Papel
«Nashville»: Culebrón a la americana
El exitoso género televisivo de los culebrones no es exclusivo de las cadenas de televisión latinas, a pesar de que la historia del medio pueda llevarnos a pensar lo contrario. Aunque ahora lo endulcemos con el término que encabeza esta página, «Placeres culpables», que surge de la expresión en inglés «guilty pleasures», en el fondo los elementos que componen ambas denominaciones se podrían definir de forma similar: series de credibilidad limitada que sobreviven gracias a giros inverosímiles y personajes habitualmente estereotipados. El matiz reside en la capacidad que tenga el guión para enrevesarse dramáticamente. Y eso es lo que hace de «Nashville», un culebrón, algo más que un placer culpable.
Porque el drama country de ABC, que hasta que derivó en lo que es parecía un producto prometedor, es una serie destinada a los amantes de los dramas románticos, los amores imposibles, las reinas de la belleza y la industria musical por igual. En la creación de Callie Khouri, que en septiembre estrenará su cuarta temporada, nos encontramos con la historia de la promesa y la estrella del country que lucharán por mantenerse en lo más alto de las listas de éxitos.
Lo que comenzó con un frío y distante saludo en un camerino se ha convertido, a lo largo de 65 episodios, en una encarnizada lucha por su lugar en la industria del country. Pero aunque los momentos en los que comparten escenario parecen una obligación, ambas mantienen una relación cordial en la que se preocupan por lo que pueda pasarle a la otra. Ya sea altruista o desinteresadamente. Porque el camino hasta lo más alto del éxito está plagado de problemas, y nunca se sabe a quién se puede necesitar pisar.
Junto a las estrellas de la música, a las que por supuesto vemos sobre el escenario y afrontando duros ensayos, nos encontramos a sus familias, sus mánagers, sus músicos y sus aspiraciones románticas, a cada cual más complicada. Porque si una surge de un hogar destrozado, la otra llega a la cima sin la aprobación familiar. Y mientras Juliette se convierte en una mujer déspota, que hace todo lo posible por mantenerse en lo más alto, Rayna afronta cada uno de sus días lamentando que el hombre de su vida sea un amor imposible.
Pero el amor y la familia no son más importantes que la competencia de turno en la concurrida escena del country, o las interminables campañas en las que deben esforzarse por vender lo mejor que saben su nueva canción. Y para hacer del retrato algo más musical, y genuino, a través de los personajes que rodean a Rayna y Juliette descubrimos a músicos veteranos poco reconocidos, jóvenes que se mantienen escribiendo canciones y sueñan con pisar un escenario, esforzados productores y adolescentes destinados a triunfar en el mundo de la canción.
Todo ello llega aderezado de un buen número de canciones country y pop que restan minutos a la historia pero añaden ciertas dosis de espectáculo musical a la producción. Además de permitir que ABC haga caja con las ventas de discos de la serie, que ya superan la media docena. Y así «Nashville» se ha convertido en un provechoso producto que, si bien perdió su rumbo, y no es lo que quería ser, es buena como culebrón impredecible.
- Lo mejor
Su capacidad para llegar a cualquier escenario, por loco que parezca, lo que obviamente también juega en su contra. Y la representación que los secundarios hacen de otro tipo de vidas que también se encuentran dentro de la industria, pero que son menos propias de las portadas.
- Lo peor
Su capacidad para desvariar y la premisa obvia, en el momento en el que la enamorada protagonista alcanza su objetivo, llega la felicidad y con ella la montonía. Por lo que un nuevo, e inesperado, drama es necesario para que el espectador tenga interés por la historia.
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