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La Campos vuelve con ganas de divertirse

Estamos ante la «reentrée», que siempre resulta intrigante a nivel televisivo, y la presentadora afirma que quisiera «hacer algo muy cómico».

La Campos vuelve con ganas de divertirse
La Campos vuelve con ganas de divertirselarazon

Estamos ante la «reentrée», que siempre resulta intrigante a nivel televisivo, y la presentadora afirma que quisiera «hacer algo muy cómico».

Tiempo de reposo y repaso, pausa selectiva, hora del balance estival que esta temporada no dio grandes momentos salvo el inexplicable pero precioso posado pactado de Isabel Pantoja, que hasta envió un comunicado –algo anteriormente reservado para asuntos gubernamentales de enjundia– explicando el cómo y el por qué de que la «pillaran» abstraída, relajada, como apoltronada en un oasis de paz que no le habrá venido mal tras el fiasco de sus conciertos españoles y la poca demanda generada por el disco antológico ideado por Juan Gabriel. En otros momentos resultó su salvavidas, pero la fortuna no se repitió y ya los grandes almacenes lo ofrecen, junto al de Julio Iglesias y a una antología de Rocío Jurado, a 7,99 euros, rebajado de los 18 que marcaba a su salida al mercado. Ayer también conté que mal vendieron las fotos de su éxtasis playero. Claro que Terelu batió marcas en su última portada, donde dieron el reportaje por solo 4.000 euros.

Estamos ante la «rentrée» siempre intrigante a nivel televisivo. Las «Mañanas» de la 1, que desde el 18 próximo varían su formato remarcando cada tema, todavía cuentan con el reenganche de la hermosa y rotunda Silvia Jato, profesional de tomo y lomo que domina cualquier tema. Encandiló como habitualmente lo hace, aunque con otro estilo menos clásico, María Casado. Volverá muy adelgazada y con el pelo más rubio y cortísimo que aumenta su aparente desenfado.

Mientras, la Campos y Jorge Javier Vázquez velan armas, aunque a ella muchos la consideraban irrecuperable tras el ictus ya casi olvidado. Se deja notar frecuentemente con dolores de cabeza, una manera de mantenerse como amenaza. Teresa hizo las vacaciones malagueñas más largas de su historia. En verano no suelen verla disfrutando de su apartamento a pie de playa. Evita el gentío, «pero el resto del año vengo muchos fines de semana, especialmente los de mayo y junio», me cuenta: «Este año batí récord de un mes entero entre mi gente. A Edmundo, tan amigo del calor, le encanta».

–¿Ya tienes claro el programa de tu «rentrée»?

–Están especulando mucho sobre qué será: que si una tertulia política, que si algo comentando la actualidad. No sé, haré lo que me pidan. Personalmente me gustaría hacer algo muy cómico, tengo ganas de divertirme. Pero lo fundamental es hacer algo más.

Sus ocho años en el añorado e insuperable «¡Qué tiempo tan feliz!» sirven como pauta de lo encantadora y próxima que es en lo ligero, sin por ello perder fuste enfocando lo intenso. Con 76 años recién cumplidos, que no aparenta ni física –ay, esa sonrisa engatusadora– ni intelectualmente, fresca como una lechuga, vuelve a dar la batalla donde nadie discute su magisterio.

Es el caso de Jorge Javier, imprescindible en cualquier nuevo juego o experiencia. Pero lo más significativo es que en enero, cuando aún colean las funciones de su autobiográfico «Iba en serio», retoma los escenarios. Será una obra de dos personajes, hombre y mujer, dándole a temas musicales que animan la trama, variando así la experiencia anterior que abarrotó los teatros. Autor y director es Juan Carlos Rubio, que ya firmó su primera experiencia teatral, e inolvidables fueron sus «Padres terribles», de Cocteau, donde Naty Mistral –a la que no olvidaré– estremecía en su representación final muriendo en escena. Hizo un duro mano a mano con Amparo Rivelles. Ya no se montan duelos interpretativos así porque faltan las figuras. Un cheque al portador donde Vázquez también produce jugándose los euros. Debutan en Madrid, hacen dos semanas en el enorme Tívoli barcelonés de la calle Caspe y pisarán Bilbao y otras autonomías. El presentador justifica esta súbita determinación de alternar el teatro con la pantalla porque «me encanta estar en contacto directo con el público, algo imposible en la tele».