Sucesos
«¡Cuatro años en la cárcel y he salido peor que entré!»
El presunto parricida del Polígono de San Pablo, drogadicto con problemas mentales, maldecía su suerte tras apuñalar y matar a su padre
El presunto parricida del Polígono de San Pablo, drogadicto con problemas mentales, maldecía su suerte tras apuñalar y matar a su padre.
–Quique es un buen chaval. Yo lo conozco. ¡Cómo jugaba al fútbol, aún lo recuerdo! Pero está malito...
–¿Drogas?
–Los nervios, tú sabes, los nervios... No estaba bien de aquí (se señala la cabeza). Lo conozco, no es mala persona.
La noche había sido muy larga para los vecinos del barrio «D» del Polígono de San Pablo, que no daban crédito a lo sucedido horas antes. En Gitanillo de Triana, junto a la calle Tesalónica, muy cerca de la avenida Pedro Romero, un joven de 37 años había acabado con la vida de su padre tras una discusión en mitad de la madrugada –según los testigos y personas cercanas a la familia– por negarle dinero para comprar cocaína, a la que era adicto. Una mezcla explosiva con las pastillas que tomaba por sus problemas psíquicos. Quique habría asestado a su progenitor, de 56 años y con el que vivía, entre seis y siete puñaladas en el abdomen y los brazos que provocaron que se desangrara en muy poco tiempo. Lejos de huir, el agresor comenzó a entrar y salir de la vivienda gritando con las manos ensangrentadas y dejando todo un reguero de sangre, fruto de los cortes que también recibió en el fragor de la pelea, entre los vehículos estacionados en la plazoleta, maldiciendo su suerte. «¡Cuatro años en la cárcel y he salido peor de lo que entré!», aseguran los vecinos que decía. Palabras que se cruzaban con gritos de mujer, familia directa que vive en otro piso del mismo bloque –abuelos del agresor–, quien precisaría más tarde asistencia médica.
La llamada de un vecino a la Policía alertando de la reyerta, al filo de las 5:20 horas, se produjo mientras Quique seguía fuera de sí en plena calle sin camisa y gritando sin parar. «Tu padre es un perro que me ha metido en esto y y el mío también», se podía escuchar. Entre salida y entrada había arrojado a la calle ropa, enseres y probablemente el arma homicida –un cuchillo de grandes dimensiones que se hallaba en el piso–, junto con un bote de medicamentos. «¡Todo por culpa de las pastillas, no vuelvo a tomarlas!», gritaba hasta que llegó la Policía Nacional. Tirado en el suelo boca abajo, el agresor fue primero esposado y luego atendido de las heridas en un hospital antes de ser trasladado a dependencias policiales a la espera de pasar a disposición judicial.
Miembros del 061 y del departamento de homicidios no tardaron en llegar al domicilio. Los primeros no pudieron más que certificar el fallecimiento del padre. Los segundos acordonaron la zona y buscaron pruebas tanto en el interior como en el exterior, documentando gráficamente lo sucedido.
Las trifulcas, según los vecinos, eran habituales entre ambos, pero jamás pensaron que podría dar lugar a la tragedia vivida. «Todo te cambia en un segundo, le saltaría la chispa y... No estaba bien», repite un conocido. El cadáver de la víctima fue trasladado al Instituto Forense para realizarle la autopsia. La familia se encuentra destrozada por los fatales acontecimientos. La Policía Nacional no confirmó a este diario si el detenido tenía antecedentes penales, como se podría presuponer de sus propias palabras o éste se refería a un internamiento psiquiátrico previo.
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