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Paparazzi: en busca de la foto del verano
Barcos de seguimiento, guardias 24 horas y chivatazos para conseguir la mejor exclusiva.
Barcos de seguimiento, guardias 24 horas y chivatazos para conseguir la mejor exclusiva.
Son las siete de la mañana y Carlos –nombre ficticio ya que para este curtido paparazzi su anonimato es fundamental para conseguir exclusivas– ya está de guardia. Espera la salida de dos «celebrities» de su casa ibicenca. No sabe si conseguirá retratarles pero si lo hace se embolsará una buena recompensa. De incógnito, y con el teleobjetivo en alerta, aguarda con paciencia y acompañado de un café calentito porque la mañana está fresca. En contraste con la visión más romántica del paparazzi, la realidad deja atrás cualquier dosis de «glamour»: jornadas eternas, en condiciones complicadas y una inversión de dinero muchas veces superior a la que más tarde consiguen con la venta de las fotografías a los medios de comunicación. Para estos profesionales, la temporada de verano comienza en abril cuando los famosos empiezan a desprenderse de la ropa y a lucir cuerpo en las mejores playas y yates tanto en territorio patrio como extranjero. El clímax estival de los paparazzi es conseguir la foto del verano, ésa que se recordará por siempre y dará de qué hablar durante meses e incluso años, como aquella de la reina Doña Letizia con Doña Sofía a bordo de un yate en 2007, una instantánea por la que se pagó 300.000 euros. Pero, ¿cómo se consigue una exclusiva así? ¿Cuál sería la foto de este verano? Varios expertos paparazzi nos desvelan sus secretos y cómo se organizan este año para conseguir ser portada.
«Lo primero es analizar las revistas y los programas de televisión con más audiencia para ver las tendencias. A partir de ahí se inician los seguimientos», explica Carlos. Los puntos de mayor interés son Palma, Ibiza, Formentera, Córcega y Cerdeña. Allí es donde se reúne la «crème de la crème». Curiosamente, Marbella, otrora enclave dorado y punto de encuentro de la flor y nata ya no es lo que era y salvo la famosa gala Starlite que reúne durante 10 días a «celebrities» de todo el planeta, el resto del año ya no es un lugar interesante para los paparazzi por la falta de socialités. «En Baleares tienen casa muchos rostros conocidos, gente que a su vez goza de un círculo de amigos populares y que seguirles tiene buenos resultados asegurados. Éste es el caso, por ejemplo, de Mercedes Milá, los de la Trinca o Gestmusic. Todos ellos siempre llevan a su casa a famosos», apunta otro profesional de las exclusivas fotográficas. Así que el trabajo de los paparazzi comienza temprano en el aeropuerto de Ibiza. A las nueve de la mañana llega el primer avión desde Madrid y allí están las cámaras. Eso sí, escondidos. Se inicia el seguimiento. Si el famoso que aterriza tiene casa en la isla pitiusa y los paparazzi conocen su dirección le dejan ir sin seguirle, si no es así, se avisa a otro compañero que espera con moto a la salida del aeropuerto y, a través de la matrícula del vehículo, le persigue con discreción hasta el destino. Una vez ubicado, les dejan un día para que se asienten y pronto empezará «la caza». «Son horas y horas de espera. Si nos pagaran por las horas de espera, creo que ya nos habríamos jubilado todos», bromea Carlos.
Entre los más buscados de este verano están Sara Carbonero, David Bisbal, David Bustamante, los Preysler y por supuesto la Familia Real, aunque los expertos apuntan que estos últimos son «de otra liga». «Llegar hasta ellos es suerte y ocurre en ocasiones contadas, aun así, si les pillas, te forras», dice otro paparazzi. Bisbal es noticia por su reciente boda, la cual publicó íntegramente en las redes sociales, pero ahora interesa la foto de los recién casados disfrutando de la luna de miel. «Si se hubiera hecho la boda con exclusiva se podría haber pagado 30.000 euros. La presentadora Carbonero es otro de los objetivos veraniegos porque recientemente aseguró que le gustaría ir a por la niña, «así que si la pillamos en la playa tocándose la barriguita, aunque no esté embarazada, sería un material muy interesante por el que se podría pagar unos 15.000 euros», apunta un profesional que lleva tres décadas en busca de la mejor foto. «Eso sí, hace años este precio se hubiera duplicado, pero ahora todos los pagos se han desplomado», apunta.
Y es que los precios varían en función del mercado, del tipo de foto así como del número de personas o agencias que la hayan conseguido. Así, por ejemplo, una foto de Guti con su mujer en la playa, jugando con el agua, echándose crema y con buena calidad pueden venderse por unos 1.500 euros, eso si lo hace un sólo fotógrafo. Si hay que repartir, cada uno no se llevaría más de 200 euros. «Es algo que realmente no compensa. La inversión que hacemos para conseguir fotografías en verano es inmensa. Hay gente que vuelve de Ibiza perdiendo pasta. Mira, si están en la isla junio, julio y agosto hay que tener en cuenta que por alojamiento pagarás unos 10.000 euros, alquilar un coche cuesta otros 3.000. También hay que contar manutención y si además alquilas un barco que te puede costar unos 700 euros por día... Es una locura», apunta Carlos. Y es que la mayoría de ellos trabaja tanto «en tierra» como en mar, ya que las fotos más cotizadas son las que se realizan a bordo de los yates que surcan el Mediterráneo. La mayoría de los paparazzi tiene el carnet de patrón (lo que les reduce el gasto ya que pagar a un patrón aumenta considerablemente el precio del alquiler) y lo que hacen es trabajar en grupo. Unos esperan con prismáticos en las calas y localizan el barco en cuestión. Informan de la posición y cuándo el yate perseguido echa el ancla salen ellos con su barco de alquiler. Se ponen cerca del objetivo y hacen como si fueran amigos de vacaciones. Se bañan, fingen estar de fiesta mientras otro de los colegas, desde dentro de la embarcación, apunta con el teleobjetivo hasta conseguir la foto de los protagonistas en bikini o actitud relajada. «Uno de los clásicos de Formentera e Ibiza es el de Tita Rivera. Su barco es el ''Mata Mua'' y suelen hacer todos los veranos los mismos recorridos. Un compañero avisa de que la baronesa o Borja Thyssen han salido del puerto y comienza la persecución. «Hay veces que puedes conseguir una foto en cinco minutos o estar semanas y no dar con ella. Yo antes trabajaba 10 días al mes y me daba para vivir ese mes y parte del otro. Ahora eso es inviable», desvela Carlos. Él ha hecho absolutas locuras por conseguir un «fotón». Por ejemplo, estuvo durante dos días vestido de mendigo en una calle de Manhattan a diez grados bajo cero y un metro de nieve esperando que dos personajes salieran de su casa. Lo consiguió, pero el precio fue un gripazo con 40 de fiebre.
Los paparazzi también explican que los famosos en ocasiones «sacan tajada» de su trabajo. Por ejemplo, sabiendo que están siendo fotografiados se ponen en topless y luego cuando la imagen sale publicada denuncian a la revista en cuestión y se «enfundan» unos cuantos miles de euros por haber, supuestamente, atentado contra su intimidad. Un negocio con numerosas aristas en la que tanto famosos como paparazzi hacen caja de una u otra manera, aunque como reconocen la mayoría de los profesionales, las redes sociales están acabando con su profesión.
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