Famosos

María Teresa Campos habló de boda con el padre Ángel

Campos, objeto de rumores de crisis
Campos, objeto de rumores de crisislarazon

Paradójico. A mí, que vivo de preguntar, casi me acosan con los mismos interrogantes. Me los repiten donde vaya: ¿Cómo está María Teresa Campos, qué tal es Bigote Arrocet? Contesto con lo que veo, procuro no perderme detalle y en el último programa ella usó sortija –acaso mensaje subliminal– en el anular izquierdo, ancho aro con un corazón de rubíes, mientras en la mano de-recha lucía la Bulgari regalo de Edmundo. Así es ella. Quizá lo eligió el subconsciente en una situación casi de pesadilla. No la padecen, viviendo casos parecidos, Vargas Llosa e Isabel Preysler, tampoco el marqués de Griñón y Esther Doña, aunque han prodigado motivos para la befa.

No se entiende ese constante ensañamiento, tal consigna contra la maestra televisiva de sonrisa cautivadora. Semana a semana los veo y huelo. Repaso, busco gestos desaprobatorios que me permitan entender esas críticas a algo tan sencillo, difícil y envidiado como el amor. Todos sabemos que no conoce barreras, bien lo remarcó el inolvidable filme norteamericano «West Side Story». Contemplo admirado su entendimiento, la complicidad tan evidente y demostrativa de cariño, la calidez de sus gestos... Bigote siempre protegiéndola, cómo se enternece ella hasta en la mirada dejándose querer «porque nadie me ha tratado como él». No deja de repetirlo, a ver si nos enteramos tras dos años de relación que no sorprendió al principio, momento de lógica sorpresa, y nos escama tras tantos meses de convivencia, cuando Bigote transigió en dejar su cálido retiro canario, donde se había aposentado cansado de actuar mundo adelante durante medio siglo. En Las Palmas acaba de reaparecer tras cinco días encamado griposo. Lo hizo por amistad con unos gallegos dueños de una marisquería.

Entre lo que se ha escrito, aseguran que «esperarán hasta el final de la serie de “Las Campos” para anunciar su ruptura». Creen que así promocionan más lo que batió audiencias en sus dos primeras entregas, para mí más interesante la segunda. Los próximos prometen, casi centrados en los años malagueños de María Teresa, Terelu y la caústica Carmen Borrego. Esta última fue gran descubrimiento. Bigote sólo aparece en un capítulo durante una cena en el Hotel Málaga Palacio. Ojo, es dato demostrador de cómo deforman la realidad.

De «Las Campos» ya están grabados tres capítulos, tal y como se lo comentó la matriarca al Padre Ángel, que intervino en el programa para hablar de la Reina Sofía en su 78 cumpleaños, festejado en Grecia, su Ítaca siempre recuperada. Intervinieron las periodistas catalanas Mari Ángeles Alcázar, juancarlista de pro como yo, y Pilar Eyre, que no entiende –lo dudo– el enfado de Isabel Preysler por su libro, que recrea sin tapujos su matrimonio con Julio Iglesias. En él sube de grado a Alfredo Fraile apellidándolo Abad. Todos aparecen con diferentes nombres, pero cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia y detalla cómo Isabel se casó embarazada disimulando tripa con ancho cinturón. Su suegra nunca la perdonó, pero no podía tirar la primera piedra. Es documento desgarrado de cuanto tuvo de pamema y engaño aquel amor vendido en su tiempo como la gran exaltación del romanticismo conyugal.

–¿Habláis de boda?–, disparé a la Campos en una publicidad. ¿Lo elegirías como oficiante?

–Al Padre Ángel lo llamaría para todo–, contestó y sonrió como sólo ella hace cuando no quiere concretar. Me dejó escamado.