Andalucía
PSOE vs PKK
El Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK por sus siglas en versión original) se autodefine como un movimiento de raíz marxista-leninista y guerrea en territorios gobernados por regímenes islámicos fronterizos con la teocracia. Por eso, resulta llamativo el tótum revolútum de los medios que, tras el arresto de uno de sus militantes en el hotel granadino donde pernoctaba Pedro Sánchez, han incluido en sus informaciones referencias a la yihad. La maquinaria propagandística del presidente en funciones está poco comprometida con los hechos, y lo colocan en un punto de mira «fake» cuando detienen en Barcelona a un francotirador de chirigota o encierran en un calabozo a un turista que pasaba casualmente por allí. No tiene suerte este pueblo mártir, recién abandonado por Donald Trump para que Recep Tayyip Erdogan, el gobernante que preconiza la instauración de la sharia y el rigorismo en la laica Turquía, los masacre a voluntad. Tampoco hallan solidaridad en los socialistas españoles. El aspirante sultán era el socio preferente de Zapatero, en aquella gansada suya de la Alianza de Civilizaciones, cuando vino a Sevilla en 2010 y el refugiado kurdo Hokman Joma le lanzó una sandalia, símbolo del mayor de los desprecios en el mundo mahometano. Pasó tres años en prisión por aquel «atentado» –el entrecomillado es de la autoridad competente– y, al salir, abrió un bar llamado «El zapatazo», ole sus huevos, que en agosto fue clausurado por el Ayuntamiento, también gobernando por el PSOE, por vender latas de cerveza fuera del horario autorizado. Si esto no es una persecución, ya me contarán qué es... Lo cierto es resulta paradójico que un partido denominado «obrero» siempre se decante por perseguir a estos «parias de la Tierra» mientras socorre a los poderosos con turbante. Ellos sabrán.
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