Relevo en el PP
Primarias e instintos primarios
«Vale más una concejalía rasa en la oposición que una alcaldía en manos de la facción contraria»
La víspera de San Fermín, a la hora de las brujas, sin segundas, supimos que Soraya Sáenz de Santamaría había volteado a Pablo Casado gracias al apoyo del PP andaluz, uncido a la dama desde el gambito que Javier Arenas perpetró en lo que dura un trayecto de AVE: venía la secretaría general dispuesta a entronizar a José Luis Sanz, eficacísimo alcalde de Tomares y atractivo cartel electoral, y llegó a la estación con el nombramiento consumado de Moreno Bonilla, un pichisís sin color ni olor ni apenas sabor que horadó cual potente tuneladora el suelo electoral de su partido en Andalucía y que amenaza con pulverizar su propio récord en el Waterloo, digo en las elecciones, que se convocarán dizque para otoño. El Richelieu de Espera, persona que yerra con admirable convicción, quiso ver en este cortesano de Ana Mato –tócate los jaguares– al líder regional que terminase con el poder de Juan Ignacio Zoido, a quien pueden discutírsele muchas cosas excepto su solvencia en las urnas. Junto a él, liquidó a promesas como José Antonio Nieto y el mencionado Sanz, reos del peor pecado que se puede cometer en las lides partidarios: la elección del bando equivocado. Pásmense al comprobar que tampoco éstos atienden a criterios de capacidad ni méritos para conformar las listas, sólo a la adhesión perruna. Y por eso los cuadros, que no los militantes, andaluces optaron masivamente por Sáenz de Santamaría el jueves: el instinto de supervivencia les recuerda quién los colocó ahí y quién decidirá los puestos de salida para el carrusel de votaciones que se viene a la vuelta del verano. Vale más una concejalía rasa en la oposición que una alcaldía en manos de la facción contraria. Lo poco veraniego que ha quedado este artículo con lo elegante que iba mi Soraya embutida en ese vaporoso vestido blanco.
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