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“Ninguno de los dos partidos ha sido capaz de lograr una alianza que evite las próximas elecciones”

La Razón
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No sólo por la excéntrica cabellera Boris Johnson y Donald Trump parecen a primera vista dos hermanos gemelos separados al nacer. Eso del auge del populismo (nuevo lugar común en el que no decir nada) los ha aupado a lo más alto de un movimiento de fronteras y límites poco definidos. Junto a Orbán, Putin, Erdogán, Bolsonaro o el extinto Salvini, los dos primos anglosajones podrían marchar de la mano como en las caricaturas de las guerras mundiales. Cizañas aparte, el «premier» británico ha servido para reactivar su Parlamento a pocas hora de lanzarlo por un precipicio. Pensaba acabar con la utilidad de los sillones de tapicería verde y hasta los suyos se han unido para salvar la democracia en el Reino Unido. Ha sido una paradoja a la que hemos asistido desde nuestras mentes anestesiadas y sobreinformadas. Estas maniobras de última hora, los quiebros al destino en la superficie de una loseta, son las que luego se explican en los manuales de Historia. Sin quererlo, Johnson ha puesto en marcha la gran maquinaria democrática en una especie de «seppuku» no intencionado y sin honor. Estamos aún bastante lejos de conocer el alcance que tendrá el Brexit para los británicos y para la UE, pero ya podemos contar a nuestros nietos dónde estábamos cuando la democracia parlamentaria le dio en las narices al populismo. Se ha ganado el primer asalto en Gran Bretaña, en España la vuelta al escaño demuestra el porqué de que aquí las cosas van como van. Ninguno de los partidos del Congreso ha sido capaz de lograr una alianza que evite las próximas elecciones generales. El Manzanares no es el Támesis y menos el Guadalquivir, junto a cuya ribera la crisis de la listeriosis se usa para dar fuste a la bronca política y tratar de salvar los muebles que quedan. Ya no aspiramos ni a aquello del bien común, del benefico de los andaluces. «¡Por mí primera!». Con la ambición de Susana Díaz no puede nada: se llamaba Mario Jiménez, reside en el gallinero parlamentario. Nada nuevo bajo el sol, seguimos en las antípodas del Palacio de Westminster. Envidia verde de los sillones de la Cámara de los comunes.