Psiquiatría

«Ser distinto no es estar enfermo»

MARINO PÉREZ/Catedrático de Psicopatología
MARINO PÉREZ/Catedrático de Psicopatologíalarazon

Varios de sus libros han levantado una gran polémica, negar el TDAH es poner en tela de juicio a las industrias farmacéuticas y devolver al abismo a aquellos padres que no saben qué hacer con sus hijos. ¿Cómo actuar cuando un niño se distrae, es disperso y no avanza en su educación? Marino Pérez lleva años defendiendo que lo que llamamos enfermedades no son más que comportamientos propios de la mente del ser humano.

–¿De verdad que el TDAH no existe?

–Bueno, el llamado TDAH define una de las patologías más habituales en la infancia, pero es un diagnóstico muy controvertido. De acuerdo con mi punto de vista, éste no existe como una entidad clínica que tenga unas causas neurobiológicas, ni un origen genético como muchas veces se dice. En mi opinión no se trata de una enfermedad o de un trastorno clínico, aunque sin embargo es una etiqueta conocida por el público, los profesionales y los propios niños. Es una etiqueta que describe ciertos comportamientos, muy comunes y normales, que pueden suponer una dificultad o inconveniente para las tareas educativas. Son problemas normales que no responden a una enfermedad, supone más bien que se ha «patologizado» y que puede llevar a consecuencias peores.

–¿Los adultos hemos traspasado nuestros miedos a los niños?

–Probablemente sí, porque los niños aprenden para bien o para mal de los adultos, de lo que ven en la sociedad. Aprenden a tener problemas y a reflejar trastornos que tienen los mayores. En relación con el TDAH, vivimos en una sociedad en la que los adultos estamos atendiendo a varias cosas a la vez, hiperactivos, continuamente solicitados por distintos estímulos y ser hiperactivo para un adulto es adaptativo porque lo exige la propia profesión. Cuando los niños son así, atentos a varias cosas, inquietos y se mueven mucho causan un problema a los adultos, quienes califican lo que han aprendido sobre ellos como una enfermedad. Eso es lo que nosotros criticamos.

–Hace 30 ó 40 años los niños eran tan niños como ahora y no tenían tantos problemas mentales.

–Seguramente no tenían tantos como ahora, antes había más márgenes de tolerancia por parte de los adultos, las escuelas y las familias para que los niños jugaran como lo que eran. Con curiosidad y atención a todo lo que se mueve, ahora hay menor tolerancia al comportamiento de los niños. En las escuelas, tienen que responder a unos modelos de rendimiento que no eran tan rígidos como entonces. El comportamiento de los niños de antes tiene menos margen en la actualidad. Eso tiene que ver con este problema y si es así, está claro que no es una enfermedad dentro del niño y sí ligado a las condiciones de la vida. Desde siempre, las personas y los niños también somos diferentes y estas variaciones no son una enfermedad sino diferencias individuales, ser distinto no es estar enfermo

–Enfermedades que son estados mentales que han acompañado desde siempre al hombre: la melancolía, la angustia, la pena...

–Creo que sí, porque hay situaciones que son consustanciales a nuestra condición humana y que hoy día se convierten muy fácilmente en patologías. La tristeza, la pena surgen cuando se pierde algo valioso o cuando las perspectivas de la vida no van en la dirección deseada. Eso es muy humano y muy frecuentemente eso se convierte en depresión. Luego, cuando la vida nos va bien estamos muy asegurados con nuestro mundo, pero cuando las relaciones se pierden uno siente y experimenta angustia, algo muy normal del ser humano. Hoy la convertimos en trastornos de ansiedad. Estos ejemplos muestran cómo unas características del ser humano se «patologizan» de buenas a primera, cuando es algo que nos ocurre a todos alguna vez.

–Vamos que la ansiedad que todos tienen hoy no es más que la angustia de toda la vida.

–Ocurre en una sociedad como la nuestra que tiene tantos cambios y es insegura en lo que depare el futuro. Las relaciones con las personas son muy quebradizas y nuestra sociedad fomenta estas condiciones del ser humano que son enteramente normales, pero ahora se viven como si fuera una enfermedad. Esto sucede porque se ha enseñado que cualquier problema de la vida es una enfermedad que hay que diagnosticar y medicar. Fue la industria farmacéutica la que llamó la atención sobre ciertos problemas normales que no deberían tener gracias a la medicación.

–Al final todo es una cuestión de dinero.

–Es un negocio para la industria farmacéutica, que produce fármacos y sus clientes son la gente a la que se le medica por problemas normales convertidos en supuestas enfermedades. Por eso se las ingenian mediante campañas de marketing para convencerles de que sus problemas son enfermedades. Lo más lamentable es que se haya convertido a los niños en diana de esta industria, que convierte en enfermedades los problemas. No por ser un problema tiene que terminar en una enfermedad. Lo más lamentable es que los niños están en los objetivos del negocio y de los profesionales, que son los que los valoran y medican.

–Antes de tomarnos una pastillita, ¿qué nos recomienda?

–En primer lugar entender que las reacciones comunes que tenemos en la vida son muy útiles y han de servir de alarma o de señal de que algo anda mal en nuestra vida y ver qué se puede cambiar. Antes de tomar una pastilla sería cuestión de analizar los problemas por los que siente lo que siente y esperar un tiempo o hacer algo por resolverlos. Antes de empezar en una medicación psiquiátrica hay que buscar ayuda con una terapia psicológica porque luego es muy difícil dejar la medicación.