Papel
1.500 euros por ir de festival en festival
Acuden a todas las citas musicales del verano como «influencers», se hospedan en hoteles cinco estrellas invitados por diferentes patrocinadores y tienen acceso ilimitado a las instalaciones y, por supuesto, barra libre. ¿Su misión? cuidar sus «outfit», poner su mejor cara y subir sus fotos a instagram. Así es la profesión más envidiada del verano.
Son jóvenes y amantes de la música. ¿Su objetivo? Promover los festivales veraniegos en redes sociales por 1.500 euros al mes.
Si hay una palabra que todo el mundo asocia con el verano es «vacaciones». Son muchos los que se pasan el resto de meses del año planeando dónde pasarán esas preciadas semanas de libertad en julio y agosto en las que no existen las obligaciones laborales y en las que el calor aprieta más que nunca. Muy pocos, por no decir casi nadie, sueña con trabajar en época estival. Pero lo cierto es que hay labores veraniegas que se llevan con mejor humor que otras. Para ganar dinero no es necesario pasar ocho horas en una oficina o detrás de un mostrador; hay maneras de evitar llegar a septiembre con un tono de piel que se asemeje más a luz del fluorescente que a la bronceada tez que deja un buen rato bajo los rayos del sol. Con el auge de las nuevas tecnologías, y con ellas de las ya imprescindibles redes sociales, han surgido nuevas formas de ganarse la vida para las que, todo hay que decirlo, no vale cualquiera. Los que aman la música y disfrutan al máximo transmitiendo al resto del mundo sus vivencias pueden marcarse como objetivo convertirse en el próximo «festmaster». Eso sí, ya tendrá que ser el año que viene. Varias marcas de bebidas alcohólicas nacionales e internacionales han aprovechado el tirón de los «influencers» para ganar presencia en redes sociales, en especial en Instagram. En los últimos tiempos esta aplicación se ha alzado como el modo ideal para promocionar estilos de vida y también para hacer publicidad. Pero, ¿cuál es el cometido de un «festmaster»? «Quieren que vayamos a los festivales de música que se celebran por toda España en Verano como si no fuera un trabajo, que los vivamos en primera persona y lo contemos a través de publicaciones de Instagram», explica Carlos Jiménez a LA RAZÓN. Es decir, ir al festival gratis. Disfrutar de la música y subirlo a sus redes sociales. Ah, y cobrar por ello. Sí, las marcas que les seleccionan les pagan a cada uno de ellos 1.500 euros por disfrutar de la «dolce vita».
Una vez que cruzan los tornos de acceso a los recintos, los «festmasters» se olvidan de que en realidad están trabajando para ganarse un sueldo y hacen lo mismo que el resto: bailar, beber, cantar a coro y sobre todo pasarlo en grande: «Es genial, no hay nada malo en hacer esto», asevera. «Yo voy tranquilo, solo dos o tres copas al día. Si no, es muy difícil aguantar el ritmo porque algunos duran hasta tres días», añade este joven que afirma que recordará este verano durante toda su vida.
La clave para triunfar como «festmaster» es lucir cuidados «outfits», no llevar ni un pelo fuera de sitio y practicar poses estudiadas para las fotografías. Ellos son uno más entre la multitud y por eso es difícil reconocer a un uno de estos «influencers» entre la masa de gente que congregan eventos tan populares como el Mad Cool, una cita que a principios del mes de julio juntó a más de 80.000 personas cada día durante tres jornadas seguidas en una explanada del barrio madrileño de Valdebebas.
Además de su paga de 1.500 euros, estos jóvenes tienen acceso a los festivales, se les permite pedir todo lo que se les antoje sin límites en las barras y viajan por todos los rincones de la geografía española con todos los gastos pagados y hospedándose en hoteles de cinco estrellas. «Nos tratan genial, en realidad no harían falta tantos lujos». ¿Inconvenientes? A primera vista no parece que los haya. El único obstáculo que han tenido que salvar algunos es lograr hacer un hueco a estas citas con las bandas más sonadas en el panorama musical en sus apretadas agendas. Por ejemplo, la joven Aránzazu Santos es periodista y actualmente trabaja en un programa de televisión: «Me ha cuadrado todo perfecto. Como trabajo en turnos de mañana y tarde y solo algunos fines de semana he conseguido poder ir a todos los festivales». No le ha importado renunciar a días de descanso con tal de vivir la experiencia.
Los «festmasters» son personas sociables que ante todo buscan conocer gente nueva con la que compartan aficiones. Por eso, a pesar de que por contrato tienen derecho a llevar un acompañante a cada festival para que disfrute de la experiencia en las mismas condiciones que ellos, la mayoría no renuncia a vivir estas jornadas de sol y música en solitario ya que lo consideran una buena manera de ampliar su círculo de amigos. El autobús que los lleva desde el hotel hasta el recinto es un buen sitio para empezar. Por eso, en sus cuentas en redes sociales abundan «selfies» en solitario con las típicas norias luminosas y los escenarios de fondo, pero también fotos grupales en las que imperan las sonrisas y los gestos de cariño. Al fin y al cabo, los que forman esta nueva generación de «influencers» tienen muchas cosas en común. «¿Váis a Cádiz, no? ¿En autobús? Nos vemos por allí seguro», se citan.
A pesar de lo que pueda parecer, las marcas de bebidas que iniciaron un arduo proceso de selección para decidir qué jóvenes representan mejor el modo de vivir la vida que quieren transmitir no se fijaron únicamente en lo abultada que es la cifra de seguidores que aparece en su perfil de Instagram. Los «festmasters» de Ron Brugal aseguran que en su grupo hay gente de todo tipo: «Algunos tienen solo 200 seguidores y otros más de 10.000», explica Carlos.
Además, añaden que la selección ha sido muy cuidada: «Se nota que miraron las fotos, lo que transmitimos, nuestra forma de hacer las cosas», indica Carlos Jiménez, que ya acumula varias pulseras de tela en su muñeca derecha. Su próximo objetivo es este mismo fin de semana en Burriana: el firme del Arenal Sound ya está listo para recibirlos. A todos ellos les costó asimilar que estaban en la lista de seleccionados para pasar un verano diferente que a buen seguro no será fácil de olvidar. «Nos citaron para una fiesta en Madrid, y también hubo otra en Málaga. Cuando vi mi nombre en las pantallas no me lo podía creer, nunca me había tocado nada», recuerda Gabriel Rodríguez. Muchos se desplazaron a la capital desde otros puntos de la Península para probar suerte. Y 60 la tuvieron. Todos cuidan con esmero cada nueva publicación en sus redes sociales y se preocupan de utilizar los «hashtags» adecuados para que las imágenes lleguen al mayor número posible de personas. Ninguno se relaja, y por eso muchos están viendo cómo su lista de «followers» no para de crecer. Sus estilismos hablan de ellos, y por eso no dejan nada al azar a la hora de elaborar el modelito con el que se pasearán por Burriana. También se nota en la forma en la que posan delante de las cámaras: los objetivos frontales de sus teléfonos móviles arden casi con la misma intensidad que los «bafles» de los escenarios.
En los últimos tiempos, los festivales de música se han convertido en el mejor escaparate para mostrar las nuevas tendencias. Las casetas de las marcas se suceden a lo largo de los recintos; si el nombre de tu producto no luce en letras grandes en alguna gran cita musical te quedas atrás. Los festivales de música han pasado de ser una cita imperdible para los aficionados que buscaban conocer nuevas bandas y saltar entre la multitud al ritmo de los himnos de sus grupos favoritos a parecerse más a una pasarela. Puede que el evento que marque el ritmo en este sentido sea Coachella, el festival estadounidense que es casi más célebre por las modelos y los «influencer» que se pasean por su césped que por su cartel. La edición de este año, que tuvo lugar el pasado mes de abril, la encabezaron Beyoncé, Eminem y The Weeknd. El proceso de selección para los próximos «festmasters» ya está en marcha, vigile su instagram y pose como si no hubiera un mañana, quizá el «influencer» del próximo verano es usted y todavía no lo sabe.
¿Y su currículum?
Está claro que trabajos como el de «Festmasters» están más que solicitados, pero lo mejor de todo es que no hace falta tener un currículum excepcional. Es más no hace falta ni poseer ninguna experiencia. Una cara bonita, fotos y filtros a granel. Se acabó el inflar los CV para conseguir empleo.
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