Sanidad
Uno de cada cuatro niños no dispone de pediatra
El SAS admite el «enorme déficit» en la atención a menores y aparca las revisiones hasta los 14 años. La APAP-A denuncia que el 25% de las plazas están cubiertas por otros especialistas
Las lagunas de la sanidad pública van haciéndose cada vez más evidentes, tanto que los propios dirigentes del Servicio Andaluz de Salud (SAS) han llegado a admitirlas ante los sindicatos. Es el caso de los pediatras de atención primaria, cuya plantilla presenta un «enorme déficit», según palabras del subdirector de personal en una reunión de la mesa sectorial de sanidad.
Fue en diciembre de 2015 cuando Arturo Domínguez negociaba junto a la directora general de profesionales, Celia Gómez, las ofertas públicas de empleo (OPE) de los próximos dos años con los representantes sindicales. Según recogen las actas de aquella reunión, la distribución de plazas para el bienio siguiente recogía el «mayor interés» de la Administración por incrementar las plazas en determinadas categorías, fundamentalmente referidas a la atención primaria. El envejecimiento de la plantilla de médicos de familia previsto para la próxima década aconsejaba ese aumento, usando «restos que resulten de otras» categorías. Respecto a los pediatras, el SAS reconocía específicamente «el enorme déficit existente en la actualidad». Sin embargo, mientras en 2015 solamente se convocaron 35 plazas (24 de acceso libre y 11 de promoción interna), para el año pasado la oferta se materializó en 122 plazas (94 y 28) y otras 13 (10 y 3) en 2017. En total, se cubrirán 170 puestos, una cifra muy por debajo de las necesidades estimadas por los afectados.
El reconocimiento por parte del SAS llega muy tarde, ya que desde hace años la Asociación de Pediatras de Atención Primaria de Andalucía (APAP-A) viene reclamando una dotación adecuada de una plantilla que tiene 1.137 efectivos para atender a 1,3 millones de niños. La APAP-A cifra en «entre un 25 y un 30» el porcentaje de plazas cubiertas por médicos de familia. «De facto, supone que si quieren ver a un pediatra tienen que acudir a la sanidad privada. Si, según las autoridades sanitarias, el cupo medio ronda los mil niños por profesional –con bastante variabilidad–, esto significa que unos 300.000 niños andaluces no tienen pediatra», calcula Rafael Jiménez, vicepresidente de la APAP-A. «Hay un gran porcentaje de población que no ha podido acceder a un derecho recogido en la legislación andaluza: el poder elegir pediatra. Banalizar este hecho, defendiendo que los especialistas en medicina familiar pueden suplir al especialista de pediatría es algo que se ha institucionalizado, pero lo mismo que sería poco defendible o creíble que un médico de familia pueda realizar idéntica labor que un oftalmólogo o un dermatólogo, lo es que pueda llevar a cabo una labor equiparable a la de un especialista en pediatría», remarca.
Entre sus quejas figura también que se equipare la ratio de la atención a niños con la de adultos, al entender que los pequeños requieren mucho más tiempo de atención en cada consulta. Así lo corroboran también las estadísticas del propio SAS, confirmando la mayor frecuenciación de pacientes pediátricos respecto al resto en centros de salud. De media, cada pediatra ve al día 26 pacientes, que los afectados elevan a hasta 40 cuando deben suplir bajas de compañeros. En Huelva y Cádiz es donde mayor saturación se produce, teniendo que ver a una media de 30 niños cada día frente a los 24 de Granada y Jaén.
La sobrecarga de trabajo es habitual entre el colectivo. De hecho, se mantiene paralizada la ampliación del programa «niño sano» anunciada en 2014. Estas revisiones periódicas, establecidas en principio hasta los cuatro años para garantizar el seguimiento de los menores, se ampliaron hasta los 14 años para controlar el crecimiento y desarrollo. Así quedó plasmado en el Programa de Salud Infantil y del Adolescente de Andalucía (PSIAA), diseñado por la Consejería junto a profesionales y asociaciones como la propia APAP-A. Debía entrar en vigor en 2015, aunque se advirtió de que lo haría de manera gradual. Tan gradual que dos años después, su aplicación es prácticamente nula. «En los lugares donde se está intentando llevar a cabo, en periodos de alta demanda el programa sufre constantes interrupciones y en la época vacacional, por falta de sustituciones, ocurre lo mismo», lamentan desde la APAP-A.
El objetivo de las nuevas consultas a partir de los cuatro años, según recoge el Psiaa, es que los profesionales sanitarios –de enfermería y pediatría– determinene si los menores sufren problemas de visión, anomalías en el desarrollo psicomotor y afectivo, déficit de yodo o problemas de salud bucodental, además de realizar mediciones de talla y peso. En este sentido, detalla que lo habitual es que en un centro de salud las bajas breves no se cubran, por lo que el resto de la plantilla debe asumir pacientes fuera de su cupo. «Si esto ocurre, inmediatamente te sugieren que pospongas ‘sine die’ los controles de salud infantil», insiste el portavoz de los pediatras.
Hasta 15 años sin contar con un especialista
La APAP-A denuncia que hay poblaciones que acumulan 15 años sin disponer de un pediatra. Esto ocurre especialmente en el medio rural por la dificultad para cubrir esas plazas. Su vicepresidente propone cuatro medidas para reparar el déficit actual: «En primer lugar, equiparar el sueldo al de otras comunidades y eliminar el complemento de exclusividad, que hace que los profesionales elijan entre sanidad pública o privada, a favor en la actualidad de la última. En segundo lugar, ofertar todas las plazas vacantes; adecuar las instalaciones y plantillas de enfermería y, por último, destinar el presupuesto necesario para que todos los niños andaluces dispongan de un pediatra, independientemente de dónde vivan».
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