Doñana
Doñana vuelve a ser escenario de la diplomacia española de alto nivel
La llegada de la canciller alemana mañana para reunirse con el presidente del Gobierno recuerda las visitas de otros mandatarios europeos
La llegada de la canciller alemana mañana para reunirse con el presidente del Gobierno recuerda las visitas de otros mandatarios europeos
El Espacio Natural de Doñana, que suma las 120.000 hectáreas de los parques nacional y natural de este nombre, recupera este fin de semana su papel de escenario singular para la diplomacia española de alto nivel, con la reunión del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la canciller alemana, Angela Merkel.
Sánchez, como sus antecesores en el cargo: Rajoy, Aznar y Zapatero, descansa este verano con su familia en el Palacio de Marismillas, una propiedad de Patrimonio del Estado ubicada cerca de la desembocadura del Guadalquivir, en la que se han alojado jefes de estado y de gobierno como Balduino de Bélgica y su esposa Fabiola, Francois Mitterrand, Tony Blair, Helmut Kohl, Mijaíl Gorbachov? o António Guterres.
Construido a partir de 1900 por el bodeguero jerezano Guillermo Garvey, este pabellón de caza de aspecto victoriano y su finca colindante fueron expropiados noventa años después a los Marqueses del Borghetto, tras la declaración del Parque Nacional de Doñana.
Felipe González nunca se alojó en Marismillas, sino en el Palacio de Doñana, un cortijo andaluz donde se instaló la Estación Biológica del CSIC, en el que compartió dependencias y menú con investigadores y trabajadores, y algunas austeridades, como la falta de electricidad y de teléfono, según recuerda a Efe el entonces director de este centro, Miguel Delibes.
Delibes fue testigo de una de las más importantes visitas de estado a Doñana, la que en febrero de 1989 protagonizó el canciller Helmut Kohl, quien entre marismas, dunas y pinares forjó una amistad con Felipe González a la que también ayudó su descubrimiento de la rica gastronomía española.
El investigador conducía el camión todoterreno que la marca Mercedes cedió a Kohl para esta visita y que, finalmente, pasó a formar parte del parque móvil del CSIC, tras alguna mediación de González. En este vehículo viajaban los dos mandatarios, sus traductoras y Delibes, quien presenció la creciente simpatía entre Kohl y González, quienes se intercambiaron pullas e ironías sobre su amistoso antagonismo ideológico.
Delibes recuerda cuando se le advirtió a Kohl de que la visita al Cerro de los Ánsares, para contemplar la espectacular llegada de cientos de estas aves al amanecer, requería salir antes de las seis de la mañana. «A esa hora, muchos días, llevo ya un buen rato combatiendo el socialismo», contestó el canciller, entre risas.
El férreo dispositivo de seguridad que rodea estos encuentros diplomáticos no impide que, años después, se filtren anécdotas y curiosidades de las estancias de mandatarios: desde las quejas por las insistentes picaduras de mosquitos, a las «escapadas» madrugadoras de algún presidente, con la consiguiente alarma de sus escoltas.
O la lívida imagen con la que Mitterrand compareció ante la prensa, en abril de 2008, tras recorrer la playa y marismas en un todoterreno conducido por González, que algunos atribuyeron a la velocidad que imprimió el presidente español y otros a alguna discusión sobre la política antiterrorista francesa.
También el especial afecto con el que se trató a Blair y a su familia en la Semana Santa de 1988, que pasaron en Doñana, alejados de las tensiones del acuerdo de paz que se ultimaba entre católicos y protestantes en el Ulster.
Aunque está ligada a reyes y mandatarios desde los tiempos de Alfonso X el Sabio, cuando comenzó a ser cazadero y zona de recreo de monarcas, nobles y empresarios, fue Felipe González quien la promocionó internacionalmente como escenario de encuentros diplomáticos de máximo nivel.
Del idilio de González y Doñana da fe el escrito que dejó en el libro de visitas en agosto de 2008: «Este lugar y sus circunstancias ha sido lo único que eché de menos cuando salí del Gobierno. Nada, salvo Doñana, me produjo síndrome de abstinencia».
La dilatada trayectoria diplomática de Doñana cuenta también con sinsabores, como el fallido resultado de la reunión casi secreta mantenida por responsables de exteriores de España y del Reino Unido para resolver el contencioso de Gibraltar, que acabó sin acuerdo. La utilización de este privilegiado escenario para la diplomacia española no sólo ha beneficiado a la proyección internacional de Doñana, reconocida como Patrimonio de la Humanidad y Reserva de la Biosfera, sino a su entorno pues, como recuerda Delibes, las visitas de Estado, incluidas las reuniones de trabajo de decenas de ministros y de responsables europeos de Medio Ambiente, facilitaron que esta comarca haya recibido importantes fondos estatales y europeos, como las que financiaron el Plan de Desarrollo Sostenible del entorno.
Por ello, la visita de Merkel este fin de semana, como la de su antecesor Kohl, puede suponer una nueva oportunidad de ayuda internacional a la protección de Doñana sin la que, posiblemente, este paraíso natural no habría sobrevivido a sus constantes amenazas.
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