Moda

Nuria Sardá: «Con los desfiles buscamos ser espectaculares, pero sin rozar la vulgaridad»

Cuando se cumplen diez años desde que se convirtiera en la directora creativa de la marca, Nuria Sardá rinde homenaje a su padre con la colección que el viernes presentó en la Fashion Week Madrid

Nuria Sardá
Nuria Sardálarazon

Cuando se cumplen diez años desde que se convirtiera en la directora creativa de la marca, Nuria Sardá rinde homenaje a su padre con la colección que el viernes presentó en la Fashion Week Madrid.

Nuria Sardá es pequeña, rubia, sonriente y con una energía desbordante. Se le nota que le apasiona lo que hace. Y contagia el entusiasmo. Empezó a trabajar con su padre, Andrés Sardá, en la creación, en 1996, y fue tomando el testigo de una manera muy gradual y suave. Estuvieron muchos años trabajando codo con codo hasta que, en 2008, al vender la empresa, él, que ya tenía Alzheimer, se retiró de todo. Entonces Nuria se quedó sola al frente de la creación, pero sin que el recuerdo de su padre y de lo aprendido le abandonaran nunca. No se sabe si el talento se hereda, pero en casos como éste, yo me atrevería a jurar que sí. «El talento, no lo creo –dice Nuria–, pero tal vez sí la sensibilidad o el amor por la empresa. Yo creo que algo de la creatividad está en los genes y se puede transmitir. En mi familia hay pintores, artistas, creativos de todo tipo... ¡Y todos somos disléxicos! El talento no lo sé, pero es cierto que hay diferentes tipos de inteligencia y quizá la creativa sea un poco hereditaria».

En una marca con la tradición de Andrés Sardá hay muchos aspectos que siempre permanecen inalterables, pero otros requieren una constante renovación. Y Nuria, desde el principio, puso su marchamo a lo que hacía: «Empecé en el mundo comercial, en la exportación. En Alemania primero y en Francia después. Y ese fue mi primer reto importante. Después me hice cargo del departamento de exportación y eso me dio una visión del mercado, de nuestros clientes y de la competencia, que me ayudó muchísimo al pasar a la creación, que supuso un cambio brutal. Mi padre pensó que alguien de nuestra familia, con nuestro ADN, tenía que seguir ahí y eso fue más que un reto: me cambió la vida».

Proteger el ADN Sardá

También debió suponer un cambio la venta de la empresa al grupo Van de Velde, al que pertenecen desde 2008: «Pues sí, pero fue buenísimo para nosotros porque nos permitió pasar de una empresa familiar a otra familiar, pero multinacional, que cotiza en Bolsa y que nos entendió muy bien y nos ayudó a hacer cambios que eran básicos. Eso sí, supuso un esfuerzo porque había que proteger el ADN de Andrés Sardá y no dejar que se diluyera dentro de un grupo tan grande».

No lo podría haber hecho cualquiera. Se necesitaba una mujer de la familia, tan perfeccionista como Nuria Sardá: «El perfeccionismo me viene de mi padre, que siempre decía que nunca hay que estar satisfecho, sino buscar mejorarse. Eso es lo que te hace conseguir que una empresa con más 50 años siga conectando con la realidad del mercado y avanzando».

Colección personal

Hablamos de muchas cosas y le digo que moriría, más que por ver su armario, por ver su cajón de la ropa interior y de baño (se ríe): «Me lo han pedido alguna vez y un día lo tendría que hacer. Me gusta mucho la ropa interior. Además de la nuestra me gusta probar la de la competencia, es la mejor manera de valorar lo que hay en el mercado. Y sí, mi colección personal es bastante extensa. Es que no soy de las que tira, sino de las que guarda». Le digo que eso es porque tiene ropa interior de buena calidad. La otra no dura tanto. «La buena dura mucho. Nuestros clientes dicen que, a veces, demasiado. La calidad no se percibe a primera vista, pero luego se nota el tratamiento de las lycras para resistir mejor al cloro, al sol, a las cremas solares... Igual que en las gomas interiores, la costura. Nosotros ofrecemos calidad en todos los sentidos y queremos que la clienta no note que las lleva, solo lo bien que le sientan y lo cómoda que está con ellas y que le dure».

Está claro que Nuria Sardá vende bien su producto, pero en la distancia corta pues no hace campañas de publicidad. «No somos de hacerlas. Es que nuestro producto se dirige a un público muy limitado, aunque sea bastante variado. No quiere decir que se limite por clase social, porque hay gente que tiene una sensibilidad por la ropa interior y ahorra para hacer esa inversión, pero sí que nunca hemos creído en las grandes campañas. Preferimos hacer una imagen de calidad, cuidarla muchísimo e invertir en fotógrafos y en los puntos de venta. Además, ahora están las redes sociales y la comunicación online, que son importantísimas para nosotros».

Es curioso que los bisabuelos de Nuria se dedicaban a las mantillas. Llevó una suya en los años 50 la mismísima Jackie Kennedy. Y pienso que desde la mantilla hasta la ropa de baño e interior va un gran trecho. «Y más en aquellos años en los que fue una revolución. Se trataba de una España cerrada a la importación de materias en la que la ropa interior no era moda, sino algo casi ortopédico y funcional del que cada cual tenía su modelo, lo usaba en dos colores y de por vida. Aportar fantasía, bienestar, alegría y calidad de imagen fue algo súper innovador. Lo que hizo mi padre de pasar del encaje de las mantillas a la ropa interior fue una locura. Y más, atreverse a hacer colecciones internacionales que pudieran competir en el mundo entero. Unió la moda, la ropa interior y la imagen haciendo campañas con Hamilton, algo que fue muy revolucionario».

Tanto como lo ha sido el desfile de este año, lleno de color y con Mario Vaquerizo (por primera vez un hombre en una de sus pasarelas) paseando con garbo entre las modelos. «Se trata de una colección inspirada en los 80 y de ahí el color, los tejidos y Mario». Un desfile original y elegantísimo. Y no es fácil en la ropa más íntima, donde no es raro pasarse de soez o quedarse en ñoño. «Yo siempre digo que nuestros desfiles han de ser espectaculares, pero sin rozar la vulgaridad. Es muy complicado, pero es lo que siempre nos proponemos y tratamos de conseguir». Lo hacen. Doy fe. «Tenemos un estilo que puede no gustar a todo el mundo, pero queremos que a toda mujer que le guste se lo pueda poner. La empresa que nos compró es especialista en tallas grandes. Así que hemos aprendido muchísimo y ahora hacemos un abanico de tallas importante».