Berlín
Antonio Colinas pinta poemas y aforismos a la luz de sus últimas vivencias personales
Culmina «Canciones para una música silente» y «Cuarto tratado de armonía»
SALAMANCA- El poeta, narrador, ensayista y traductor Antonio Colinas no descansa. De hecho, asegura que «otra cosa se me puede reprochar, pero no que no haya trabajado en mi vida». Hace apenas unas semanas veía la luz «Las pasiones», su traducción de la obra de Giacomo Leopardi, en Siruela, y ya ultima el lanzamiento de otros dos trabajos: el poemario «Canciones para una música silente» y su libro de aforismos «Cuarto tratado de armonía».
Tras llegar a las librerías toda su obra poética completa, compilada para España bajo la meritoria editorial Siruela y para la América Hispana por el Fondo Cultural de México, el nuevo compendio de poemas, supone, a su entender, «un libro de contrastes». «He buscado mayor afán de síntesis, de depuración, de brevedad -en definitiva- en cada pieza», confiesa Colinas, arguyendo que por eso eligió un título así. Los textos, engendrados en Ibiza, donde ha veraneado y donde permaneció 21 años de su vida, retoman temas clásicos en su obra, como la mujer, el amor, la muerte, lo sagrado... todo, a la luz de las vivencias. «En el fondo siempre ofrezco el mismo poema, el de Antonio Colinas, porque a mis 67 años no voy a hacer fuegos artificiales con las palabras para llamar la atención o ser quien no soy».
Bañezano de nacimiento, salmantino de residencia, Colinas pule los últimos flecos de ese otro libro de aforismos, en el que se muestra sus pensamientos filosóficos y, en cierta manera, se desnuda, ofreciendo al lector motivos para la reflexión.
Pero, a esta frenética actividad creadora pretende poner freno el premiadísimo escritor (entre otros cuenta con el Nacional de Literatura 1982, el Castilla y León de las Letras 1998, o -el más reciente- el de la Crítica de Castilla y León 2012). «Quiero imponer otro ritmo a mis días, ocuparme de la vida interior, parar un poco los viajes... es algo que tengo en mente», reflexiona, en una entrevista concedida a este periódico.
Colinas dice estar en una «muy buena etapa, de madurez, algo nostálgica» y da su obra «un poco por cumplida». Su carrera se ha caracterizado por una contundente independencia intelectual. «Eso ha sido mi don y mi condena», asegura el autor de «Sepulcro en Tarquinia», «Astrolabio» o «Noche más allá de la noche», quien cuenta en la actualidad con 75 libros en primera edición.
Nuevos compromisos
No obstante, tras haber visitado recientemente Cartagena de Indias, en Colombia, donde surgió el poema «El soñador. Espigas lejanas» y que adelantará en la Fundación Jorge Guillén, acudirá a finales del próximo mes de septiembre a los Institutos Cervantes de Alemania, que están en Berlín, Bremen, Munich y Hamburgo.
«Hay un extraño y misterioso querer de mi obra, por lo que me llaman de América, China, Corea, Europa, y hay que salir para allá», argumenta. «Pretendo contenerme, pero me debo a los lectores», agrega desde la humildad. Por ese motivo, tras el éxito que cosechó su recital poético y musical en homenaje a Bach, en el que estuvo acompañado por la violinista Lina Tur Bonet y que sedujo a cientos de personas en el Auditorio de Ibiza en 2012 y en el Liceo de Salamanca, el pasado abril, ya tiene confirmada la puesta en escena de ese «particular diálogo» en Madrid y en otras capitales de Castilla y León. Una tierra por la que, dice, «he apostado». «Estoy muy orgulloso de haber nacido en La Bañeza, ser medio zamorano y vivir en Salamanca. Por eso he vuelto», concluye.
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