Sevilla
«Diré con orgullo a mis hijos que defendí mi puesto de trabajo con uñas y dientes»
Los trabajadores afectados por el ERE de Roca afrontan una nueva vida después del cerrojazo de la fábrica
SEVILLA-Se encerraron en la Catedral en Nochevieja cuando podían haber estado junto a sus familias en esa fecha tan especial, mantuvieron otro encierro en la fábrica que duró cinco días, protagonizaron una marcha por varios municipios de la provincia de Sevilla y una huelga de hambre, se reunieron con incontables representantes políticos y hasta con la ministra de Empleo, Fátima Bañez. Ahora, cuando los empleados de Roca acaban de firmar el ERE extintivo de la plantilla, tienen sentimientos encontrados. La mayoría está a la espera de un burofax que verifique la rescisión de sus contratos y las correspondientes indemnizaciones, otros tenían hasta el miércoles para decidir su traslado a Burgos y los que se han prejubilado ya pueden pasarse por las oficinas para formalizar las pólizas. Son un total de 93 afectados –la totalidad de la plantilla–, de los que 20, aproximadamente, irán a la factoría de Burgos y cuatro se prejubilarán.
«Siento tristeza porque he estado trabajando en la empresa 26 años, pero también respiro tranquilo porque hemos alcanzado un acuerdo económico que no ha sido traumático», reconoce Juan Miguel Cuevas, presidente del comité de empresa. Las indemnizaciones serán de 42 días por año trabajado, con un límite de 32 mensualidades. El plan de prejubilaciones, que afecta a los mayores de 54 años, contempla el 80 por ciento del salario neto. «No hemos escapado mal, tal y como está la cosa».
La plantilla logró tumbar dos ERE, la última vez con el aval de la Audiencia Nacional. «Con ese pronunciamiento tan contundente pensábamos que el conflicto terminaría, pero al día siguiente la dirección presentó otro ERE». Cuevas no se esperaba este empecinamiento en el cierre de la factoría de Alcalá de Guadaíra. «Roca está comprando fábricas en el extranjero, tiene once en Brasil y otras tantas en Marruecos y Portugal. Allí la mano de obra es más barata, no como aquí», señala, aunque desmiente que la crisis de la construcción en España haya dado la puntilla a la fábrica, puesto que «todo lo que producíamos se vendía en el extranjero».
De las protestas y manifestaciones guarda las innumerables vivencias. «Diré con orgullo a mis hijos que defendí mi puesto de trabajo con uñas y dientes». «Nos hemos movido todo lo habido y por haber, hasta con el último concejal o parlamentario que pudiera mediar». Señala la «indiferencia» de la Junta y del Gobierno. A su juicio, el único político que se comprometió con los trabajadores fue el alcalde de Alcalá de Guadaíra, el socialista Antonio Gutiérrez Limones. «Se portó muy bien con nosotros y nos abrió muchas puertas, aunque luego no se hiciera nada detrás de ellas».
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