Carmona

El mausoleo romano de Carmona que se ha conservado «intacto» dos mil años

Las obras de una vivienda revelaron este inusual hallazgo, que ayudará a comprender mejor la necrópolis romana

Los arqueólogos trabajan en la tumba romana recién descubierta / LA RAZÓN
Los arqueólogos trabajan en la tumba romana recién descubierta / LA RAZÓNlarazon

Las obras de una vivienda revelaron este inusual hallazgo, que ayudará a comprender mejor la necrópolis romana

A veces la vida nos asombra. Cuando crees que ya lo has visto todo, algo nos sorprende. Y este caso no es para menos. Así vivió el hallazgo el arqueólogo municipal del Ayuntamiento de Carmona, Juan Manuel Román, que junto a sus compañeros Jacobo Vázquez y Adrián Santos, dirigió la primera intervención de campo del mausoleo romano encontrado en una vivienda familiar de la ciudad sevillana.

«Sabes que pocas veces vas a entrar en un lugar con esas características. El hecho de que se encuentre intacto sin sufrir ningún tipo de expolio a lo largo de los siglos es una experiencia extraordinaria –que no ocurría desde hace 35 años– que nos ofrece información única de cómo eran los rituales funerarios y, además, nos hace recrear mejor la distribución de la necrópolis de la Carmona romana», explica, entusiasmado, Román.

El día del descubrimiento, al ser todo tan repentino, el arqueólogo no pudo dormir. «Esa noche me acosté, pero como temíamos que a última hora pudiera haber algún expolio, no pude coger el sueño. Tuve que esperar a primera hora para quedarme más tranquilo», relata.

Durante las obras de una vivienda particular en la calle Sevilla hallaron un mausoleo funerario construido bajo tierra que consta de un pozo de acceso y una cámara funeraria y que podría datarse entre finales del siglo I antes de Cristo y principios del siglo I después de Cristo, probablemente en la época de Augusto y Tibeo. Esa sería la fecha de construcción, «pero como es una tumba colectiva donde se van enterrando los distintos miembros de la familia, su uso se fecha en un tiempo indeterminado. A lo mejor, se pudo utilizar hasta 50 o 60 años después», afirma.

En la cámara se encuentran ocho loculi o nichos, seis de los cuales están ocupados por urnas funerarias «espectaculares», de las que no tenían ningún ejemplo en Carmona. El arqueólogo asegura que estos recipientes son muy reveladores «porque tres de ellas son de piedra de alcor, que no son frecuentes, otra es de piedra caliza de bastante buena factura y otras dos, que son las más inusuales y extraordinarias, de vidrio. Además, se encuentran en muy buen estado porque están protegidas por otras de plomo». En la superficie figuran unas serigrafías que podrían corresponder a los nombres de los difuntos que fueron depositados en ellas. En el interior de todas estas urnas se encuentran los huesos cremados de los difuntos, así como distintos elementos de ajuar, entre ellos, ungüentarios. Dentro de ellas, «se podrían encontrar otros objetos de valor que se depositaban junto a los huesos», adelanta. El ritual funerario más frecuente de esa época era la cremación, es decir, quemaban el cadáver y «una vez que se apagaba la pila funeraria recogían los huesos y unos especialistas los partían en trozos más pequeños, los lavaban, y los introducían en las urnas», explica Román. Estos objetos han sido ya trasladados y depositados en el museo de la ciudad para elaborar un estudio detallado y, posteriormente, exponerlos al público.

El revestimiento de la cámara funeraria se encuentra muy bien conservado, manteniendo parte de su decoración, que fue realizada con motivos geométricos tanto en bóvedas como en paredes.

Fases del trabajo

La primera tarea que se ha realizado es la intervención de campo. Queda reunir todos los datos y los materiales para analizarlos más detenidamente y «sacarles toda la información posible de cara, no solo a publicaciones de carácter divulgativo sino de carácter científico». Muchos de estos estudios precisan de una inversión económica, con la que «parece» que van a contar, además de restauradores o antropólogos. Por otro lado, aunque no son estudios rápidos, al ser solo una tumba el trabajo «podría durar unos seis u ocho meses», que será cuando «tengamos todos los datos que, seguro, prometen dar unos resultados muy interesantes». Probablemente la tumba estuvo muy bien sellada en la superficie y por ello pasó desapercibida a los expoliadores de distintas épocas. En el interior apenas se habían acumulado sedimentos. «Si no están bien selladas van entrando filtraciones de agua y se van depositando capas de tierra en el interior», argumenta. Por otro lado, hay un segundo elemento que hace que este mausoleo sea aún más misterioso. Según el arqueólogo, sobre estas tumbas «se encontraba un monumento funerario que indicaba su situación dentro de la necrópolis. Estos mausoleos llevaban encima unas torres o unos montículos de tierra que «se podían ver a bastante distancia», aumentando la incógnita sobre cómo ha podido permanecer oculta y en tan buenas condiciones durante dos mil años.