Andalucía

Madrugadas del Rocío

La Razón
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Este año he tenido más presente que nunca a Rocío Jurado. En el programa de Canal Sur en el que trabajo, «Original y copla», casi todas las semanas hemos tenido una concursante que imitaba a la inimitable Rocío. La veía a ella primero en sus grandes éxitos y luego con un enorme respeto se oían sus coplas a través de otras voces. Cuántas semanas me he emocionado, cuánto la echo de menos y más en las fechas rocieras. Hasta se marchó al cielo por las veredas que te llevan delante de la Blanca Paloma. En la madrugada del 1 de junio de hace 12 años, cuando los caminos se llenaban de hermandades para llegar a la cita con la Señora de las marismas, ella, viendo que no le quedaban fuerzas, decidió dejarnos y convertirse en paloma brava y así no faltar a su cita de pentecostés. Nunca le falló a la virgen. Y así sigue, con ella, pero en balcón preferente en el cielo, que es casi tan bueno como el de Pilar Burgos en la Campana, cuando Jurado necesitaba llorar al paso del Gran Poder y la Macarena. Una vez le pregunté por qué nunca cantaba en sus espectáculos una canción prácticamente desconocida de su repertorio. «Sé que también me iré, agotado el llanto, aquellos que me amaron volverán a reír, cantando festejarán mi muerte aquellos que me odiaron, todo lo mío se irá olvidando», decía el tema. Ella con una nube de tristeza me dijo con aquel tono que empleaba para las cosas que ella consideraba importantes: «No puedo cantarla, lo que dice lo siento demasiado cercano». Siempre estuvo en el punto de partida. En el arte y en su vida privada esperaba encontrar un tiempo para el sosiego, para las pequeñas cosas. No retirarse pero sólo hacer unas cuantas actuaciones al año y algún especial en televisión. Pero cuando de una persona depende una empresa, sin posibilidad de que alguien te sustituya al frente, la responsabilidad del trabajo de tantos, más una familia que también dependía de ella, todo termina siendo un penal sin posible redención. Además, la cercanía a la tremenda letra de una canción a la que temía se hizo realidad, salvo en una cosa diosa Jurado: lo tuyo no se irá olvidando. Siempre estarás, siempre serás la más grande... En la gloria seguirás cantando el fandango que fue tu lema: «He llegao donde he llegao, y quiero llegar a más, por mi madre lo he jurao». Al final sólo se tiene lo que se ha dado. Rocío Jurado tú siempre lo diste todo.