Ana Boyer
India: Ana Boyer, impactada por los contrastes
Las diferencias sociales y económicas la sorprendieron
Las diferencias sociales y económicas la sorprendieron.
Se recorre el mundo junto a su marido, el tenista Fernando Verdasco, de torneo en torneo. Ahora es su día a día. Tiene juventud y tiempo para hacerlo, y es un lujo que hay que aprovechar. Los destinos a los que les lleva el circuito deportivo son innumerables, pero cuando hablamos con ella, elige un lugar que visitaron por decisión propia y sin que hubiera intereses profesionales detrás. La India. «Fue un viaje muy impactante. Durante el tiempo que estuvimos allí tuvimos la oportunidad de observar los grandes contrastes económicos y sociales que hay en el país. También pudimos visitar algunas áreas rurales para conocer a las personas que vivían en ellas y, al mismo tiempo, estar en algunas ciudades enormes, que son totalmente diferentes. Estuvimos en noviembre de 2016, hace casi dos años». Para entonces, ya barruntaba la idea de aparcar su vida profesional para volcarse en la personal. Como ella misma reconoció en alguna entrevista, era del todo imposible compaginar ambas debido al ritmo de vida tan inestable de quien se iba a convertir en su marido poco más de un año después. Demasiadas competiciones fuera de España y demasiado tiempo separados. Ya retomará sus actividades como consultora en un futuro, cuando los saltos de un lado a otro del mundo disminuyan un poco. Mientras, disfruta de esta etapa de libertad absoluta y de sus viajes, voluntarios o no. «Aquel a La India fue impresionante. Estuvimos en varios sitios por la zona de Rajastán y nos encantó conocer Udaipur. Los edificios y las vistas alrededor del Lago Pichola nos parecieron espectaculares. Un guía nos llevó a ver los principales templos y nos enseñó algunas tiendas de telas maravillosas, muy típicas allí». La ocasión también le permitió vivir una experiencia que tenía en la lista de deseos pendientes: «Nunca había ido a un safari y por fin lo hice cuando estuvimos en el parque nacional Ranthambore. Lo disfruté muchísimo. Vimos un montón de animales muy de cerca e incluso un tigre». Pero más allá del contacto tan directo con la naturaleza, nos recomienda dos de los hoteles en los que estuvieron: «Primero, The Leela Palace, en Udaipur. Está en el Lago Pichola y tiene unas vistas preciosas y muchísimo encanto. Y después, Aman-i-khas, en Ranthambore. Muy pequeño, con pocas habitaciones, ubicado en el Parque Nacional de Ranthambore. Y muy tranquilo, está en mitad de la naturaleza, y puedes aprovechar para ir precisamente de safari e intentar ver tigres, que es una experiencia muy bonita. La verdad es que me encantaría volver, pero creo que antes visitaría muchos otros sitios en los que aún no he estado. Me gustaría, por ejemplo, hacer un safari por África, en algún sitio como Kenya, Tanzania o Mozambique». Le impactó la experiencia, sin duda. Ahora toca abrir el abanico y explorar tierras africanas. Lo complicado, quizá, será agendarlo ante los compromisos profesionales de su marido.
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