Valladolid
Un vallisoletano,en la cima criminológica mundial
Aitor Curiel, uno de los mayores expertos en Medicina Forense, propone formación, experiencia e investigación para prosperar
Puede que su cara les suene. Aitor Curiel López de Arcaute ha aparecido con cierta frecuencia en programas como «Espejo Público» de Antena 3 o en La Sexta cuando de la opinión de un experto en Criminología o Medina Forense se ha requerido. Es uno de los mayores entendidos del momento en ambas cuestiones, lo que se demuestra con su presencia, como invitado, en hasta siete universidades españolas, y sus ponencias, hace dos años, en la Academia del FBI en Quantico, en Virgina, Estados Unidos, adonde volverá a acudir en 2014.
Nos recibe en su despacho, en Valladolid, donde forma parte, junto a otros once profesionales autónomos, del Gabinete Pericial Integrado. Este experto en Medicina Forense, de 38 años, se refiere al éxito laboral, empleando la metáfora de una silla. Un instrumento que se apoya en cuatro patas que él desglosa. En la primera, se halla la formación, «Hay que estar formándose toda la vida, más aún si tu oficio es técnico como el mío, donde hay que estar al día en casi todo». La segunda pata se centra en enseñar al que sabe menos que tú, porque «el dominio de tu conocimiento es mayor cuando tienes que transmitirlo que cuando lo usas sólo para ti». El ejercicio profesional es el tercer pivote en el que se apoya esa figurada silla: «Es un error lo que hacen muchas universidades, que cuentan con docentes que no han desarrollado nunca esa materia de la que enseñan». Por último, Aitor cita la investigación. «Cuando dominas una materia al más alto nivel, quién va a poder proponer avances mejor que tú». Así, defiende la necesidad de innovar, de crear técnicas si está en la mano del profesional hacerlo. Ahora bien, advierte de que no hay que centrarse sólo en una pata, porque las otras tres se descompensan.
Un día a día bien aprovechado
Aitor ejerce la criminología en el ámbito privado, fundamentalmente actividad pericial, dentro de sus múltiples especialidades (investigación o detectives privados, pericia caligráfica, balística, inspecciones técnico-oculares, entomología), con las que se encamina a jueces, fiscales o abogados.
Asesorías forenses que suelen solicitar abogados para defender a sus clientes o incluso los propios afectados sobre minusvalías, incapacidades, agresiones o accidentes de tráfico componen los expedientes más habituales que pasan por las manos de Aitor. «En ocasiones son cuestiones que no constituyen delito o no son tan importantes como para que se puedan encargar de ellas los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado», indica, a la par que agrega que «cada vez se nos piden más investigaciones sobre infidelidades y sobre los movimientos de chavales menores de edad o acerca de custodias».
También las empresas recurren al estudio de sus empleados, algo que, por otra parte, se ha frenado en el ámbito de las mutuas y seguros. «Antes de la crisis eran más solicitadas», declara, tras lo que asegura que, pese a que lo más llamativo son los casos de personas que fingen lesiones, «no se habla del maltrato y engaño de las compañías de seguros a muchas personas, que en ocasiones están totalmente indefensas».
Otro efecto de la complicada situación económica ha sido que «los médicos de la Seguridad Social se han puesto muy duros en las valoraciones de los pacientes».
Precisamente, la medicina compone el 70 por ciento del día a día en el trabajo del Gabinete, a la última en cuestiones como el cotejo de ADN.
Aitor denuncia también que «las administraciones se ceban con los autónomos, cuando son los que crean economía, país, mercado y riqueza», a la par que considera acertado ese tópico del trabajador por cuenta propia colgado del teléfono incluso de veraneo.
En cuanto a su labor docente, expone que «a mis alumnos, les muestro casos muy pegados al terreno» y defiende la figura del aprendiz, que «se ha desterrado, y es clave, además de algo bueno para el profesional y para la persona en formación. Para todos».
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