Andalucía

De paso a trono: en busca de la otra Semana Santa

Un patrimonio por descubrir sin masificaciones

La Semana Santa de Antequera es una de las más peculiares y valiosas de Andalucía
La Semana Santa de Antequera es una de las más peculiares y valiosas de Andalucíalarazon

No es un espejismo aunque las temperaturas en Andalucía parecen ya propias del verano: la Semana Santa ya está en puertas y se quedará durante 8 jornadas de procesiones hasta el próximo domingo. Es cierto que hay quien no soporta ver un capirote aparecer por una esquina y que la saturación «kofrade» provoca que incluso muchos de los que se reconocen como «capillitas» estén ya casi tan cansados de los pasos como los que tienen el billete en la mano para disfrutar de una escapada lejos del incienso y los claveles. Con este panorama, sobresale en Andalucía la Semana Santa de Sevilla y la de Málaga, convertidas desde hace unos años, gracias a la televisión, en los modelos más imitados fuera y dentro de las fronteras andaluzas. Poco hay que contar de ambas ya que son de sobra conocidas por el gran público que casi nunca comparte en un mismo año la visita a cada una. O Sevilla o Málaga, aquí no hay medias tintas y la pasión salta de los pasos, o tronos, en una especie de nacionalismo cofradiero realmente peculiar, pero si lo que realmente busca es conocer otro tipo de manifestaciones menos viciadas debe fijarse en los pequeños pueblos donde encontrará verdaderas joyas y tradiciones que parecían perdidas.

Hay que poner los ojos en Cádiz, donde ya han pasado los ecos del carnaval, la fiesta más relevante, para encontrar unas procesiones que en la mayoría de los casos guardan el sabor de la autenticidad. El casco histórico, por donde pasan todas las cofradías, lo integra un intrigante laberinto que conecta con plazuelas pequeñas donde una callejuela sirve para delimitar barrios. No es lo mismo Santa María que el Pópulo, ni la Viña que pasear por la plaza Mina. Hay tantas partes de Cádiz por descubrir que con la presencia de las hermandades la experiencia se hace apasionante. Para los ojos inquietos que no se conforman sólo con ver los pasos, hay que recordar el pasado de metrópoli que tuvo la ciudad hasta finales del siglo XIX, lo que explica mucha de la historia de las cofradías y de las imágenes que procesionan, puesto que fueron fundadas o realizadas por miembros de colonias extranjeras o por enriquecidos indianos. No se pierda en especial la procesión de Jesús Nazareno y el Cristo de la Buena Muerte, de la hermandad del Silencio. En la misma provincia, Arcos de la Frontera, la Madrugada del Viernes Santo, Setenil de las Bodegas y Jerez de la Frontera también cuentan con interesantes cortejos y la afluencia de público es escasa en comparación con las grandes ciudades.

Más al Norte, en la provincia de Sevilla, hay una clara influencia de la capital que ha nutrido la estética de la mayoría de los pueblos. Con esta premisa, el viaje lleva desde Castilleja de la Cuesta, donde sale el venerado Jesús del Gran Poder, hasta Palomares del Río, pasando por Villanueva del Ariscal, Benacazón u Olivares; localidades en las que es posible admirar imágenes y pasos con las mismas características que hace dos siglos. También deparan agradables sorpresas ciudades como Carmona y Osuna, que además tienen el aliciente añadido de contar con un patrimonio arquitectónico de primer orden. A éstas dos se debe añadir la de Écija, por cuyas calles se desarrolla una de las más personales, auténticas y pintorescas jornadas penitenciales. Barroco intenso del siglo XVIII en las estrechas calles de casas blancas y férreas rejas frente a las que pasan las tallas de los escultores Gaspar del Águila, Montes de Oca, Pedro Roldán o La Roldana. Sobresale la procesión del Cristo de Confalón, al que sacan sobre un paso único y cargado por fuera. Ya se nota menos la influencia capitalina y se acercan los modos antequeranos. Este cristo, de devotísima historia, sale el Jueves Santo en una procesión verdaderamente única e interesante. De igual forma, la hermandad del Nazareno de Marchena goza de una extensa devoción de siglos que se puede admirar tanto en la calidad de las tallas y enseres como en la celebración del peculiar Mandato que todas las mañanas del Viernes Santo realiza una centuria romana en la plaza Ducal. No se lo pierdan si quieren asistir a uno de los pocos ejemplos de las ceremonias que se celebraban durante el Antiguo Régimen en la mayoría de los pueblos andaluces.

En el centro de Andalucía, en su corazón geográfico, Antequera vive la Semana Santa de una manera intensa, peculiar y personal. Hasta tal punto es importante su estilo, que todos los pueblos del Norte de la provincia de Málaga y Cádiz, incluyendo Jerez de la Frontera, se vieron influidos por ella a la hora de dar forma a su Semana Mayor. Los primero que hay que destacar es el peculiar callejero, plagado de casas palacio, que está prácticamente inalterado. Así, las procesiones se desarrollan en el mismo espacio que hace siglo y medio, a lo que hay que sumar que pese a las modas, las cofradías se han mantenido fieles a una estética propia que hoy las convierte en una verdadera joya religiosa, cultural y etnográfica. Aquí está la Andalucía contenida tan propia de los gustos del siglo XVIII, barroca, pero en contra posición a la desbordada de provincias como Sevilla y Cádiz. Se ve en sus andas pequeñas, en los originales bordados, en las piezas de orfebrerías, en las peanas delicadas de los tronos, en la organización de los cortejos.

Con mayor contención se vive en Úbeda y Jaén. Ambas ciudades, Patrimonio de la Humanidad, han sabido mantener una forma de entender la Semana Santa muy distinta a la del resto de la comunidad, ya que sus formas tienen más que ver con las castellanas que con las andaluzas.