Córdoba

Un círculo llamado Espaliú

La obra del artista cordobés reactiva su significado casi 25 años después de su muerte

Una de las obras de Espaliú que integran la muestra del Centro de Creación Contemporánea de Andalucía
Una de las obras de Espaliú que integran la muestra del Centro de Creación Contemporánea de Andalucíalarazon

Una cadena humana llevaba en volandas a un hombre desde el Congreso de los Diputados hasta el museo Reina Sofía. Parecía un juego de niños y muchos de los curiosos que miraban al adulto que pasaba de unas manos a otras no acertaban a entender del todo bien de qué iba aquello. ¿Qué pasaba? Era una performance organizada por el artista Pepe Espaliú (Córdoba, 1955-1993) con el objetivo de visualizar la enfermedad del SIDA y ayudar a derribar los tabúes que entonces se tenían pese a que las cifras de personas infectadas por el virus eran muy elevadas en nuestro país. Estaba estigmatizado y nadie se atrevía a dar la cara, a reconocer que era parte de esa epidemia que se cebó con tantos a finales del siglo XX.

Espaliú fue el primero en ponerse bajo el foco, reconoció que había contraído la enfermedad y que era homosexual. Nadie lo había hecho de esa manera, poniendo el foco en el doble estigma de una sociedad que apartaba a los gays de los derechos fundamentales de cualquier ciudadano y que trababa a los enfermos como verdaderos apestados. Con los pies desnudos, como metáfora del desprecio y la marginación, pasó sobre los hombros de algunos de los representantes más importantes de la creación contemporánea y de la sociedad española de los ochenta y noventa. Allí estaban pasándoselo actrices, escritores, periodistas, directores de cine, quienes participaron en una acción que él denominó «carrying», con la que el artista quiso homenajear a los neoyorkinos que ayudaban a los enfermos de SIDA al jugar con los significados de los verbos to care y to carry. Desde el principio quiso dejar claro que aquello no era un acto político ni social, ni una aventura en la que salir en la televisión como modernos. Era una performance que asumía su legado como escultor, su investigación sobre el cuerpo humano y el compromiso social de su postura estética.

Comenzó su formación en Barcelona a mediados de los años setenta al matricularse en la Facultad de Filosofía y Letras, donde alternó las clases con su asistencia a la Escuela Massana. Desde el principio se sintió atraído por los grupos de vanguardias de la ciudad condal, con los que comenzó a tener una participación activa en el plano estético e intelectual. Exposiciones, performances o incursiones en la escultura marcan estos primeros años impregnados de un compromiso conceptual y moral que ya será recurrente en su estilo. Tras pasar por París, bajo el influjo de Figuration Libre, se asentó en la pintura como mecanismo expresivo. Es desde 1983 cuando arranca una etapa más intensa en la que sus piezas comienzan a destacar dentro del universo en el que se instala un selecto grupo de artistas andaluces durante toda esa década. Espaliú llama la atención de los críticos tanto nacionales e internacionales gracias a la modernidad de sus medios expresivos y a la vanguardia de los conceptos que utilizaba para desarrollar metáforas complejas basadas fundamentalmente en su condición de homosexual, la identidad personal y el cuerpo como primer mecanismo de comunicación. A raíz de su primera exposición individual en 1987, su figura explota y su obra llega hasta Venecia y Nueva York. Precisamente es allí donde se entera de que está enfermo.

El Centro de Creación Contemporánea de Andalucía en Córdoba (C3A) acoge una exposición en colaboración con el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) integrada por 75 piezas esenciales de Espaliú a la que antecede un prólogo de 12 obras de creadores que influyeron en él. Cristino de Vera, Louise Bourgeois, Joan Brossa, Marcel Duchamp o Gina Pane están presentes en la antesala de la muestra a la manera de pistas con las que acceder al significado de la obra del cordobés, porque «Círculo íntimo: el mundo de Pepe Espaliú» no es sólo una extraordinaria muestra a los 25 años de aquella acción que dejó atónito a un país. También significa un reto para el visitante, que tendrá que poner en cuestión su propia concepción de la existencia como ser humano desde la perspectiva de la idea del círculo. Habrá que preguntarse ante sus piezas dónde acabamos y hacia dónde marcha nuestro camino. No hay que olvidar que estuvo muy interesado en San Juan de la Cruz y en la obra de los míticos sufíes. Las «celdas» de Bourgeois se enfrentan con los girófagos derviches que entran en trance, cargados de sensualidad mientras cierran los ojos en un danzar sin final. Lanzados al vacío como el propio Espaliú entendió su creación y existencia.