Castilla y León
La ceguera amenaza a dos de cada diez castellanos y leoneses a partir de 40 años
Así lo advierte a LA RAZÓN el oftalmólogo José Ramón Juberías, en el Día Mundial
Es silenciosa. Lenta y paciente. No duele. Tampoco da signos claros de aviso. Puede afectar a cualquier persona, hombre o mujer. Y a cualquier edad, incluso niños, aunque se da especialmente a partir de los 40 años, y se incrementa la incidencia según se van cumpliendo años.
Son más proclives a padecer esta enfermedad aquellos que tengan antecedentes familiares de primer grado, tensión ocular elevada -aunque no por ello necesariamente la sufrirá-, así como los miopes, diabéticos o hipertensos. Y tener hábitos saludables, tampoco garantiza no poder contraer esta patología.
Es el glaucoma. Una patología crónica neurodegenerativa del nervio óptico, que amenaza de pérdida de visión a dos de cada diez castellanos y leoneses que ya han cumplido los 40 años. De hecho, se trata de una enfermedad que se ha convertido en la primera causa de ceguera irreversible en el mundo, y en la segunda evitable, tras las cataratas. No en vano, se calcula que más de un millón de españoles sufren glaucoma, de los cuales la mitad lo desconocen. Además, el porcentaje se eleva a entre el 4 y 5 por ciento en el caso de personas mayores de setenta años. Debido, principalmente, al aumento de la esperanza de vida y el progresivo envejecimiento de la población en esta Comunidad.
Este lunes se celebra el Día Mundial de esta patología que no tiene cura, pero que «en la mayoría de los casos se puede frenar su avance con tratamientos médicos o quirúrgicos», según asegura a LA RAZÓN José Ramón Juberías, oftalmólogo del Hospital Clínico Universitario de Valladolid. Este doctor especialista en glaucoma aprovecha esta jornada para lanzar un mensaje optimista, y para animar a todos aquellos que hayan cumplido cuarenta años, y especialmente a aquellos con antecedentes familiares, a acudir al oculista a realizarse una revisión de la presión ocular o «tonometría».
De hecho, respecto a este componente hereditario del glaucoma, Juberías asegura que hay un 10 por ciento más de posibilidades de que alguien la sufra esta patología si su padre o su madre también ha pasado antes por ello.
Diagnóstico temprano
«La detección precoz es fundamental, y está comprobado que un diagnóstico temprano puede reducir en un 95 por ciento los casos de ceguera», señala este oftalmólogo, mientras explica que al no existir síntomas evidentes del glaucoma en su fase inicial, esta enfermedad sólo puede detectarse en una revisión rutinaria de la presión ocular en el oftalmólogo o en el óptico.
Juberías señala que el glaucoma más frecuente en la sociedad occidental es el denominado primario de ángulo abierto, y que en la mayor parte de los casos se trata adecuadamente con colirios y gotas en los ojos. También existe un tratamiento con láser, que se suele utilizar en menor porcentaje, y, si no suerte efecto nada de esto, se recurre a la intervención quirúrgica «pero siempre para rebajar la presión intraocular y minimizar el trauma causado al ojo y conseguir que el paciente conserve una visión adecuada, no para curar el problema», apunta.
El oftalmólogo del Clínico de Valladolid insiste en que en el inicio de la enfermedad no hay ningún síntoma que indique que una persona padece glaucoma, pero que cuando ya está avanzada la patología sí que puede producirse una visión borrosa, náuseas, e incluso dolores oculares agudos y la pérdida repentina de la visión.
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