Vitoria
Vitoria goza con la versión mala (1-0)
El Alavés obtiene su segunda victoria en casa ante un Betis que apenas se acercó a su área
El Alavés obtiene su segunda victoria en casa ante un Betis que apenas se acercó a su área
Alavés: Pacheco; Femenía, Feddal, Laguardia, Theo; Manu, Llorente, Camarasa; Ibai Gómez (Raúl García, min 73), Toquero (Edgar, min 77) y Deyverson (Santos, min 91).
Real Betis: Adán; Mandi, Pezzella, Donk, José Carlos; Álex Martínez (Piccini, min 83), Dani Ceballos, Joaquín (Petros, min 41), Durmisi; Sanabria (Zozulya, min 67) y Rubén Castro.
Definitivamente, el Betis de Víctor tiene dos versiones: la de casa, competitiva más por voluntad que por fútbol, es muy potable. Pero sus dos partidos fuera, en Eibar y anoche en Vitoria, se han saldado con tristes derrotas que profundizan en la desoladora sensación de mediocridad que deja este equipo desde hace unos años. Los verdiblancos fueron a Mendizorroza a no perder y, como casi siempre en estos casos, regresan con una merecida derrota causada por un gol de Deyverson en el tramo inicial de la segunda mitad.
Hasta la primera jugada de la segunda mitad, no hubo noticia del Betis en ataque, prueba palpable de que Víctor Sánchez es un entrenador que opta por la prudencia, que es aconsejable aunque en ocasiones raye el exceso de conservadurismo. Se fueron los béticos al descanso con la estadística de disparos virgen pero nada más reanudarse el pleito, Donk filtró una pelota a la espalda de los centrales, quizás un poco dividida entre Rubén Castro y Pacheco, que le tapó todos los ángulos.
Tampoco es que los vitorianos hubiesen arrollado en el primer acto pero, en honor a la verdad, éste se disputó como si el tapete de Mendizorroza estuviese volcado hacia el arco de Adán. Aunque el portero sólo tembló en un disparo de Ibai Gómez y en una salida ante Deyverson, en la que se jugó el físico, los locales llegaron mucho, sobre todo por el costado de un Toquero tan tosco como incansable. En su enésima incursión, cuando se buscaba ya el cuarto de hora de la segunda parte, metió un pase al corazón del área que Deyverson convirtió en el 1-0.
Cuando el Alavés se adelantó, el ambiente en la hierba se había enrarecido con la entrada por el lesionado Joaquín de Petros, especialista en rifirrafes absurdos y reo de una pérdida culposa en la acción del gol. El sistema de cuatro centrales y dos laterales pierde toda su eficacia cuando el rival espera, que fue lo que ordenó Pellegrino nada más verse en ventaja. Impotente pese a la entrada de Zozulya (se le va el año al ucraniano sin haber mostrado absolutamente nada), el Betis se metió en el tramo final sin más ocasión que una lejana lanzada por Rubén Castro y detenida por Pacheco. Ha ganado mucho en solidaridad y rigor el equipo con Víctor Sánchez pero en ataque, si no es mediante obsequios como el de Laporte hace seis días, produce muy poco.
Se puede perder en el campo del Alavés, aunque sea un recién ascendido al que le cuesta mucho ganar en su campo. Pero no es tolerable que un equipo de élite deje pasar las jornadas sin ofrecer el más mínimo atisbo de alegría. Se va un anodino 2016, ¿será igual 2017? O peor...
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