Sevilla

Coria, Oriente y Occidente

María León y Dani Rovira, en una escena de la película «Los Japón» / La Razón
María León y Dani Rovira, en una escena de la película «Los Japón» / La Razónlarazon

A su paso por Coria del Río, el Guadalquivir que la apellida coge color cobrizo mientras avanza penosamente hacia la desembocadura y se asemeja en esta zona del valle a un estanque de arcilla. O quizá sea más como una balsa de mercurio. Las barcas de pescadores y las plataformas remolcadoras se asoman entre los juncos y los árboles silvestres que salpican la ribera, ocultando una vida antigua, el poso de los milenios que suma el pueblo. Por estas aguas, hace cuatro siglos, una expedición japonesa con credencial diplomática fondeó el embarcadero. Los corianos tienen ese detalle muy presente.

En 2014, el entonces príncipe heredero de Japón, Naruhito, visitó esta localidad a la vera de Sevilla para reverdecer un singular episodio de la historia. En el siglo XVII, una misión de samuráis japoneses encabezada por Hasekura Tsunenaga cursó visita diplomática a la corte de los Austria, adonde no recalaron todos los miembros de la expedición. Algunos se establecieron en Coria. Según cuentan los corianos, hubo mixturas. El apellido Japón lo pone de relieve. Son los aproximadamente 600 descendientes de aquella visita cuyo legado quiso conocer Naruhito y del que ahora viven no pocos lugareños.

«Faltan más turistas», explica Jesús junto al estadio de fútbol. Este coriano de cincuenta y pocos años viene cantando que el Misisipi es el Guadalquivir con más negritos y que el Guadalquivir es el Misisipi con más salero. «Es una habanera preciosa», realza ufanamente mientras relata las cosas que hace durante las vacaciones. Aunque es maestro de escuela, dice no darle vueltas a la cabeza para buscar la forma de ordeñar la vaca de las ubres de oro. «Si no hay cosa rara, el futuro es el turismo». En Coria no es extraño ya ver a japoneses dando vueltas por el pueblo. «Algo tiene que ver aquella visita de quien hoy es su emperador», dice Jesús.

El vínculo coriano-nipón no se limita al apellido. Tampoco al goteo oriental de turistas que brujulean a lo largo del paseo fluvial. Jesús no puede parar de discurrir. «Por muy aficionados que sean los japoneses al pescado, no creo que les entusiasme la fritura del albur; otra cosa sería el arroz con pato», vacila en voz alta. En el pueblo hay ya vecinos que se dedican a destilar sake, el licor típicamente japonés. «Las patas de cangrejo, la carne de caza... quién sabe», sigue pensando Jesús mientras saluda a alguien. Algo habrá que crear para encontrar el modo de hacer lo intangible contante, sonante y, por supuesto, tangible.

Sobre los vínculos entre Coria y Japón ha recreado todo lo anterior el director de cine Álvaro Díaz Lorenzo. Protagonizada por Dani Rovira y María León, «Los Japón» es una comedia producida por Atresmedia y distribuida por Warner Bros que ha venido a estrenarse en medio de un fervor por el exotismo en Coria. Principalmente si es turista y el gasto, dadivoso. A Juana, ama de casa que roza la setentena, le parece bien que venga quien venga, «menos si vienen a robar». Vecina de la calle Betis, cerca del cauce del río, Juana no ha visto la película, pero tiene para ella que será buena si hace reír a los que la ven. «De llorar estamos aburridos», apunta.

La película, que ha pasado por el Festival de Málaga, propicia la risa mediante la comparación entre las dos sociedades, lejanas no sólo en lo geográfico. Rovira es en la cinta Paco Japón, un coriano que viene a ser emperador de Japón por un mero giro del destino. Su estancia y la de toda la familia en el país oriental provoca una ristra de acontecimientos que revelan mediante el humor y la parodia las diferencias culturales entre la mentalidad nipona y la sevillana. Podrían haberla titulado «Ocho apellidos japoneses», o sea, pero no.

A Jesús lo que le preocupa son los flujos, pero no los del agua que baja el río sino los relacionados con la afluencia de gente. De unos años a esta parte, asegura, se han acentuado los visitantes. Principalmente, al menos todavía, son de capitalinos y oriundos de la comarca. «Incluso de más allá», añade Jesús, quien busca como un condenado dejar la enseñanza y convertirse en empresario. Y Japón está en sus sueños. «El flamenco puede ser clave». El Ayuntamiento, por si acaso, tiene una delegación de relaciones con Tokio. Todo sea por la marca.

Desde la visita del samurái Hasekura Tsunenaga, la corriente orientalista se mezcla en el imaginario colectivo coriano con un innegable acento atlántico. La geología manda. A Coria la inunda la brisa del océano por la pista del Guadalquivir. Oriente-occidente. Esta primavera tardía es reflejo del contraste bipolar del pueblo.