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«Review»: Cuando reír nos hace sentir incómodos

En la tercera temporada Forrest tendrá ocasión de recuperar su casa y a su familia, pero renunciará a ello para mantener su programa de televisión. Aunque le será arrebatado

El crítico profesional Forrest Macneil, personaje principal de la ficción
El crítico profesional Forrest Macneil, personaje principal de la ficciónlarazon

En la tercera temporada Forrest tendrá ocasión de recuperar su casa y a su familia, pero renunciará a ello para mantener su programa de televisión. Aunque le será arrebatado.

Aquellos que insisten en lo lúgubre que es la ficción televisiva moderna, y que para ilustrar esa opinión ponen a modo de ejemplo «The Leftovers» o «The Walking Dead», muy probablemente no sepan de lo que hablan. Y no porque las series en realidad no sean oscuras; lo son como la pez. Sin embargo, tanto esos títulos como otros con fama de sombríos como «Mr. Robot» o «The Handmaid’s Tale» son una fiesta si se comparan con «Review», una comedia aparentemente tonta e inofensiva pero capaz de empujarle a uno a hincharse a lorazepames después de verla.

A lo largo de tres temporadas, 22 episodios de alrededor de 20 minutos en total, la serie reformula la historia de Job a través de la indescriptible sensibilidad cómica de Andy Daly, al que algunos recordarán haber visto en otras perlas como «Silicon Valley» o «De culo y cuesta abajo». Interpreta a Forrest MacNeil, un crítico que tiene un programa de televisión en el que lo que valora no son películas o libros sino experiencias vitales: la audiencia contacta con él para preguntarle qué siente una persona al divorciarse, o al participar en una orgía, o al comer una cantidad absurda de crepes, y él trata de vivir cada una de esas experiencias y puntuarla después.

Una premisa así habría bastado ella sola para garantizar la diversión, pero «Review» es otra cosa, mucho mejor. Desde el punto de vista cada vez más distorsionado de Forrest, no hay profesión más noble que la suya. Criticar no es su trabajo; es su misión. Cada valoración es esencial. Ninguna petición, incluido el asesinato, está fuera de lugar. Y episodio tras episodio vemos cómo la devoción de MacNeil va consumiendo toda su vida: no solo destruye su matrimonio sino que también lo empuja a la cárcel y lo sitúa regularmente al borde de la muerte: es víctima de balazos, flechazos y apuñalamientos, se pierde en el mar durante meses y hasta lo entierran vivo. Asimismo lo vemos causar la destrucción de la casa de su padre, crear una secta y, cómo no, matar a un hombre. En la tercera temporada, que incluye varios de los momentos más hilarantes de toda la serie, Forrest llega a implicarse tanto en su trabajo que su vida se desmorona por completo. Algo de lo que, por supuesto, él se enorgullece.

Para entonces, la pregunta que una voz en off nos plantea al principio de cada episodio ha adquirido connotaciones francamente deprimentes: «La vida es, literalmente, todo lo que tenemos, ¿pero acaso es buena en algo?». Quizá lo es y quizá no; la serie no es conclusiva al respecto. Pero no hay duda de que la existencia de Forrest pinta mal.

Cierto que «Review» no es la primera ficción que intenta provocar la risa del espectador y al mismo tiempo hacerlo sentir increíblemente incómodo, pero es tal su eficacia difuminando la línea que separa ambas reacciones que quizá no sea aconsejable recomendarla a los amigos. Tampoco es conveniente ver muchos episodios del tirón, porque el bajón que podría provocarnos nos impediría apreciar todos los momentos genuinamente hilarantes que contienen. Sea como sea, es difícil de imaginar que dentro de unos años «Review» no sea una obra de culto.

La tercera temporada también se dedica a meditar con especial afán una pregunta que la serie se ha planteado desde el principio pero nunca ha logrado contestar: ¿es Forrest MacNeil una buena persona? Es verdad que deja un rastro de destrucción a su paso, que arruina su vida y las de todos sus allegados; pero por otra parte cada una de sus decisiones equivocadas es producto de su inquebrantable sentido del deber. Si quiere usted opinar al respecto tendrá que contemplar a Forrest con sus propios ojos. Después de todo, hay que verlo para creérselo.