Ginecología

Cesáreas donde la madre coge al bebé

Vall d’Hebron reinventa y humaniza los partos en quirófano: las familias hacen piel con piel, mientras los médicos cosen

De todos los partos asistidos en los hospitales del Sistema Nacional de Salud un 21,8% se realizaron mediante cesárea / Foto: Efe
De todos los partos asistidos en los hospitales del Sistema Nacional de Salud un 21,8% se realizaron mediante cesárea / Foto: Efelarazon

Vall d’Hebron reinventa y humaniza los partos en quirófano: las familias hacen piel con piel, mientras los médicos cosen

«Es una niña», se arriesgó a decir la ecógrafa. «¡Una niña!», exclamaron entusiasmados los padres. Tener un hijo les hacía una ilusión tremenda y que fuera niña, más. Tenían un nombre pensado: Nit. Pero la ecógrafa se había equivocado y el bebé era un niño. Bárbara y Pol, los futuros padres, se quedaron en blanco, ¿y ahora qué nombre le ponemos?, se preguntaron. Durante unas semanas el bebé no tuvo nombre, hasta que a Pol se le ocurrió Eusebi. A Bàrbara no le gustó, pero acabó aceptando, al fin y al cabo, su abuelo también se llamaba Eusebi. Este no fue el único sobresalto de su embarazo. Le encontraron un quiste en la zona sacra junto al recto, que le hacía muy difícil, por no decir inviable, un parto vaginal. Pasó a tener un embarazo de riesgo y de Vic la derivaron al Hospital Vall d' Hebron. Allí conoció al equipo de la doctora Elena Carreras, responsable de Medicina Materna y Fetal. Y le informó de que su parto sería por cesárea.

La vida está llena de casualidades, algunas tan raras que hacen volar la imaginación, como que el primer Eusebi, el que aparece en la Wikipedia si uno escribe el nombre en Google, sea Eusebi de Cesárea –la capital romana de Judea–. Aunque la mayor sorpresa que se llevaron Bàrbara y Pol fue que cuando fueron a programar la intervención les dejaron elegir cómo querían la cesárea, igual que se programa un plan de parto vaginal. «Eligí ver salir al bebé de la tripa, cogerlo en el momento de nacer para empezar a hacer el piel con piel y que Pol, el padre, cortara el cordón umbilical», recuerda Bàrbara. « Pol trabaja en una granja y está acostumbrado a ver partos, aunque el sentimiento es otro», bromea.

Eusebi tiene ya una semana y con pocos días de vida ya es famoso porque es el décimo niño que nace con el programa de «Cesáreas Pro Vínculo», un proyecto de la doctora Carreras con el que pretende humanizar los partos por cesárea. «Para los médicos la cesárea es una intervención quirúrgica, pero para la madre es el nacimiento de su hijo y cambiando cuatro cosas nos dimos cuenta de que podíamos hacer que disfrutara de un momento que es único», explica la doctora. El nombre lo puso una madre que nos pidió «una cesárea, lo menos cesárea».

La idea principal es que la mamá y el bebé no sean separados al nacer, siempre que se pueda, en la mitad de los casos, porque refuerza el vínculo y ayuda a subir la leche. «En niños prematuros o que requieren asistencia de neonatología no podemos hacerlo», precisa. No fue el caso de Eusebi que pesó 3,270 kg al nacer. A Bàrbara la intervendrán del quiste dentro de unos meses. Para preparar la cesárea pro vínculo, en el quirófano se introdujeron pequeños cambios que Carreras ha preparado durante un año. El equipo es el de siempre, una comadrona, enfermeros y doctoras. Pero la madre puede estar acompañada y esa persona tendrá la opción de cortar el cordón umbilical. «Es un gesto simbólico que refuerza el vínculo con el niño», dice Carreras.

Para que la madre pueda coger a su bebé, se le ponen los electrodos en la espalda, en vez de en el pecho; el brazalete para controlar la tensión en el tobillo; el pulsioxímetro en el dedo del pie, y los pasos de la vía para poner medicamentos cerca del gotero con la intención de dejar las manos despejadas. «Primero abrimos y en el momento en que ayudas al crío a sacar la cabeza, si la madre quiere, puede verlo y cogerlo por debajo de los brazos hasta ponérselo sobre el pecho», describe Carreras.

Más cambios, en el quirófano, se habla bajito, la madre puede elegir el hilo musical y el equipo médico lleva dos guantes. Unos hasta la axila que se sacan cuando el bebé ha nacido y está ya con la mamá. Y otros quirúrgicos con el que harán la cesárea, mientras la nueva familia hace el piel con piel. También hay dos telas que separan el cuerpo de la madre en dos. Cuando ésta tiene ya a la criatura en brazos, se retira una tela. A un lado, el equipo médico sigue con la cesárea, extrae la placenta, cose el útero y las capas de la piel. Al otro, todo es emoción, la mamá, el papá y la comadrona recrean un espacio familiar. «¡Es increíble como desconectan!», dice Carreras. «Es una idea rompedora, pero tan simple que nos preguntamos ¿por qué no lo hicimos hace 20 años?», reflexiona en voz alta.