Valladolid
La Iglesia reconoce la ejemplaridad de vida de Jiménez Lozano y su defensa de la verdad
El Cervantes de Alcazarén recibe con «desconcertada y profunda gratitud» la máxima distinción que otorga el Papa
Como «un don y un regalo inesperado»; «Desconcertado y lleno de gratitud». Así recibió José Jiménez Lozano, el primer nombre de las Letras del mundo hispano, la Cruz «Pro Ecclesia et Pontifice». La máxima distinción que otorga la Santa Sede a un laico. «Esto se cuelga o se prende», exclamó el Premio Cervantes y también Premio Castilla y León de las Letras, con su habitual agudeza y arte de ingenio, al recibir la medalla de manos del cardenal y arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez. «Se prende, se prende», respondió con una sonrisa el purpurado, abulense también como él. Junto a ellos se encontraba el obispo auxiliar de la Diócesis, don Luis Argüello.
«Sin querer suscitar desconcierto alguno ante usted, deseo reconocer ante todos, abiertamente, la ejemplaridad de su vida», afirmó rotundo el presidente de la Conferencia Episcopal Española, ante un José Jiménez Lozano cabizbajo, que no sabía donde poner la mirada.
«Se trata de un reconocimiento merecido, signo de gratitud y esperanza», aseguró el cardenal, quien también señaló que «continuamos esperando sus colaboraciones y sus libros, su palabra avalada por una trayectoria admirable». La Sala del Trono del Palacio Episcopal de Valladolid se quedó pequeña para acoger a los amigos, autoridades y representantes de las Letras y de la sociedad civil, así como numerosos clérigos, que quisieron acompañar a Jiménez Lozano y a su esposa Dora, junto a hijos y nietos arracimados en torno al escritor.
Fue un acto sencillo y solemne a un tiempo. Cargado de sentimiento. Salpicado con las ocurrencias e ironía de este escribidor y periodista universal. «Pienso que esta distinción tiene que ver con aquel nuestro antiguo proyecto ya realizado de «Las Edades del Hombre», aseguró Jiménez Lozano, al comienzo de sus palabras.
«El regalo y consideración personal que acabo de recibir con esta distinción papal, sólo podrían relacionarlo con un sueño, o con un cuento protagonizado por un Papa hablando con Matriovna, que tenía una casa medio caída, una cabra y un gato cojo, pero era feliz», aseguró el homenajeado.
Le escuchaban, junto a incontables amigos, el alcalde de Valladolid, Óscar Puente; el presidente de la Diputación, Jesús Julio Carnero; así como el portavoz del PP en el Consistorio vallisoletano, José Antonio Martínez Bermejo y la directora de Políticas Culturales de la Junta, Mar Sancho.
La Santa Sede ha querido reconocer abiertamente con esta distinción la «humildad de un verdadero intelectual que siempre ha actuado como discípulo de la verdad, del bien, y de la belleza». Con una obra «fecunda y magistral sustentada en la tradición humana y cristiana de Europa».
«Personas de estas alturas son como lumbreras en la oscuridad en incertidumbre en nuestro tiempo», insistió el arzobispo de Valladolid, quien puso de manifiesto, igualmente que, José Jiménez Lozano, desde Alcazarén, desde un rincón de Castilla, «ha ensanchado su espíritu a las dimensiones del mundo y de la historia, mediante una vida como vocación y misión al servicio de la fe cristiana y de la dignidad del hombre que tienen sus cimientos en Dios».
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