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Álex Rovira: «La alegría no se piensa, la felicidad, sí»

Vuelve el superventas de los libros de autoayuda con un alegato al «buen rollo»

Álex Rovira: «La alegría no se piensa, la felicidad, sí»
Álex Rovira: «La alegría no se piensa, la felicidad, sí»larazon

Vuelve el superventas de los libros de autoayuda con un alegato al «buen rollo»

Después de cinco años sin editar ha escrito «Alegría» (Planeta) junto con Francesc Miralles. Un alegato para poner la sonrisa en los rostros aunque la realidad se ponga difícil.

–¿Estamos obsesionados con ser alegres?

–No, hace un tiempo en el pasado sí que hubo una tendencia muy fuerte a hablar de la felicidad, a investigarla. Creo que la alegría, curiosamente, ha sido una emoción muy desterrada. No hay obsesión por ella, es más, a lo largo de la historia se ha investigado muy poco. Sí se ha hecho mucho más con la tristeza, el miedo, el odio o la rabia. También los filósofos se han ocupado de ella muy poco, pero sí Spinoza, Montaigne, algo Nietzsche, Menos Bergson y algo Sartre. Luego, si entiendes como filosofía el taoísmo y el mensaje de Jesucristo, también hablaron de ella, pero en un índice mucho menor que otras emociones como la tristeza.

–¿Y por qué ese empecinarse en la tristeza?

–Porque nos causa dolor y porque la alegría durante mucho tiempo y en muchas culturas, por la carga religiosa del sufrimiento, de la culpa, de la redención, no estaba bien vista. Te tenías que ganar el cielo y allí sí que serías feliz, pero no aquí.

–Vamos que toda la culpa la tiene el Sermón de la Montaña.

–(Risas) No, creo que no, pienso que todo viene de la intención que han tenido los hombres a lo largo de la historia de convertir la religión en un instrumento de poder.

–Pero concréteme, ¿en el Valle de Josafat se salvarán los tristes o los alegres?

–Yo es que no creo en el Valle de Josafat ni en el Juicio Final (risas).

–Y además no cabemos todos, claro...

–Es un problema logístico grande (más risas).

–¡Le veo muy alegre!

–Es que usted me hace reír con sus preguntas...

–A veces la alegría también puede producir pena.

–La alegría no se piensa, la felicidad sí. Si le pregunto si es feliz se lo tendrá que pensar, porque se ponen en cuestión varios ámbitos de nuestra vida. A veces es difícil. Uno no puede ser feliz aunque las cosas le vayan bien porque su entorno está perjudicado, pero la alegría no se piensa, se siente. Por eso la alegría nos resulta fascinante, es algo inmediato, es puro, pero a la vez puede jugar distintos roles. La tristeza nos informa de la pérdida y el miedo de la agresión, la rabia pone una frontera de defensa... Puede generar muchas cosas la alegría y sólo hay que ver lo que escriben filósofos y pensadores como Krishnamurti o Ramakrishna. No se ha estudiado suficientemente la dialéctica de las emociones porque de una profunda tristeza puede surgir la alegría.

–¿Cree que las empresas farmacéuticas se forrarán vendiendo píldoras para estar alegres?

–Creo que la alegría se puede expresar de muchas maneras, desde el éxtasis o el gozo espiritual hasta el deseo físico, el placer. A veces se confunden. La alegría tiene mucho más de profundo que de intenso. Las drogas pueden provocar excitaciones, euforia, pero difícilmente pueden provocar alegrías. Fíjese, el placer siempre pide más intensidad, puede ser programado, la alegría no. Es sorpresiva, gratuita, por eso hay que crear ámbitos en los que se produzca porque no admite imposiciones, ni incluso, me atrevo a decirle, ninguna pastilla.

–¿En Occidente la alegría es distinta a la que se produce en Oriente?

–No, por lo que he podido observar y por lo que he podido leer, la alegría es lo que es, pero los catalizadores sí son distintos. Si nos ponemos a mirar qué nos provoca alegría, lo esencial siempre es lo mismo. Cuántas veces nos perdemos la alegría buscando la pequeña felicidad. El vínculo de afecto, la gratitud por lo que es y el contacto con la naturaleza, con lo esencial que normalmente se expresa en contextos poco artificiosos.

–¿Usted qué recomienda, dar un paseo o leerse su libro?

–Las dos cosas, siempre que el libro le guste al que lo está leyendo. Es una de las mayores fuentes de alegría y placer. El papel impreso me da mucha alegría, la sorpresa de aprender me da mucha alegría, pero soy un gran paseador. Por el monte, por el campo, con mis perros, y es uno de los momentos de mayor goce que existe. Son alegrías distintas, una es más introvertida y otra es extrovertida, la del campo y la del papel del lápiz. Una nos sana el cuerpo y otra el alma.

–Sin lápiz y papel no somos nada.

–Por lo menos yo, aunque tengo dispositivos electrónicos, pero hay una erótica en el papel y el lápiz, una alegría en la palabra. Ramón Llull decía que la palabra es el arma más poderosa y estoy convencido de ello. Porque si en lo físico somos química, en lo psíquico somos palabra.

–¿Y a este mundo a qué hemos venido? ¿A ser felices?

–No lo sé, porque la construcción del sentido de la vida es totalmente subjetiva. Es más, creo que el sentido de la vida merece la pena planteárselo cuando la vida carece de sentido.

–Seguiremos intentándolo...

–O no, también es muy interesante vivir en el misterio del no saber.