Exposición
El arte de «hágalo usted mismo»
Una muestra en la Fundació Miró reúne obras de Hernández Pijuan, Pistoletto, Peeters o Yoko Ono
Una muestra en la Fundació Miró reúne obras de Hernández Pijuan, Pistoletto, Peeters o Yoko Ono.
Hágalo usted mismo. Ese podría ser fácilmente el lema de la nueva exposición que desde ayer puede verse en la Fundació Joan Miró de Barcelona. Con obras del mismo Miró, así como de Joan Hernández Pijuan, Michelangelo Pistoletto, Henk Peeters y Sílvia Gubern, la muestra nos permite comprender cómo estos creadores velan por su autoridad de su obra. Todo ello es lo que puede verse en «Autogestión», que cuenta con el comisariado de Antonio Ortega.
El recorrido se divide en cuatro apartados con pintura, escultura, dibujo, fotografía y vídeo, además de la exposición de una serie de instalaciones e intervenciones realizadas expresamente para la Miró y que firman Adam Nankervis, Laura Porter y Mariona Moncunill. También podemos encontrar piezas tan llamativas como un cómic firmado por Carla Fernández en el apunta la relación entre el arte y la vida en la obra de Gustav Metzger, el precursor de la autogestión como una práctica artística. Igualmente significativa es la labor de Pere Llobera que ha realizado una decena de reproducciones al óleo para ilustrar la publicación que se ha editado con motivo de la exposición.
Explica Ortega que «tengo muy buenos amigos que se ponen nerviosos cuando oyen la palabra autogestión, pues lo confunden con autofinanciación o con precarización. Estarían en lo cierto si considerásemos la autogestión, como un síntioma, eso es -otra vez-, como un signo sujeto a la interpretación». En este sentido, el comisario de la exposición en la Fundació Miró recuerda que todo esto es «porque la autogestión es una decisión política y no la representación de una decisión política. Porque es, al fin y al cabo, una forma de empoderamiento».
La primera obra que abre el recorrido es «American Dino/Huevo de coche», de François Curiet, una propuesta que no deja indiferente al espectador por ser un cubo blanco, convertido en el icono más frecuente del arte moderno, pero que «hace esfuerzos por ponerse en contacto con el espectador desplegando una antena periscópica».
En este primer espacio también nos encontramos con «Cien cosas que no son arte en absoluto», una propuesta de Cesare Pietroiusti, a partir de las variadas aportaciones de vecinos del barrio del Poble-Sec, recolectadas por las jóvenes artistas Celeste Marí y Blanca Utrillas. La vida de este trabajo concluirá cuando la exposición cierre sus puertas. Será entonces cuando todos esos objetos serán devueltos a sus propietarios (hay desde una cuna de niño desmontada a una garrafa de plástico, una nuez, una pinza de tender ropa o el cráneo de un animal).
«The Minus Objects. Estructura para hablar de pie», de Michelangelo Pistoletto; dos obras de Hernández Pijuan que supusieron su abandono de la práctica de la pintura informalista o «Tela quemada», de Joan Miró, ocupan otra de las salas.
Sobre Miró, el comisario Antonio Ortega ha rememorado que cuando decidió quemar sus telas con el soplete, a los ochenta años, era consciente de que aquel gesto de «semi-punk, de rebelión, sería asumido por el mercado, del que él se reía».
Otra obra que llama mucho la atención en esta área es «Film No.4», de Yoko Ono, de 1966-1967, en blanco y negro, en la que a lo largo de 80 minutos van apareciendo culos humanos. Ortega remarcó que Yoko Ono, sin embargo, «no muestra nunca el límite, con lo que no se sabe si son de personas obesas o delgadas, guapas o feas, como mucho son peludos».
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