Castilla y León
«Hay que poner más mano dura en las fiestas para evitar que los jóvenes beban alcohol»
Así lo asegura Julián Rodríguez, presidente de Alcohólicos Rehabilitados de Valladolid
Son 45 años los que llevan al pie del cañón, convirtiéndola en la Asociación de Alcohólicos Rehabilitados (ARVA) más antigua de España funcionando de manera continua. A lo largo de estos años han pasado por ella unas 4.700 personas, más o menos un centenar al año y cuentan con el reconocimiento del sello de calidad ISO, y con un objetivo único: ayudar a las personas con problemas con el alcohol y a sus familiares, y recuperar el rumbo de su vida. Su presidente, Julián Rodríguez Peña recibe a LA RAZÓN.
El perfil es distinto. Ha cambiado con los años. Ahora llega a la asociación gente más joven, más mujeres, y lo hacen de manera solitaria porque la estructura familiar es distinta. «Llegan más jóvenes pero también vienen más preparados y asumen su problema con más naturalidad, pero hay que ayudarles a evitar situaciones de riesgo que se van encontrar en el día a día», señala. «Los familiares también son muy importantes», recalca.
Aunque la sociedad ha evolucionado, Rodríguez manifiesta que también hay más atajos para llegar a este problema. «El alcohol es la puerta de entrada a más del 90 por ciento de entrada de drogas. Vivimos en una sociedad con una doble vara. Lo acepta y no termina de asumirlo. y que está llevando a muchos casos de fracaso escolar».
«Es muy difícil crear una generación de hábitos saludables, aunque algún día llegará», prosigue el presidente de ARVA, que se muestra partidario de «poner más mano dura, sobre todo en fiestas para que los jóvenes no tomen excesivo alcohol». «Faltan medidas, aunque sean impopulares y no hay consecuencias firmes ni para estos jóvenes ni económicas para sus padres.
Volviendo al día a día de la asociación, su presidente indica que «nuestra obligación es transmitir lo que hemos aprendido a otros» y lo hacen con recursos más que contados. Y es que de la subvención correspondiente a este año apenas han recibido el 25 por ciento de la dotación por parte de la Junta.
Precisamente son dos personas rehabilitadas las que reciben a una persona que llega a la asociación pidiendo ayuda. Luego empieza la consulta con la trabajadora social, que hace un seguimiento y a continuación es turno para la psicóloga, que le incorpora a un grupo terapéutico.
Un programa oficial que dura alrededor de tres año, siempre dependiendo de cada caso, aunque Julián afirma que «el proceso de rehabilitación dura toda la vida por que la recaída puede llegar en cualquier momento». «La rehabilitación es mucho más, es crecer como persona», afirma con contudencia y para ello se hace fundamental las terapias. «Una de las claves es no perder el contacto con la asociación por que si no se va a entrar de cabeza en la recaída», afirma.
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