Ciencia y Tecnología
Blindar la casa a prueba de cacos
Pequeños vigilantes voladores con cámaras nocturnas, robots de seguridad con dardos que lanzan descargas... Los intrusos lo van a tener muy difícil para entrar en nuestros hogares.
Uno de los mayores temores durante la década pasada, cuando la gente planificaba su verano, era abandonar el hogar y dejarlo disponible para la acción de los amigos de lo ajeno. Es cierto que los sistemas de seguridad eran entonces cada vez más tecnológicos, con cámaras que se controlaban de modo remoto y avisos a la Policía. Pero la mayoría de los dispositivos del hogar eran medios de acción pasivos que actuaban cuando los delincuentes ya estaban dentro. El gran cambio comenzó a gestarse cuando la tecnología se convirtió en un sujeto activo en la seguridad de los hogares.
Aprovechándose de la presencia en la mayoría de las casas de robots como Roomba, droides que se encargaban de la limpieza del hogar, un grupo de científicos de la Universidad de Tokio, liderados por Takeo Igarashi, hackeó el interior de uno de ellos y lo convirtió primero en un cargador ambulante de «gadgets» y más tarde en un robot de seguridad capaz de lanzar dardos que realizaban descargas eléctricas. Cuando el robot era programado en modo vacaciones, cualquier intruso podía recibir una de las seis descargas que este centinela tenía en un disco giratorio que obedecía a una cámara. Obviamente se podía desactivar de forma remota si era necesario.
Otro sistema activo que revolucionó la seguridad fueron los drones de bolsillo. Se trata de pequeños vigilantes voladores que trabajan en grupos de al menos tres, turnándose para sobrevolar una propiedad; cuando a uno se le está acabando la batería, desciende sobre una plataforma que lo recarga y otro alza vuelo. Tienen cámaras nocturnas y la red wifi les permite enviar imágenes a la Policía de cualquiera que se acerque. Para evitar su robo o que sean operados por alguien desconocido, cuentan con un sistema biométrico que les permite reconocer a su dueño. Otro ingenio activo en la seguridad fue el desarrollado por Lutron Homeworks: luces inteligentes que se encendían y apagaban rápidamente ante cualquier intrusión, alertando de este modo a los vecinos. A éste le siguieron los interruptores que daban descargas cuando se pulsaban: cuando los cacos encendían las luces se llevaban un chasco y no nuestros bienes.
Una empresa que también ha revolucionado el mercado es i-Bell, una mirilla electrónica que logra saber quién está en la puerta de casa, aunque no estemos dentro, permite hablar con esa persona y hasta puede tomar imágenes y compararlas con las disponibles en las redes sociales para identificar a delincuentes.
GSI, una compañía de seguridad, ha creado otro gran acierto dándoles a los habitantes del hogar la posibilidad de reaccionar a tiempo para que un visitante inesperado, pero conocido, no sea sometido a las prácticas disuasorias que le esperan dentro. Antes de partir se puede dejar archivado un escáner de retina o huellas digitales de un vecino de confianza para que pueda regar las plantas. Se trata de otro sistema de protección que se oculta en el interior del hogar, en los marcos de la puerta, más precisamente, y si alguien fuerza la entrada, se activa como si de un airbag se tratase, sólo que, en lugar de estar relleno de aire, envuelve la puerta en una espuma de secado rápido que toma la consistencia de cemento. Se puede colocar en puertas y ventanas para dificultar la entrada y la salida.
Finalmente, la tecnología también ha incluido un sector fundamental: sistemas de prevención de incendios, inundaciones o tormentas que puedan dañar la estructura eléctrica de la casa, echando a perder todas las medidas de precaución.
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