Londres, que llegó a prohibir los anuncios.
Buen momento para recuperar «A Bigger Bang», el último disco de estudio de los Stones, publicado, sí, en 2005. Allí, encerrada entre algunas de las mejores canciones que el grupo había facturado desde el 81, brillaba incandescente «Oh No, Not You Again». Muchos apostaron a que Jagger cantaba para su ex, Hall, con versos como «Oh no, otra vez tú no/ jodiendo mi vida/ fue malo la primera vez/ no podría soportarlo una segunda». Amor después del amor, entre recuerdos y recados por los millones de dólares que cambiaban de manos. Ecos blues rock para finiquitar aquella boda balinesa que antecedió a la balinesa plaga de bodas alternativas, terapias zen y conocimiento zodiaco que hoy sufrimos. Aunque Jagger no tenga la culpa y aunque uno, con el cinismo a remojo, le desee lo mejor a la pareja que más posibilidades tiene este año para alzarse con el título de caza mayor en los tabloides «british».
Héroes menores
Del Olimpo...
David Bowie
Cualquiera que ame la belleza, la inteligencia, el rock and roll, el arte o la poesía, tras la muerte de David Bowie. Imposible condensar en 70 palabras las dimensiones del Gran Hechicero, príncipe de un tiempo en el que la cultura popular fue algo más que academias de canto y confección, cuando pudimos ser héroes y el pop viajaba de la Factory a Berlín con ropajes glam y guitarras como espadas.
... al infierno
Hugh Hefner
Que el «Playboy» no es lo que era lo sabemos desde que anunció que renunciaba a los desnudos, pero hay que reconocerle el genio indeclinable a Hugh Hefner, padre del asunto, que ha puesto a la venta su mansión por 200 millones de dólares a condición de que el tótem del hedonismo siga viviendo allí, entre pavos reales y grutas que conocieron la historia del Hollywood desmadrado, hasta su muerte.
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