Partidos Políticos
Susana Díaz marca el terreno contra Pedro Sánchez y ni siquiera lo nombra
Reivindica a los ex presidentes procesados en los ERE y a Alfonso Guerra, al que el secretario general ha apartado de la Fundación Pablo Iglesias
La presidenta de la Junta de Andalucía prometió ponerse a remar detrás de Pedro Sánchez después de perder las primarias del mes de mayo. «Lo que diga el secretario general», repitió en las semanas después de una derrota que alicortó un vuelo con destino cantado –eso parecía– al despacho de la cuarta planta de la calle Ferraz. La líder socialista acusó el golpe. En su discurso ante el Comité Director del PSOE-A para convocar el XIII Congreso regional que arrancó ayer Díaz apareció sonada. Pero Díaz comienza otra vez a coger brío y la paz entre los dos bloques –susanistas y sanchistas– se resquebraja. La presidenta de la Junta no lanzó ninguna crítica directa a Pedro Sánchez en la presentación del informe de gestión. De hecho, optó por obviar al secretario general del partido al que ni siquiera mencionó en su discurso, lo que dolió por cierto en el otro bando contendiente. Sin embargo, buena parte de su intervención la dirigió a marcar un camino distinto al que sigue el secretario general. Desde la organización territorial del Estado, con una defensa vehemente de la igualdad –fue la palabra que más repitió–, hasta el homenaje a figuras históricas del socialismo como Alfonso Guerra y Felipe González. «Hay páginas en el socialismo que no se pueden arrancar», deslizó Susana Díaz parafraseando el segundo volumen de las memorias de Alfonso Guerra.
La frase hubiera pasado desapercibida si no fuera porque tanto Guerra como González se han mostrado críticos con Pedro Sánchez y además se produce a los pocos días de que la nueva dirección del partido haya prescindido del vicepresidente del Gobierno para la presidencia de la Fundación Pablo Iglesias. El plenario se puso de pie para aplaudir con fuerza a Alfonso Guerra. Y el entusiasmo volvió a aflorar entre los compromisarios cada vez que Díaz, el presidente del Congreso, Juan Espadas, o los militantes que aparecían en un vídeo que sirvió de prólogo, ensalzaban a los ex presidentes Chaves y Griñán o a la dupla González-Guerra.
El paseíllo inicial ya arrancó con una escena que hace mucho que no se producía y que está cargada de significado. El PSOE-A preparó la entrada juntos de Manuel Chaves, José Antonio Griñán, el ex presidente autonómico José Rodríguez de la Borbolla y Alfonso Guerra. La imagen supone una mezcla de reconciliaciones en primer lugar por las viejas rencillas entre borbollistas y guerristas, que fue muy dura en los tiempos de Carlos Sanjuán, al que por cierto los sanchistas criticaron que no lo invitaran al cónclave. Y, sobre todo, por la aparición en un acto del partido de Chaves y Griñán, a los que la propia Susana Díaz empujó hacia la cuneta de la organización cuando dijo en noviembre de 2014 que toda persona que resultara imputada tendría que dejar su cargo. Ayer abrazó efusivamente a ambos dirigentes, que esperan el primer juicio de los ERE en el mes de diciembre. No sólo Díaz rindió tributo a los históricos del PSOE. El guión estaba perfectamente marcado y el presidente del Congreso, el alcalde de Sevilla Juan Espadas, ya ensalzó a los ex presidentes de la Junta y a Alfonso Guerra, al que reconoció una vida de «sacrificio y dedicación» al Partido Socialista. «Ahí está la historia», apostilló. «¡Ole, ole y ole!» le correspondió entre el público una delegada sentada en la bancada de la provincia de Sevilla.
La presidenta del Ejecutivo andaluz se declaró orgullosa de ser heredera de la «lucha por la igualdad» que supuso en Andalucía el referéndum del 28 de Febrero y las manifestaciones autonomistas del 4 de diciembre de 1977. Libertad e igualdad –dijo– fueron los pilares del primer congreso del PSOE después del franquismo que organizó Alfonso Guerra. Y usó una de sus frases para señalar que lo importante «no es el cargo que se ocupe, sino el lugar que se ocupe en el corazón de los militantes y simpatizantes. Ése es el lugar que ocupa Alfonso Guerra». No obstante, la digresión fue un tanteo para preparar el terreno sobre uno de los asuntos que más polémica está generando en las filas socialistas y que más separa a Susana Díaz de Pedro Sánchez: la organización territorial de España. «Las personas –deslizó en relación a la negociación del nuevo sistema de financiación– tienen que estar por delante de los territorios. Andalucía está pidiendo lo que es justo y lo que es suyo. No pedimos ser más que nadie». Lo que sí remarcó es que Andalucía nunca ha sido nacionalista. «Nunca fuimos nacionalistas, no lo fuimos». La frase, como la repetición machacona de la igualdad, fue una andanada a Pedro Sánchez y concretamente al concepto de Estado plurinacional que se aprobó en el 39 Congreso federal. Una noción que la dirección del PSOE-A no comparte. Y que vetó en la ponencia marco. Díaz no mencionó este concepto, como no mencionó a Pedro Sánchez. Pero no hizo falta porque todos los presentes –afines en su mayoría a la líder andaluza, ya que la representación sanchista de delegados se reduce a menos del 10 por ciento de compromisarios– sabían de qué y contra quién estaba hablando la secretaria general andaluza.
Susana Díaz tampoco se dirigió a Pedro Sánchez cuando sacó pecho de sus victorias electorales, pero la intención también quedó clara. Recordó que cuando asumió las riendas del PSOE-A y de la Junta el partido venía de sufrir una serie de derrotas en las urnas y que el signo cambió en las últimas elecciones autonómicas cuando el PSOE aventajó al PP en catorce escaños y a Podemos en 32. «Es importante ganar elecciones y ganar bien. A la derecha se le para ganando elecciones y poniéndolos en la oposición, que es donde menos daño hacen». A puerta cerrada, varios sanchistas fueron más críticos con un informe de gestión que tuvo un respaldo del 94,8 por ciento. Díaz comparte hoy tarima con Sánchez. No se ven desde el Congreso Federal de junio.
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