Sevilla

Contra Rajoy el PSOE vivía mejor

Susana Díaz y Pedro Sánchez, en un acto en Sevilla
Susana Díaz y Pedro Sánchez, en un acto en Sevillalarazon

“Forjemos una nueva alianza. Susana, tú en San Telmo, y yo en la Moncloa». Las palabras de Pedro Sánchez en el mitin del 13 de marzo de 2015 en Vícar previo a las elecciones autonómicas de aquel año han resultado ser proféticas. Cuando las pronunció el ahora presidente del Gobierno escocieron en el PSOE andaluz porque Susana Díaz andaba buscando reengancharse al tren nacional que dejó escapar en el verano de 2014, en el Congreso del relevo de Alfredo Pérez Rubalcaba. Pedro Sánchez no resultó ser el regente sumiso que le guardara el puesto a Susana Díaz hasta que ésta pisara el trampolín de una contundente victoria electoral en Andalucía. Ése era el plan. Tres años después de aquellas palabras en el mitin de Vícar Pedro Sánchez ha llegado en coche oficial a la Moncloa y ha ocupado el despacho mientras que Susana Díaz aguarda en San Telmo la fecha de unas próximas elecciones que serán decisivas en su carrera política. Sánchez ganó contra pronóstico a Susana Díaz en las primarias de hace un año y ahora se ha encaramado contra pronóstico a la presidencia del Gobierno, desde la que tiene el camino más fácil –sobre todo tiene el Boletín Oficial del Estado (BOE)– para preparar al Partido Socialista de cara a los comicios generales. Susana Díaz fue una de las primeras en felicitarle vía Twitter –«cuenta con todo mi apoyo»– pero las heridas de la guerra interna, con la batalla cruenta del motín en Ferraz de aquel cónclave tumultuario del que salió Pedro Sánchez por la puerta del garaje aún no se han cerrado. Quedan dos procesos electorales que serán definitivos en el combate interno entre los dos dirigentes aunque de momento Pedro Sánchez gana ventaja: ya está en la Moncloa.

Después de Mariano Rajoy la segunda persona más agraviada por la moción de censura es Susana Díaz. En primer lugar, porque el secretario general del PSOE culmina victorioso –de momento– una carrera en la que le han llovido las granadas y le han silbado de cerca las balas en su propio partido. Y en segundo lugar, y sobre todo, porque Susana Díaz se queda ahora sin el principal discurso político en el que ha volcado su acción en el último lustro: la confrontación con el Gobierno central. En las próximos días los socialistas andaluces comprobarán que contra Rajoy vivían bastante mejor.

La reforma del sistema de financiación, las insuficientes inversiones del Estado –que mantendrá Pedro Sánchez porque no va a tocar los Presupuestos de 2018–, la reforma laboral, el umbral de déficit, la exigua tasa de reposición, la jornada de 35 horas, la regla de gasto o los intereses «abusivos» del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) han sido objeto de constantes críticas por parte del Ejecutivo de Susana Díaz en los últimos años. Y en base a esas críticas ha construido un relato del agravio y el maltrato que en las actuales circunstancias, con un gobierno del mismo color en Madrid y en Andalucía, tiene menos visos de funcionar. Susana Díaz se dirigió a Pedro Sánchez en el XIII Congreso Regional que se celebró en un hotel de Sevilla para pedirle que no la hiciera elegir entre su lealtad como presidenta de la Junta y como secretaria general del partido en Andalucía. Esto es, un aviso a navegantes porque los intereses de los andaluces estarían siempre por delante de los del Partido Socialista. Con Pedro Sánchez en la Moncloa llega la prueba del algodón. Susana Díaz tendrá que elegir entre la disciplina de partido o la guerra en la distancia con Pedro Sánchez. Contra Rajoy el PSOE vivía mejor.