La columna de Carla de la Lá

Yo veo a todos los pelirrojos iguales

Beatriz de la Cova no ha sido la primera profesional succionada por este monstruo de la literalidad que es España, ni será la última. Pronto se nos impondrán penas griegas a los periodistas. Seremos objeto de los castigos ejemplarizantes del mundo clásico: beberemos cicuta como Sócrates o se nos condenará al ostracismo bajo esta nueva autoridad invisible, profundamente antiliberal, totalitaria y adanista.

Yo veo a todos los pelirrojos iguales
Yo veo a todos los pelirrojos igualeslarazon

Beatriz de la Cova no ha sido la primera profesional succionada por este monstruo de la literalidad que es España, ni será la última. Pronto se nos impondrán penas griegas a los periodistas. Seremos objeto de los castigos ejemplarizantes del mundo clásico: beberemos cicuta como Sócrates o se nos condenará al ostracismo bajo esta nueva autoridad invisible, profundamente antiliberal, totalitaria y adanista.

Lo siento, y con permiso de Meghan Markle, quizá tenga que graduarme una vez más, en esta cuesta abajo que son los cuarenta hacia las gafas de culo de vaso, pero es así.

Yo misma, que como ya imaginarán ustedes, soy mi compañía más habitual, además de mi apego más seguro y la relación más duradera que he tenido, a veces no distingo mi propia cara de mis rodillas es horrible, dramático; pero no se apuren, porque, al igual que Allen, pienso que los seres humanos basculamos entre lo horrible y lo miserable, en esas dos categorías, y soy bastante tolerante con ellas y con casi todas las inconveniencias humanas, las propias y las ajenas.

A unos les mueve la vanidad, a otros el miedo o simplemente la estupidez, somos débiles, adolecemos, pero entre todos los seres humanos destaca un grupo insoportable para esta su cronista favorita, aquellos a los que principalmente les mueve la indignación.

La indignación, además de aburridísima es peligrosa para las sociedades porque despierta la irracionalidad de la masa. Y, con esta la autoridad paternalista, el poder omnímodo y la disciplina castrense como únicas formas de salvaguardar su integridad.

Beatriz Moreno de la Cova no ha sido la primera profesional de los medios incomprendida, malinterpretada y succionada por este monstruo de la literalidad en que se está convirtiendo España, ni será la última porque estamos perdiendo la capacidad de abstraer, de razonar e interpretar.

Pronto se nos impondrán penas griegas a los periodistas, escritores, tertulianos y a cualquiera que se manifieste públicamente; y a la máquina devoradora succionadora de almas no le bastará con un simple despido. Decapitarnos profesionalmente no será suficiente y comenzaremos a ser objeto de los castigos ejemplarizantes del mundo clásico: beberemos cicuta como Sócrates o se nos condenará al ostracismo.

Esta nueva autoridad invisible, profundamente antiliberal y adanista, quiere destruir el mundo tal como lo conocemos, vaciarnos y desdoblarnos y ver nacer una nueva era, una distopía que imagino pavorosa, donde se controle no ya lo que hacemos sino lo que pensamos.

Verán queridos, en el nuevo régimen todos nuestros wasaps serán estudiados, sojuzgados: no existirá la vida privada ni tendremos derecho a la intimidad de nuestras casas, ni siquiera dentro de nuestras cabezas.

La ideología de género, será elevada a todos los aspectos de la vida, ser hombre o mujer estará ilegalizado y no tendremos derecho a la memoria histórica para lo que con totalitaria eficiencia se destruirán los libros y documentos que nos recuerden que alguna vez hombres y mujeres gozamos de ciertas cotas de libertad.

Por supuesto, se desarrollarán las oportunas adaptaciones del lenguaje; ya no se hablará de razas, ni de niños o niñas, ni mucho menos de arcaísmos como damas o caballeros... (estos conceptos ostentarán además el agravante de clasismo). Se nos impondrá la neo lengua, basándose en el principio de que lo que no forma parte del vocabulario legal, no puede se pensado y la ubicua policía del pensamiento practicará la vigilancia masiva y la represión política y social.

En mis peores pesadillas distópicas, se aceptará que ser varón o hembra es un constructo ideológico artificial y que hay que revertirlo, la heterosexualidad será un trasunto cultural abominable y para igualarnos a todos se les suministrará progesterona y oxitocina a los hombres y a las mujeres testosterona y vasopresina.

El matrimonio como institución será anulado y prohibido y dará paso a una nueva asociación formada por cuantas personas o animales deseen incorporarse a ella. El antiespecismo campará en el mundo y nos alimentaremos de piensos, porque nadie volverá a comer carne, ni pescado, ni huevos (las gallinas sólo se relacionarán con los gallos de su agrado cuando lo deseen).

Ya no tendremos propiedades ni autonomía económica. Viviremos en pequeñas madrigueras autoabastecidas de energía renovable donde, no pondremos ni la calefacción ni el aire acondicionado. No compraremos nada nunca y vestiremos idénticos uniformes hasta que se desgarren y los sustituyamos por otros similares.

Se acabará la cosmética, el jabón, las bañeras e incluso las duchas serán vedadas; la industria de la moda y la decoración desaparecerán porque en la nueva era no tendrán sentido los ornamentos ni los gastos innecesarios de energía ni mucho menos los alardes de nada distinto de la virtud ecologista y el estoicismo.

Las actividades intelectuales serán aniquiladas y condenadas; el Arte y los artistas morirán (puede que físicamente) puesto que en el Arte es consustancial la rebeldía y el cuestionar la sociedad y el sistema con los que nadie podrá estar en desacuerdo.

En la nueva era solo trabajarán fuera de casa los ciudadanos de sexo masculino para reducir los transportes y las emisiones contaminantes; los ciudadanos de sexo femenino amamantarán a los niños hasta la pubertad para ahorrar en agua y productos de proximidad. El parto será obligatorio como en la Rumanía de Ceauçescu, pero esta vez sin anestesia....

Y, a todo esto, amigues, ¿saben de dónde viene la expresión “cogérsela con papel de fumar”? Recuerdo que hace muchos años vivió en casa una niñera que empleaba esa expresión, pero, ¿qué es lo que uno ha de cogerse? ¿el miembro viril metafóricamente hablando? ¿o sea el pene?

¿Pero por qué se la tiene uno que coger con papel de fumar? Suena muy mal, no tanto como las expresiones no inclusivas, pero suena mal.

Se llamaba Lucy y era una niñera brasileña mulata (¿está prohibido decir niñera, brasileña o mulata?); también decía, “todos los hombres son iguales, lo único que cambia es el número de móvil” (¿está prohibido decir iguales y decir hombres?).

No sé si el Homo Indignéticus (Evolución del Homo Sovieticus hacia la indignación) se la cogerá o no con papel de fumar lo que tengo muy claro es que se está haciendo la picha, un lío.