Literatura

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«Wodehouse es tremendamente cervantino»

«Pompa y circunstancia. Diccionario sentimental de la cultura inglesa» revela miserias y virtudes de esa pequeña isla distinta al resto de la humanidad

El submarino: De fontanero de Rajoy a «El país»
El submarino: De fontanero de Rajoy a «El país»larazon

«Pompa y circunstancia. Diccionario sentimental de la cultura inglesa» revela miserias y virtudes de esa pequeña isla distinta al resto de la humanidad

No lo niegue, aunque nos fascine, nadie entiende las costumbres británicas, ni comprende su peculiar humor, su locura por el té y esa manía incansable de llevar la contraria a todo el mundo. Para los locos de ese paraíso en medio del Atlántico, Ignacio Peyró (Madrid, 1980) ha escrito esta biblia anglófila de la que se sale tras su lectura convertido en un gentleman.

–¿Qué hace un español contando los secretos de Albión?

–Es curioso, porque es verdad que en comparación con otros países, o los propios ingleses, hemos tendido muy poco a mirar afuera. Hay muy pocos libros de viajes ingleses y franceses por el exterior. Fíjate que los españoles fueron gente pionera pero hay unos siglos en los que no viajamos mucho, no nos interesa lo exterior, por lo que hay un cierto déficit con Gran Bretaña, que ha cultivado este género notablemente.

–¿Por qué son tan raros los ingleses?

–Toda isla tiende a generar distancias metafísicas sobre el mundo e imponen también una polarización en lo que respecta al continente. En el caso de Inglaterra, el vínculo con el pasado, la continuidad ha tenido más fuerza que en otras partes, eso podría explicar por qué son tan raros, aunque en el fondo nada lo explica. Es verdad que esta rareza se explica por el culto a la libertad que siempre ha habido allí, con lo cual hay una cierta tolerancia hacia la excentricidad ajena.

–Son muy peculiares...

–Los son y además están llenos de contradicciones, porque date cuenta de que son el pueblo que más se ha resistido contra el poder, el que primero hizo una revolución, pero a la vez el más monárquico. El pueblo de los grandes jardines pero también el que inventó los suburbios tétricos. Han sido grandes exploradores, pero los creadores del hogar dulce hogar. Todo eso permite crear una especie de quijotismo individual en cada uno.

–Usted cuenta sus secretos con mucho humor. ¿Ese humor es británico o español?

–Creo que hay distintos tipos de humor y cuando hablo del humor inglés siempre digo que quien se haya criado viendo «Benny Hill» dirá qué es esto que nos cuenta del humor inglés, que se supone que es distancia, ironía. Es una forma de educación, respeto, falta de dramatismo e impone una distancia con la realidad y un juego de sobreentendidos en los que me siento muy cómodo. Me sale un poco solo y, al final, al escribir uno busca divertirse.

–Le ha quedado un poco idealizado, ¿Inglaterra es mucho más que las épocas victoriana y eduardiana?

–Sí, es mucho más, aunque creo que se toca un poco de todo y que al libro yo le hubiera echado cien páginas más, pero es verdad que es la Inglaterra prototípica, aunque hay muchas como la «Alegre Inglaterra» de tiempos medievales, la del POP o la anarquista. En estas dos épocas es cuando se ha quedado marcado lo inglés, porque es cuando ellos fijan sus códigos aunque vengan del Renacimiento y lo hayan incubado en el siglo XVIII, que es un gran siglo inglés.

–Es que con más de mil páginas me ha dejado fuera a The Beatles...

–En efecto, aquella Inglaterra formalista, tradicional y ociosa cuando termina es en los sesenta. De hecho, ese gran historiador anglohúngaro John Lukacs decía que «nada de las viejas virtudes tradicionales, nada de la vieja modestia, nada de la timidez que había hecho grande a Inglaterra permanece en The Beatles». Es un poco falso, porque la cultura inglesa ha tenido una gran capacidad para generar mitos e iconos y éstos no dejan de serlo. Vivimos en una cultura POP, no pasa nada por no hacerle una concesión más.

–¿Quién les representa mejor, el Bulldog o el Beagle?

–Son las dos cosas, pero es verdad que el Bulldog se ha asociado siempre a lo que sería el macizo de la raza, virtudes de resistencia, fuerza y tenacidad. Lo que pasa es que el Bulldog es un experimento genético que si lo hubiera hecho una multinacional estará denunciada ante las autoridades, porque era un perro fortísimo que ahora casi no puede ser autónomo. El Beagle es una Inglaterra más aristocrática, más de campo.

–No hay nada mejor que ser un noble inglés, vivir en una «country house», vestir jerséis de lana pura y tener un Bentley en la puerta.

–El inglés medio está muy pegado a su campo y tiene una relación muy cercana, porque está tremendamente mitificado, idealizado y hecho leyenda. Tiene una relación con su tierra que aquí hemos menospreciado constantemente, en Inglaterra el campo era riqueza y sabiduría, aquí también lo fue en Castilla, pero ahora el campo es «paletería» y tiene mala fama. Luego han desarrollado un código de vida en las «country houses» que fue un relicario de la civilización occidental, un lujo cómodo.

–¿Cómo se le ocurrió escribir un diccionario sentimental inglés?

–La verdad es que yo tenía una simpatía muy notable, experiencias, una afinidad de almas, digamos, y decidí que un libro así me hubiera gustado verlo en las librerías. Creo que es agradecido porque lo puedes abrir por cualquier página y compartir erudición pero con humor, sesudo en algunas partes y ligero en otras. Por otro lado, quise hacer una defensa de un mundo en buena parte perdido, por lo que tiene un punto de elogio y de elegía.

–¿Qué le hubiera gustado más, ser un personaje de Wodehouse o de Cervantes?

–Hombre, Wodehouse es tremendamente cervantino, pero en el caso de Cervantes según que personaje seas. Ningún escritor ha gustado más en Inglaterra, pero la risa tan humana que hay de fondo es muy verdadera.