Málaga
El embrujo de Andalucía
“La Giralda vista desde la calle Placentines”, de José Domínguez Bécquer, se expone en el Museo Carmen Thyssen de Málaga
Para los viajeros románticos había dos lugares inexcusables en Andalucía: Granada y Sevilla. La Alhambra y la Catedral sevillana, con la Giralda, sobrecogían y fascinaban a estos turistas. No es difícil imaginar por qué; hoy siguen atrayendo a millones de personas, extranjeras y nacionales. Su belleza y majestuosidad, su historia, su singularidad artística son algunos de los motivos, pero al contemplar cuadros como “La Giralda vista desde la calle Placentines”, pintado por José Domínguez Bécquer en la década de 1830 y expuesto en la colección permanente del Museo Carmen Thyssen de Málaga, se comprende algo que es más difícil de explicar con palabras. La luz del atardecer que baña la imagen y la rotunda presencia de la Giralda (el antiguo minarete de la mezquita árabe, reconvertido en campanario de la Catedral de Sevilla), ante la que los transeúntes, atareados en su vida cotidiana, quedan empequeñecidos, dan idea del embrujo de este lugar, de la sorpresa y emoción que el encuentro con estos monumentos producía (y produce).
En el siglo XIX, numerosos viajeros visitaron Andalucía, atraídos por las promesas de un encuentro inolvidable con el pasado, el exotismo y casi con un lugar primigenio que las guías ilustradas, publicadas en distintos lugares de Europa, les ofrecían. Pero si a los turistas y artistas extranjeros de la época les cautivaban estos lugares, los españoles también se rindieron a ellos, retratándolos en innumerables pinturas, grabados y dibujos. Y todos partieron de dos referencias fundamentales, los pintores David Roberts y Genaro Pérez Villaamil, sin duda los principales difusores de las imágenes de la Andalucía romántica de la primera mitad del siglo XIX, fuera y dentro de España. De hecho, Domínguez Bécquer sigue aquí una obra, con un punto de vista muy similar, del propio Roberts, imagen que también captaría Villaamil. Destacado representante de la pintura de costumbres sevillana, José Domínguez Bécquer falleció prematuramente, aunque su saga familiar continuó su dedicación artística, caso de sus hijos Valeriano, pintor asimismo y Gustavo Adolfo, el gran poeta romántico español.
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